Tras veinte años en el poder, Recep Tayyip Erdogan gana de nuevo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 28 de mayo de 2023. Frente a su rival Kemal Kilicdaroglu, que obtuvo el 47,84% de los votos, Erdogan, cuyo bloque también había obtenido la mayoría en el Parlamento, se impuso con el 52,16%. Esto significa que el "Reis" probablemente gobernará con un régimen autocrático, fascistizante e islamista durante otros cinco años.
El bloque reaccionario obtiene la mayoría en el Parlamento
El bloque formado en torno a Recep Tayyip Erdogan es probablemente una de las coaliciones más reaccionarias de la historia política del país. Desde 2015, el AKP está en alianza con el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), de extrema derecha. Para estas elecciones, Erdogan ha incluido en su bloque al partido islamista Yeniden Refah, liderado por Fatih Erbakan, hijo del líder histórico del islam político en Turquía, Necmettin Erbakan.
Otro ala más islamista de la extrema derecha, el Partido de la Gran Unión (BBP), también forma parte del bando de Erdogan. También se une a este bloque el HÜDA-PAR, el partido legal turco de Hezbolá, que tiene su base principal en la región kurda y que en la década de 1990 fue utilizado como fuerza armada por el Gladio turco contra el PKK y cometió numerosas masacres. El régimen intentará utilizar esta organización para romper la hegemonía del movimiento político kurdo, que se ha mantenido firme a pesar de un feroz nivel de represión desde 2015.
En las elecciones parlamentarias del 14 de mayo, que se celebraron al mismo tiempo que la primera vuelta de las presidenciales, el bloque pro-Erdogan obtuvo 323 de los 600 diputados, con el 49,4% de los votos. Aunque el número de diputados fue inferior al de 2018, cuando obtuvo 344, Erdogan sigue teniendo mayoría en el Parlamento, lo que le permite aprobar o bloquear propuestas legislativas. Los resultados obtenidos por el AKP también han bajado, pero el MHP, que se estimaba que había caído a alrededor del 6-7%, casi ha recuperado su nivel de 2018, alcanzando el 10%. No obstante, cabe señalar que el bloque lidera en casi todas las ciudades de la zona del terremoto.
Una derrota para la oposición
Frente a este bloque estaba la Alianza de la Nación, cuyo principal partido es el Partido Republicano del Pueblo (CHP), de centro-izquierda y fundador de la República. El otro "gran partido" de este bloque es el Partido Bueno de Meral Akşener (IYIP), escindido de la extrema derecha, que representa un nacionalismo más laico que el MHP, pero que intenta reposicionarse hacia el centro-derecha.
La alianza incluye también dos partidos cuyos líderes son antiguos dirigentes del AKP, el de Ahmet Davutoğlu, ex primer ministro, y el de Ali Babacan, ex ministro de Economía. Por último, también forman parte de este bloque el Saadet Partisi (SP), procedente de la histórica corriente islamista de la que surgió el AKP, y otro pequeño partido de derechas.
Políticamente, esta alianza opositora defendía la vuelta a un sistema parlamentario (abolido por Erdogan en 2017 tras un referéndum) y la recuperación de la economía mediante la restauración del neoliberalismo con ciertos rasgos "sociales". Con el 35,4% de los votos, el bloque opositor obtuvo 212 escaños, 23 más que en las anteriores elecciones.
Los partidos de Babacan y Davutoğlu, así como el SP, cuyos candidatos se presentaron bajo las listas del CHP, parecen haber contribuido en un 3% a los resultados del CHP. Estos partidos de derechas obtuvieron 40 escaños, aunque sólo han aportado 22. Los puestos reservados a los candidatos de derechas en estas listas habían suscitado debate entre las bases del CHP.
Giro nacionalista de la oposición tras la primera ronda.
En las elecciones del 14 de mayo, a pesar de todos los pronósticos de la oposición, Erdogan había obtenido el 49,5% de los votos, superando por 5 puntos al líder de La Alianza de la Nación, que sólo tenía el 44,8%. Dada la importancia del Presidente de la República en el sistema autocrático, la victoria de Kılıçdaroğlu fue decisiva para el cambio de régimen. Kılıçdaroğlu lideró una campaña que abarcó a amplios sectores de la población. El hecho de que sea un kurdo aleví (una corriente minoritaria del islam considerada una herejía por el sunismo tradicional) había suscitado debates, pues muchos creían que no sería capaz de unificar a la oposición. Sin embargo, el líder del CHP dirigió una campaña en la que reivindicaba con orgullo su condición de aleví y hacía un llamamiento a la reconciliación entre los pueblos de Turquía frente a las políticas polarizadoras de Erdogan.
