Movilizaciones contra el orden establecido en los países del oro negro

En octubre de 2020, en pleno aniversario de su independencia (1º de octubre), a la sazón el sexagésimo, Nigeria ha conocido casi dos semanas de lucha del movimiento contra la violencia policial, #EndSARS, constituido mayoritariamente por jóvenes. Mientras, en Angola, tras una manifestación contra la corrupción en octubre, precedida de otras, el día mismo del 45º aniversario (11 de noviembre), la juventud salió a la calle para manifestar una vez más su indignación por su relegación social. Movilizaciones que pueden considerarse los balances más recientes de decenios poscoloniales por parte de una nueva generación, en dos Estados bien situados económicamente.

Movilización popular en la primera economía y el primer país productor de petróleo en África…

El sexagésimo aniversario de la independencia de Nigeria se desarrolló en el ambiente moroso creado por el SARS-CoV-2. Sin embargo, esto cambiaría horas después, a raíz de un nuevo caso de abuso por parte de la brigada especial de la policía encargada de la lucha contra el gran bandolerismo, la SARS (Special Anti-Robbery Squad), que con los años ha protagonizado continuas violaciones de los derechos humanos, inclusive cierto gansterismo (desde la extorsión de objetos a personas que se cruzaron en su camino hasta ejecuciones sumarias, pasando por torturas y requerimientos del pago de un rescate). Una enésima ejecución sumaria (filmada), el segundo día después de dicho aniversario, reactivó la demanda de su disolución pura y simple, #EndSARS. Esta vez hubo una movilización marcadamente popular –sobre todo de jóvenes, que por lo visto constituyen el objetivo preferido de la SARS, debido a su aspecto y su atuendo–, en que la gente dejó las redes sociales para ocupar las calles el 8 de octubre, en plena pandemia de covid-19, no solo en Abuja (capital federal) y Lagos (capital económica).

Acudieron gays y lesbianas, pese a la homofobia reinante 1 , y la Feminist Coalition resultó crucial en la organización de la solidaridad, a pesar de la falocracia también reinante 2 . Las autoridades han afirmado que han tomado nota de la demanda de disolución, junto con otras cuatro reivindicaciones, entre ellas el aumento de los salarios de los y las policías. Sin embargo, esto no suscitó la desmovilización de las protestas, por un lado ante el temor de la gente de verse engañada de nuevo, ya que la sustitución de la SARS por la SWAT (Special Weapons and Tactics) se considera un simple lavado de cara. Por otro lado, a la denuncia de la violencia policial se ha sumado la de otras injusticias sociales, a saber, la violencia social infligida a la mayoría de la población, expresada en pancartas que reclamaban también “#end unemployment, #end commercialization of education, #end hunger, #end lack of free medical care…3 .

En efecto, la primera economía africana según el producto interior bruto (PIB), principal productora africana de petróleo (mayoritariamente a cargo de las grandes compañías del sector: Chevron, Exxon, Shell, Total) –sector que representa el 94 % de los ingresos de la exportación–, muy extractivista y extrovertida, considerada dinámica en lo económico y reputada por el enriquecimiento de sus capitalistas (millonarios y milmillonarios en dólares), se caracteriza, al mismo tiempo, por un nivel de pobreza muy elevado (se calcula que el 70 % de la población, de unos 210 millones de habitantes, vive por debajo del umbral de pobreza), una alta tasa de paro (del 27,1 %, del 53 % entre la juventud), con 13 millones de menores sin escolarizar –sobre todo niñas– y sus fábricas de bebés para la venta, y el abastecimiento del mercado internacional de la prostitución femenina, etc.

Una situación social popular que se ha agravado con la caída, desde 2014, del precio del crudo, a la que se ha añadido recientemente el descenso de la demanda a causa del impacto de la pandemia de covid-19 (expresión de la globalización neoliberal) en la economía mundial. Y como si ello no afectara ya demasiado a las clases populares, después de haber incrementado el IVA, el gobierno (con una deuda pública equivalente al 48 % del PIB, y que crece de manera inquietante desde 2019), embarcado en sendos acuerdos con instituciones financieras internacionales/IFI (FMI, Banco Mundial, Banco Africano de Desarrollo), se plegó, en el mes de septiembre, a la exigencia neoliberal de poner término a la subvención de la electricidad y de los carburantes. El resultado no puede ser otro que un nuevo aumento del precio de estos. Las consecuencias negativas de ello en los presupuestos de las clases medias bajas y las clases populares –el módico incremento del salario mínimo conseguido el año anterior no se ha aplicado en cerca de un tercio de los Estados de la federación–, por la repercusión de este aumento sobre los precios, por ejemplo, de los alimentos y del transporte, no han dejado de suscitar movimientos espontáneos de protesta en los barrios populares.