Un tercer candidato, Sinan Ogan, ultranacionalista procedente de las filas del MHP, obtuvo el 5,2%. Candidato de un pequeño bloque nacionalista, antimigrante y antikurdo, se negó a apoyar a Kilicdaroglu, sobre todo porque este último también contaba con el apoyo del partido prokurdo HDP, ocupando así una posición crucial para la segunda vuelta.
Para ganarse al electorado de Ogan, Kilicdaroglu, candidato a su vez de un bloque formado por diversas corrientes de centroizquierda, conservadoras, islamistas y de extrema derecha, dio un giro nacionalista.
En el contexto de una victoria de Erdogan, predijo que llegarían al país 10 millones de nuevos migrantes, que las ciudades estarían bajo el control de los refugiados y de la mafia, que las jóvenes ya no podrían salir solas, que aumentaría la violencia contra las mujeres (a causa de los refugiados) y que, finalmente, Erdogan haría concesiones al "terrorismo" (y, por tanto, al movimiento kurdo). Intentaba así subirse a la ola (masiva, tanto entre los turcos como entre los kurdos) del sentimiento antimigración diciendo que iba a devolverlos a todos a su país, pero también darle la vuelta al principal argumento de campaña de Erdogan, que la oposición apoyaba el "terrorismo" del PKK.
De hecho, el hecho de que el HDP (izquierda prokurda) apoyara a Kilicdaroglu (él mismo kurdo y aleví, minoría religiosa demonizada por la mayoría suní) y que prometiera liberar a Selahattin Demirtaş (antiguo líder del HDP, encarcelado durante 7 años) había sido el principal ángulo de ataque de Erdogan contra la oposición. Tras pronunciar un discurso más democrático antes de la primera vuelta, Kılıcdaroglu acabó criticando al propio Erdogan por haber llevado a cabo negociaciones con el movimiento kurdo (2009-2014).
Al final, Ogan prefirió expresar su apoyo a Erdogan, pero el mayor partido del bloque por el que Ogan había sido candidato, el Partido de la Victoria, cuya principal postura política era el nacionalismo antimigrante, declaró su apoyo a Kilicdaroglu. Kilicdaroglu firmó entonces un protocolo con este partido, en el que se reafirmaba la postura antimigrante, pero en el que también se comprometía (en el marco de la ley) a seguir nombrando administradores en lugar de alcaldes (del HDP) en la región kurda, que serían acusados de tener vínculos con el PKK (unos cincuenta municipios se encuentran en esta situación). Aunque el HDP protestó contra esta decisión, siguió pidiendo el voto para Kilicdaroglu, pero la participación en el Kurdistán, que ya estaba por debajo de la media turca en la primera vuelta, cayó aún más en la segunda. A pesar de todo, el candidato de la oposición ganó en todas las ciudades de la región kurda.
HDP, TIP y Alianza Trabajo y Libertad
Otra alianza de oposición se denominó "Trabajo y Libertad", formada por el HDP (Partido Democrático de los Pueblos, partido de izquierda surgido del movimiento kurdo), el TIP (Partido de los Trabajadores Turcos, donde militan nuestros camaradas de la Cuarta Internacional) y otras cuatro formaciones de izquierda radical. Para las elecciones presidenciales, esta coalición apoyó a Kılıçdaroğlu. Para las elecciones presidenciales, el HDP participó en las elecciones con su "partido de repuesto", dada la posibilidad de ser ilegalizados, el Partido Verde-Izquierda (YSP).
El TIP no se presentó en las ciudades donde el HDP tenía una amplia mayoría (Kurdistán) y en algunas donde corría el riesgo de perder diputados frente al HDP y el CHP; presentó listas en 52 ciudades de 81. El hecho de que el TIP quiera presentarse como parte de la alianza pero con listas independientes en algunas ciudades es un tema que ha suscitado mucho debate. En opinión del HDP, el TIP debería haber incluido a sus candidatos en las listas del YSP, argumentando que tener dos listas competidoras dentro de la misma alianza dividiría los votos y provocaría la pérdida de posibles representantes electos.