Esto llevó a las principales centrales sindicales (Nigerian Labour Congress, Trade Union Congress) a llamar a una huelga ilimitada. Sin embargo, acto seguido, “por razones técnicas la huelga fue aplazada dos semanas” 4 la víspera de la fecha fijada (28 de septiembre de 2020) por las direcciones sindicales. Es decir, pocos días antes de la movilización imprevista de #EndSARS. Además, previamente se había acordado con el gobierno la suspensión de la huelga del personal médico del sector público (afiliados y afiliadas a la National Association of Residents Doctors, el 40 % de la profesión, para reivindicar, entre otras cosas, el pago de los salarios atrasados desde 2014-2016 y un aumento salarial). La sanidad pública es, en toda lógica neoliberal, que privilegia al sector privado, una de las principales víctimas de los recortes presupuestarios, cosa que no es una exclusiva de Nigeria ni de África. ¡Que se fastidie la gente pobre!

Lo mismo ocurre con la educación pública, donde, en cambio, el personal afiliado a la Academic Staff Union of Universities ha mantenido la huelga, que desde marzo (hasta esta segunda semana de diciembre) ha paralizado las universidades públicas. Así, a mediados de octubre, el gobierno nigeriano consideró que esta huelga favorecía la participación masiva del estudiantado en las movilizaciones #EndSARS. Sin embargo, según una universitaria, “todo lo que pedimos es un trato justo del profesorado […]. No estamos demandando sumas desorbitadas de retribución, sino algo que nos sitúe por encima del umbral de pobreza 5 .” A finales de septiembre, la Coalition for Revolution (CORE) convocó una manifestación nacional para el 1 de octubre, denunciando, entre otras cosas, las”políticas antipopulares”, los “asesinatos extrajudiciales” y una “contratación no bien meditada de préstamos extranjeros que serán una carga para las generaciones futuras y las esclavizarán” 6 .

La movilización #EndSARS, en varios Estados federados de Nigeria, aparece así, en un contexto internacional de lucha contra las violencias policiales en EE UU y en Francia, y sobre todo también en un contexto social local de acciones de resistencia frente a la agresión neoliberal contra las clases populares, como algo que actualmente no es una particularidad de Nigeria. La ocupación por las y los manifestantes, durante dos semanas, del peaje de la autopista de Lekki, en Lagos (capital económica) no deja de ser simbólica: la ciudad de Lekki es el centro de los negocios, una zona de libre comercio… 7 . Además, figuras destacadas del capitalismo nigeriano han sido señaladas con el dedo por tratar de dividir y frenar el movimiento al solicitar la adhesión de ciertos individuos mediáticos del mismo al lavado de cara (paso de la SARS a SWAT), para que los negocios recuperen su marcha habitual 8 . Asimismo, se habla de la participación de fundaciones filantrocapitalistas (MacArthur Foundation, Open Society Foundation) 9 , encargadas de dorar las cadenas de la dominación capitalista. Pero en vano: la movilización no cesó.

Así que, probablemente, la opción elegida –después de haber recurrido los días anteriores a matones contra los y las manifestantes, sin conseguir acabar con la movilización– de disparar contra la gente en el peaje de Lekki (una decena de personas muertas) y asesinar a otros y otras manifestantes, a quienes rendimos homenaje, en todo el territorio nigeriano. Como si se tratara de recordar que la violencia de la SARS no era única, sino “la más visible, la más cotidiana, y por decirlo todo, la más burda de una estructura dada”, parafraseando a Frantz Fanon hablando de otra cosa 10 . La de la fuerza pública, léase de un Estado neocolonial cuya historia está marcada por tres decenios de sucesión, en su presidencia, de jerarcas militares golpistas (1966-1998). Amparada por el actual jefe del Estado nigeriano, Muhammadu Buhari (presidente golpista de 1984 à 1985, después de haber participado en un golpe militar anterior), quien volvió al poder en 2015 a través de las urnas, pero que no parece haberse desprendido del todo de su cultura cuartelaria.

Una fuerza pública que se muestra impotente, desde hace una década, frente a los grupos armados islamistas (Boko Haram y consortes) –que violentan, secuestran a niñas, matan a la gente en el norte–, pero que solo se muestra implacable y aguerrida frente a manifestantes pacíficas 11 . Como ha recordado alguien, “el sistema policial está concebido principalmente, en sus orígenes y su ideología, para proteger a la elite política a expensas de la gente común. Hasta hace unas pocas semanas, la policía nigeriana se regía por una ley colonial de 1943, por la que también fue creada. Esta ley, a su vez, se promulgó para regular un sistema policial establecido en 1930” 12 . Lo cual es una cabal expresión del poscolonialismo neocolonial.

Esto explica que el jefe del Estado nigeriano no haya deplorado la muerte de manifestantes en Lekki y otros lugares a manos de la policía, mientras que por otro lado manifestaba su solidaridad con la clase dirigente, declarándose desolado ante la destrucción y el pillaje, por parte de manifestantes airados por la masacre de Lekki, de la residencia “inviolable” 13 del Oba (rey tradicional) en Lagos, donde manifestantes y soldados –estos de extracción popular– se repartieron las reservas de arroz, entre otros productos alimenticios almacenados. Durante la manifestación de su ira, la gente descubrió, en más de un lugar, la existencia de reservas de alimentos destinados a la población empobrecida durante la crisis sanitaria, pero que fueron acaparados por altos cargos del poder (estatal y federal), y finalmente los recuperó, junto con otros pobres (inclusive soldados), informalmente. A la espera de la puesta en práctica de “nuestro plan general de sacar a 100 millones de nigerianos de la pobreza en los próximos 10 años y de la creación de un Fondo de Inversión Nacional para la Juventud, dotado de 75.000 millones de nairas”, evocado por el jefe del Estado en su discurso tras la masacre de Lekki 14 .

Un plan que parece no ir más allá de la mera promesa, vistos los acuerdos suscritos por el Estado nigeriano con los miembros del neocolonialismo colectivo que son las IFI (FMI, BM, BAD) para profundizar en la neoliberalización y proseguir con las reformas estructurales a cambio de un mayor endeudamiento, que evidentemente también será beneficioso para esas IFI acreedoras. Entre dichas reformas está la privatización de una decena de empresas públicas rentables 15 , entre ellas la Nigerian National Petroleum Company (que cuenta con una decena de filiales), una entidad crucial para el producto nacional bruto nigeriano. Dicho de otro modo, nuevos regalos a los principales beneficiarios habituales de la independencia neocolonial de Nigeria, otros componentes del neocolonialismo colectivo ahora en modo neoliberal: el capital transnacional, los capitalistas autóctonos a menudo relacionados con los políticos gobernantes (federales y estatales), cuya reputación de cleptomanía acumuladora de capital –aparte de la necesidad consumista, la (auto)atribución de contratos públicos, etc., subsumidos en el término corrupción– es de sobra conocida.

… y manifestaciones en el segundo país productor de petróleo, sexta economía africana y sobreendeudada

La conmemoración crítica de la independencia fue más evidente en Angola: la gente joven, mayoritariamente, desafió la prohibición de manifestarse el 11 de noviembre de 2020 (45º aniversario de una independencia arrancada por el Movimiento Popular de Liberación de Angola [MPLA], después de 13 años de guerra de liberación nacional, en el contexto, en la metrópoli colonial portuguesa, de la revolución de los claveles –1974-1975, contra, entre otras cosas, las guerras coloniales–, seguida de una guerra civil angoleña de 27 años –1975-2002–, uno de los puntos calientes de la guerra llamada fría 16 , que destruyó buena parte de las infraestructuras). Con ello se expusieron a la represión, ya que la policía también atacó con fuego real, aunque sin parangón con la masacre de Lekki, causando al parecer un muerto. Para los y las manifestantes, 45 años de injusticias sociales era demasiado. Al igual que en Nigeria, no fue una manifestación sin antecedentes.

Desde la última década del régimen de democradura de José Eduardo Dos Santos (1979-2017), con el fin de la guerra civil (en 2002), la juventud angoleña se acostumbró a manifestar su descontento. A pesar, por ejemplo, de la intimidación, por parte del régimen, de la asociación llamada Movimiento Revolucionario de Angola, presentada a menudo como entidad social, pero apolítica, que llamó a la revolución en marzo de 2011 (en el contexto africano de levantamientos populares en la subregión septentrional), iniciando así la dinámica diversificada de los llamados revús (revolucionarios), considerando entonces que 32 años de un poder reproductor de injusticias sociales ya era demasiado. O la operación represiva que se desencadenó, algunos años después (2015-2016), en forma de juicio contra algunos de dichos revús, el proceso 15 + 2 (15 hombres y 2 mujeres), acusados de prepararse para “cometer actos encaminados a atentar contra el orden y la seguridad del país” (30/06/2015) por haber celebrado una reunión de lectura colectiva de un libro considerado subversivo por el régimen de Dos Santos.

El exministro de Defensa y sustituto de Dos Santos en la jefatura del Estado, el general retirado João Laurenço, no ha escapado a esta dinámica, ni siquiera en el marco de la crisis sanitaria de la covid-19 y del estado de emergencia. Una etapa que parece marcada, entre otras cosas, por actos de violencia policial que, sin ser equivalentes a las cuasi sistemáticas de la SARS nigeriana en tiempos normales, ya han causado muertes en varias ocasiones: “Los asesinatos cometidos por los policías se acumulan y continúan, no saben hacer otra cosa que apretar el gatillo, que matar a la gente pobre y a los habitantes de los suburbios en rincones perdidos”, afirmaba un periodista local, llamando la atención sobre la pobreza de las víctimas en general 17 . Rendimos homenaje a todas las víctimas de esta violencia.

Junto con la malversación de fondos públicos y la autoadjudicación de contratos (más que la corrupción) por los gobernantes, la pobreza y el desempleo son las principales cuestiones que movilizan a la juventud desde 2011. Las personas que se manifestaron el 11 de noviembre de 2020 en Angola, mayoritariamente jóvenes, haciendo caso omiso de un dispositivo policial supuestamente disuasivo, hablaban del paro en que se hallaban, de sus vientres vacíos, del hambre que les resultaba más cotidiano que la covid-19. En efecto, pese al crecimiento del PIB (6º en el ranking africano), que antes de 2014 (caída del precio del petróleo bruto) alcanzó una tasa de hasta el 20 %, en este 2º país productor de petróleo de África (40 % del PIB) –que en gran parte es fruto de la dominación angoleña del enclave de Cabinda– y 7º  productor mundial de diamantes, la redistribución de la riqueza, al igual que en Nigeria, es especialmente desigual: el número de pobres (si se aplica el umbral complaciente de 1,90 dólares estadounidenses al día) es muy elevado y sigue aumentando 18 , debido también a una tasa de paro muy elevada (32,7 %).

Esto es consecuencia, a todas luces, de la inserción de Angola en la economía capitalista mundial, como economía dominada por el capital internacional (el chino incluido) y más extractivista que Nigeria, así como de la cleptomanía de sus gobernantes, que realizan su acumulación capitalista privada a expensas del tesoro público. Una costumbre particularmente flagrante en África Central, siendo el jefe del Estado y su familia quienes pilotan los abusos de poder. Los 38 años de poder de José Eduardo Dos Santos se conmemoraron con la constitución de La Dos Santos Company 19 y otras empresas de dignatarios del MPLA, de sus testaferros y asociados, que han impulsado, tanto antes como después de 2014, la dinámica capitalista privada autóctona y foránea –el capital angoleño ha invertido en todos los continentes 20 , con especial predilección por el antiguo país colonizador, cosa que ha llevado a algunos a hablar, incluso después de 2014, de colonización al revés, de recompra de Portugal por Angola, etc.–, incluidos los paraísos fiscales.

Como para expresar su sensibilidad ante el aumento de la pobreza y del paro entre la gente joven, João Lourenço había prometido, como candidato y después como presidente electo, que crearía cientos de miles de puestos de trabajo, en una economía que sin embargo ya estaba en recesión (a partir de 2016). No solo no ha cumplido (todavía) la promesa, sino que el paro amenaza más bien con seguir creciendo. Ocurre que, al amparo de un acuerdo con el FMI, el gobierno angoleño sobreendeudado (deuda cifrada en más del 110 % del PIB) se comprometió, en 2018, a llevar a cabo reformas estructurales neoliberales que propicien un crecimiento económico impulsado por el sector privado.

Así, por ejemplo, se ha programado la privatización de 190 empresas públicas, sobre todo las más rentables, como la petrolera nacional, Sonangol, o la de diamantes, Endiama. Esto no solo beneficiará al capital transnacional, a los capitalistas autóctonos y aprovechados del MPLA (la familia Dos Santos ya está excluida), sino que comportará además más despidos que no nuevos puestos de trabajo. Muy probablemente también la pérdida de determinados derechos por parte de la mano de obra: flexibilización neoliberal para atraer a los inversores, bajo la mirada del coorganizador de la dominación de clase que es Doing Business. A pesar de la aparente sensibilidad del FMI por el bienestar social del pueblo, por la inclusión, el llamado gasto social presupuestario no queda a salvo del ajuste en principio austeritario, en un país en el que el acceso a la sanidad y la educación públicas es bastante limitado, con una calidad a menudo deplorable.

En cuanto a la lucha contra la corrupción, también prometida, el régimen de Lourenço ha hecho algunos avances arremetiendo contra La Dos Santos Company y su clientela política y/o empresarial. No obstante, también le han criticado por llevar la campaña a modo de arreglo de cuentas con la fracción de Dos Santos, cerrando ojos y orejas a otros protagonistas de dicha corrupción. Por ejemplo, las manifestaciones de octubre de 2020, reprimidas por la policía, denunciaban la permanencia en su puesto de director de gabinete de João Lourenço, también considerado su brazo derecho, un conocido empresario de quien se sospecha que se ha adjudicado contratos públicos y ha malversado fondos públicos. El 9 de noviembre, expresaban incluso el deseo de que dimita el que da empleo a quien es considerado un ladrón, pero cuyo caso no parece interesar a la justicia.

Sea como fuere, la firme decisión de João Lourenço de llevar a cabo reformas estructurales neoliberales (con el apoyo en particular de su esposa, exministra angoleña y antigua administradora del Banco Mundial), tal vez contribuya a reducir los desvíos de fondos públicos (corrupción), y por consiguiente a la privatización de las gallinas de los huevos de oro, la pequeña corrupción se perpetuará sin duda a causa del empobrecimiento del personal funcionarial, pero dicha decisión no permitirá resolver los problemas de paro y pobreza ni las injusticias sociales que se derivan de la naturaleza de la economía capitalista, que es la opción de los dirigentes angoleños.

De la crítica de las clases dirigentes

Las multitudes que se manifestaron en Angola y Nigeria expresaron más o menos el rechazo práctico, empírico, de la prolongación de esta opción, común a las clases dirigentes de estos dos países petroleros: el sueño de otra Angola (“una Angola mejor”, que por lo visto también desea João Lourenço 21 ) y de otra Nigeria (“Estamos más resueltos no solo a presionar a favor de la justicia, sino también en pro de una nueva Nigeria mejor, en la que todos los ciudadanos estén seguros y puedan prosperar” 22 ). A menudo, sin denunciar el neocolonialismo ni el neoliberalismo. Además, la gente no duda en recurrir al lenguaje de las IFI, preconizando la buena gobernanza como uno de los objectivos de su lucha –las palabras no carecen de importancia: para el FMI y el BM, que han propagado la expresión, se trata de la buena gobernanza  del neoliberalismo, neocolonial en lo tocante a los Estados africanos en general–, y afirmar que no tiene ninguna motivación política 23 , cosa bastante lógica.

De todos modos, estos movimientos no son homogéneos. Así, en el caso nigeriano, tras la masacre de Lekki, cuando colectivos de manifestantes, al tiempo que condenaban los actos de destrucción de bienes públicos (comisarías de policía…) y privados, de pillaje de centros comerciales y demás, llamaron a abandonar la calle y proceder a una retirada a las redes sociales, la Alliance on Surviving Covid and Beyond (ASCAB) 24 , por ejemplo, expresó por su parte el deseo de (re)dinamzar las luchas sociales, en un lenguaje que habrá quien lo califique de ideológico: “Las siguientes organizaciones y representantes de la gente trabajadora organizada apoyamos inequívocamente a los y las manifestantes #EndSARS y al movimiento masivo de protesta y llamamos a nuestros miembros a sumarse a las protestas. Preconizamos una intervención consciente del pueblo trabajador y de sus organizaciones, y de manera que permita allanar el camino a un diálogo estructurado y robusto dentro del movimiento, y entre la gente oprimida y resistente, sobre el camino a seguir. […] El gobierno y la elite gobernante son ahora muy débiles y están divididos. No saben qué hacer. Así que ha llegado la hora de impulsar nuestras reivindicaciones sindicales. El personal sanitario ha de reanudar sus huelgas. Las y los enseñantes deben organizarse para la acción en relación con las promesas que les ha hecho Buhari. Los sindicatos NLC y el TUC deben planificar acciones frente al aumento de los precios del combustible y de la electricidad y para la plena implementación del salario mínimo en todos los Estados federados, así como en relación con la brutal represión gubernamental contra las protestas populares 25 .”

En cuanto a la heterogeneidad del movimiento angoleño, se ha manifestado recientemente a través de las respuestas dadas a la invitación al diálogo emitida por João Lourenço. Organizaciones de la juventud manifestante respondieron favorablemente y participaron el 26 de octubre de 2020, entendiendo que era una oportunidad para buscar junto con el poder vías de resolución de los azotes sociales que motivan las movilizaciones. Otras, en cambio, consideran que del MPLA, que gobierna desde hace 45 años y que ha despreciado al pueblo al enviar a la policía, que ha cometido asesinatos en determinadas ocasiones, no cabe esperar ningún cambio de naturaleza o abandono de sus intereses contrarios a los del pueblo angoleño. De todos modos, unas y otras se movilizan en torno a la organización de las primeras elecciones municipales, esperando sin duda una derrota del MPLA y una posible presión popular sobre las y los representantes electos, entre quienes hay revús.

Esta posición puede beneficiar al principal partido de oposición, UNITA, que apoya a la juventud manifestante pese a no oponerse en absoluto –pues es procapitalista desde la llamada guerra fría– a las orientaciones generales del neocolonialismo colectivo, actualmente neoliberalizado, cuyos intereses comparte cada vez más el MPLA en el poder, y causante de la gravedad de la situación social contestada por una parte de la juventud angoleña. Del mismo modo que la de Nigeria, después de otras en África y, ojalá, antes y al mismo tiempo que otras más 26 . Esto viene a ser una promesa de alternancia sin alternativa (económica, social, política…) en Angola, característica de las elecciones supuestamente democráticas –cuando tienen lugar– en África, y no solo en este continente, como se ha visto en Nigeria después de los regímenes militares.

En Angola y en Nigeria, como en otras partes, estas manifestaciones contra las violencias policiales y la corrupción y por la justicia social, pueden ser el acicate de una conciencia de la necesidad, optada, de una alternativa, global y emancipadora, al neocolonialismo. Al margen de las particularidades locales, determinantes, la alternativa solo será posible, sin embargo, a partir al menos de la autoorganización combativa de las clases populares, de las mujeres y de la juventud, condenadas de estas tierras, permanente, diversificada y federada –superando las instrumentalizaciones de la etnicidad y de la religión, denunciadas por la dinámica de #EndSARS, por ejemplo–, elaborando colectivamente, de la manera más amplia y democrática posible, sobre la sociedad, el movimiento y sus perspectivas, sin olvidar los contextos africano y mundial.

Pese a la aceleración que parece caracterizar nuestra época 27 , esta labor solo podrá efectuarse sin precipitación, teniendo en mente la trayectoria de los levantamientos populares recientes en África (recuperación por los representantes políticos de los intereses contrarios a la emancipación popular) y en otras partes del mundo 28 , habiendo comprobado la resiliencia del neocolonialismo colectivo y confirmado de nuevo la fuerza del capitalismo como sistema multidimensional, dotado de una inmensa capacidad de seducción (incluso en el campo antineoliberal, léase anticapitalista) y mostrándose autoritario, todavía más autoritario, incluso en los país generalmente considerados de tradición democrática. No más que ayer, hoy en Angola y Nigeria, en África y otras partes, no hay un buen atajo para la autoemancipación deseosa de legar a las generaciones futuras no solo unas sociedades basadas en los principios de soberanía popular, de igualdad social y entre mujeres y hombres, de respeto de la libertad de expresión, de la dignidad humana, de las diferencias (orientaciones sexuales, por ejemplo), etc., pero también un planeta en buena salud. Esto no es posible bajo el capitalismo.

À luta continua!

12 de deciembre 2020

Traducción de Viento Sur

  • 1Adeniyi Ademoroti, “#EndSARS excluded queer protesters. What will it take for acceptance?”, African Arguments, 28/10/2020, https://africanarguments.org/2020/10/28/endsars-excluded-queer-protesters-what-will-it-take-for-acceptance/.
  • 2La feminista Angel Nduka-Nwosu (#SayHerNameNigeria, que trabaja sobre “las prácticas machistas a manos de la policía nigeriana”, llamó la atención sobre los hechos, entre otros (que se produjeron también fuera de Nigeria), de que “en una de las manifestaciones para #ENDSARS en el Estado de Edo, tres mujeres beninesas fueron violadas por hombres que se cree que protestaban contra la brutalidad de la SARS. En Lagos hubo muchos casos de mujeres que fueron molestadas, acosadas e incluso golpeadas en la cara por manifestantes masculinos al grito de ‘no permitiremos que nos dirija una mujer’”, A. Nduka-Nwosu, “ #ENDSARS: Is a Woman’s Place Really in the Revolution?”, African Feminism, 25/10/2020, https://africanfeminism.com/endsars-is-a-womans-place-really-in-the-revolution/.
  • 3Femi Aborisade, “Nigeria’s movement against brutality and poverty”, en Femi Aborisade y Andy Wynne, “#EndSARS: Nigeria’s Mass Movement Protest”, Roape, 27/10/2020, https://roape.net/2020/10/27/endsars-nigerias-mass-movement/.
  • 4Abiodun Bagmiboye, Chinedu Bosah, “SPN [Socialist Party of Nigeria] Condemns Suspension of Strike by NLC and TUC Leadership”, Democratic Socialist Movement, 29/09/2020, http://www.socialistnigeria.org/4741/2020/09/29/spn-condemns-suspension-of-strike-by-nlc-and-tuc-leadership/.
  • 5Citado por Kabiru Yusuf, “Nigerian universities on strike for one of every five years since 1999, data shows”, Premium Times, 04/11/2020, https://www.premiumtimesng.com/news/headlines/426119-nigerian-universities-on-strike-for-one-of-every-five-years-since-1999-data-shows.html. Para formarse una idea del estado de la universidad pública nigeriana, véase, por ejemplo, la entrevista al presidente de la Academic Staff Union of Universities, Abiodun Ogunyemi, realizada por Iyabo Lawal, “Strike will continue as long as govt withholds our salaries, says ASUU”, The Guardian, 29/10/2020, https://guardian.ng/features/strike-will-continue-as-long-as-govt-withholds-our-salaries-says-asuu/.
  • 6Alfred Olufemi, “October 1: #RevolutionNow organisers call for nationwide protest”, Premium, 25/09/2020, https://www.premiumtimesng.com/news/more-news/416862-october-1-revolutionnow-organisers-call-for-nationwide-protest.html.
  • 7Por cierto que para una parte de la calle, la elite política y de negocios de Lagos, “al constatar el bloqueo de sus operaciones y sus empresas, tiene en efecto una parte de responsabilidad en este baño de sangre”, afirma Jean-Christophe Servant en “Au Nigéria, le grand dessillement”, Les blogs du Diplo, 06/11/2020, https://blog.mondediplo.net/au-nigeria-le-grand-dessillement.
  • 8Dimeji Akinloye, “Dangote, Elumelu Under Fire for ‘Attempting to Corner’ #EndSARS Protesters”, Business Elite Africa, 15/10/2020, https://businesselitesafrica.com/2020/10/14/dangote-elumelu-under-fire-for-attempting-to-corner-endsars-protesters/; Alfred Olufemi, “#EndSARS: Kwara Governor speaks on controversial meeting with Dangote, Wizkid, others”, Premium Times, 15/10/2020, https://www.premiumtimesng.com/regional/north-central/421092-endsars-kwara-governor-speaks-on-controversial-meeting-with-dangote-wizkid-others.html. También se ha hablado de un intento de dividir el movimiento mediante la instrumentalización de las identidades étnicas y religiosas, aprovechando el hecho de que el jefe del Estado es originario del norte y musulmán, de donde provienen muchas personas que apoyan a la SARS, y de que las movilizaciones son más dinámicas en el sur, donde se encuentran, por ejemplo, Lagos y los Estados petroleros en los que el paro juvenil es igual de masivo que en otras partes (cf., por ejemplo, Seye Olumide, “Rights group urges Nigerians to reject ehnic sentiment on #EndSARS protests”, The Guardian, 01/11/2020, https://guardian.ng/news/rights-group-urges-nigerians-to-reject-ethnic-sentiment-on-endsars-protests/).
  • 9Baba Aye, “ #EndSARS: rébellion, répression & résistance à Nigéria”, Amandla! n.º 73/74, diciembre de 2020, (p. 45-48), p. 46.
  • 10Es la adaptación de una frase de Fanon sobre el racismo, pronunciada en su intervención en el primer Congreso de Escritores y Artistas negros (París, 1956): “El racismo no es un todo, sino el elemento más visible, más cotidiano, y por decirlo todo, en determinados momentos, el más burdo de una estructura dada”, F. Fanon, “Racisme et Culture”, reproducido en Pour la révolution africaine: écrits politiques, París, La Découverte, 2006 [François Maspero, 1964], (p. 37-52), p. 39.
  • 11Sobre la masacre de 43 agricultores por Boko Haram a finales de noviembre: “We informed Military Before The Attack But Nothing Was Done, Zabarmari Residents Say”, Sahara Reporters, 30/11/2020, http://saharareporters.com/2020/11/30/we-informed-military-attack-nothing-was-done-zabarmari-residents-say.
  • 12Ayo Sogunro, “Why #EndSARS won’t quit”, Africa Arguments, 15/10/2020, https://africanarguments.org/2020/10/15/why-endsars-wont-quit/.
  • 13Discurso completo: “Buhari’s address on #EndSARS protests”, 22/10/2020, https://healthwise.punchng.com/full-speech-buharis-address-on-endsars-protests.
  • 14Ibid.
  • 15La privatización de la compañía nacional de electricidad en 2013 no ha resuelto los problemas de la red eléctrica nacional nigeriana, sino todo lo contrario, la situación ha empeorado.
  • 16El MPLA recibió el apoyo de la URSS y Cuba, mientras que sus adversarios, la Unión por la Independencia Total de Angola (UNITA) y el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) contaban con el respaldo de EE UU, Europa Occidental y la Sudáfrica del apartheid.
  • 17Simão Hossi, “Angola: la police abat un jeune de 23 ans pour infraction aux règles de confinement, selon les médias locaux”, Global Voices en Français, 24/08/2020, https://fr.globalvoices.org/2020/08/24/255136/. Véase también, por ejemplo, del mismo autor, “En Angola, des manifestant•e•s réclament justice pour Sílvio Dala, un médecin décédé en garde à vue”, Global Voices en Français, 25/09/2020), https://fr.globalvoices.org/2020/09/25/256609/.
  • 18Según el Banco Mundial, “el número absoluto de pobres en Angola creció de 4,9 millones a 6,7 millones entre 2000 y 2014, superando los 10 millones en 2018”, para una población de unos 31 millones de personas, World Bank, Angola Poverty Assessment, 24/06/2020, p. ii, https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/34057.
  • 19Según el título del libro de Estelle Maussion (periodista de Jeune Afrique), La Dos Santos Company. Mainmise sur l’Angola, París, Karthala, 2019. Véase asimismo las Luanda Leaks del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ), https://www.icij.org/investigations/luanda-leaks/.
  • 20Véase, por ejemplo, la larga lista elaborada por un miembro del ICIJ, Max de Haldevang, All the Companies tied to Isabel dos Santos, Quartz, 19/01/2020, https://qz.com/1787088/all-the-companies-tied-to-isabel-dos-santos/.
  • 21Así lo declaró a una delegación de la juventud manifestante, a la que recibió el 26 de noviembre de 2020 para dialogar.
  • 22Coalition of Protest Groups, “A Statement from The Coalition of Protest Groups Accross Lagos and Nigeria” (cpgnigeria.medium.com, 23/10/2020, https://cpgnigeria.medium.com/a-statement-from-the-coalition-of-protest-groups-across-lagos-and-nigeria-524ff25e1a64).
  • 23“Estas protestas nunca han estado motivadas políticamente. No es cuestión de etnicidad o tribalismo. La gente joven de todo el país pide justicia, buena gobernanza, responsabilidad y reformas”, Coalition of Protest Groups, idem. De ahí, como en todo el mundo, la reivindicación, frente al aumento de las desigualdades sociales, de una supuesta justa redistribución de la riqueza, sin cuestionar el capitalismo, en una nostalgia injustificada por la época del capitalismo de posguerra, por el Estado providencia o Estado de bienestar. Esto es lo que diferencia hoy en día el antineoliberalismo (anti-anticapitalista) del anticapitalismo.
  • 24Coalición de organizaciones de trabajadoras y trabajadores y una setentena de organizaciones de ls sociedad civil creada “para la protección del interés de la gente trabajadora y vulnerable y pobre frente al impacto económico y sociocultural profundo de la covid-19 en Nigeria”, Sahara Reporters, “Covid-19: Falana Heads New Coalition to Champion Workers’ Interest, Welfare”, 29/04/2020, http://saharareporters.com/2020/04/29/covid-19-falana-heads-new-coalition-champion-workers’-interest-welfare.
  • 25 Extracto de la declaración publicada en Andy Wynne, “#EndSARS Protestors in Nigeria Need Our Solidarity”, en Femi Aborisade y Andy Wynne, op. cit.
  • 26En el momento en que termino la redacción de este artículo, el movimiento #EndSARS trata de relanzar, pese a las amenazas de represión proferidas abiertamente por el jefe de la policía nigeriana, y a media voz por el jefe del Estado, con el apoyo en cierto modo de organizaciones de la sociedad civil (incluido un sindicato de estudiantes) –una sociedad civil que también alberga intereses divergentes, incluso contradictorios–, que manifiestan su hostilidad a una nueva movilización alegando que comportaría inevitablemente destrucciones y pillajes. Por otro lado, el gobierno ha anunciado una rebaja muy ligera del precio del carburante en surtidor –un precio que en pocos meses había aumentado cinco veces– y no descarta una futura rebaja del precio de la electricidad.
  • 27Hartmut Rosa, Accélération. Une critique sociale du temps, París, La Découverte, 2010 [Berlín, 2005].
  • 28Por ejemplo, en una entrevista, el cofundador del movimiento burkinés Le balai citoyen, el artista Smockey, afirma: “Hemos visto lo que ha ocurrido con Podemos, en España, y hemos aprendido la lección, hemos encontrado otras maneras de meternos en el agua sin mojarnos [risas]. Veremos el resultado dentro de algunos años” (declaraciones recogidas por Séverine Kodjo-Grandvaux), “La vraie question est de savoir si ce sont les élites qui ont trahi les peuples”, Le Monde, 05/10/2020, https://www.lemonde.fr/afrique/article/2020/10/05/smockey-la-vraie-question-est-de-savoir-si-ce-sont-les-elites-qui-ont-trahi-les-peuples_6054856_3212.html.

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