TIP tenía otra propuesta. El partido llevaba varios meses experimentando un aumento de sus afiliados. Desde mediados de enero se ha cuadruplicado, pasando de 10.000 a 40.000 afiliados en cuatro meses, debido en gran parte a su movilización en solidaridad con la ciudad de Hatay (Antioquía), gravemente afectada por el terremoto. Esta participación, y sobre todo la simpatía expresada hacia el partido y sus representantes electos, que han llevado a cabo una política muy combativa durante los últimos 5 años, procedía de sectores políticos y sociales muy diferentes de los que habían votado anteriormente al HDP. Una parte importante procedía de la izquierda del CHP, pero también de un electorado que antes había votado a la derecha pero que (especialmente a través de los miembros electos del TIP) había descubierto una izquierda combativa que no se andaba con rodeos frente a las fuerzas dominantes y anteponía los derechos de los trabajadores. Estaba claro que el TIP no habría podido canalizar todos estos votos hacia las listas del HDP-YSP. Así que su propuesta era que los candidatos de la alianza se presentaran en determinadas ciudades bajo las listas del TIP (incluso incluyendo a candidatos del HDP en la parte superior de la lista) y así tener una pluralidad de tácticas de candidatura dependiendo de las especificidades demográficas, étnicas y sociales de las localidades. Esto habría aumentado los resultados de la alianza a nivel nacional, así como el número de representantes electos. Al final, sin embargo, los dos partidos fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre esta táctica, gestionaron mal la polémica (lo que tuvo repercusiones perjudiciales en las redes) y el TIP acabó presentando sus propias listas en unas cincuenta localidades. Las listas del TIP también incluían candidatos de dos corrientes trotskistas, el Partido de la Democracia Obrera (PDI) y la Asociación Internacional de Solidaridad Obrera (UID-DER).
El HDP-YSP obtuvo un 8,8% en las elecciones parlamentarias, un 3% menos que en las anteriores. Aún es demasiado pronto para hacer un análisis significativo, pero parece que el apoyo a Kılıçdaroğlu en las elecciones presidenciales se entendió como apoyo al CHP (en las elecciones parlamentarias) y por eso los votos fueron a parar a ese partido. Por otro lado, la barrera del 10% (para entrar en el Parlamento) fue una importante fuente de motivación para votar a este partido y permitir su representación en el Parlamento (y reducir la del bloque opositor). El hecho de que esta barrera se sitúe actualmente en el 7% (un umbral que el HDP debería haber superado fácilmente según las estimaciones) también debe haber sido un factor, y parte del electorado de izquierdas que había votado anteriormente al HDP volvió a votar al CHP y en parte al TIP. Por último, sabemos que ciertos sectores más conservadores y nacionalistas, sobre todo entre el pueblo kurdo, se oponen a las alianzas con la extrema izquierda turca, y esto también debe haber influido en los resultados.
Los resultados del PSY, considerados un fracaso por el partido, han desatado el debate y, en particular, las duras críticas de Selahattin Demirtaş, cuyas relaciones con la dirección eran tensas desde hacía varios años. Tras haber desempeñado un papel importante desde su celda durante la campaña (mediante visitas diarias de sus abogados y una twitter gestionada desde el exterior con sus instrucciones) Demirtaş declaró que se retiraba de la "política activa". El HDP se embarca así en un proceso de debate interno que culminará en su próximo congreso.
En este panorama de pesadilla, un magro (pero significativo) consuelo es el resultado obtenido por el TIP. Por primera vez desde 1965, un partido socialista que pretende representar la causa de la clase obrera ha conseguido entrar en el Parlamento con sus propios votos (y no siendo elegido en la lista de otro partido). El TIP obtuvo el 1,7% del millón de votos emitidos, presentándose en sólo 2/3 del territorio, por lo que probablemente supere el 2% en el conjunto. Obtuvo así cuatro diputados, tres de los cuales ya estaban en el parlamento anterior. El cuarto, Can Atalay, elegido diputado por Hatay, es un reputado abogado implicado en todas las luchas del país y que actualmente lleva un año detenido y condenado a 18 años de cárcel por haber sido uno de los principales portavoces del levantamiento de Gezi en 2013. El caso de Can está actualmente en apelación, y legalmente debería poder salir para ocupar su puesto en el Parlamento, pero el régimen se niega a liberarlo por el momento.
Reconstruir la conciencia de clase
Aunque las condiciones en las que se desarrollaron las campañas fueron muy desiguales (control de Erdogan sobre los medios de comunicación, etc.) y hubo muchos casos de fraude, hay que reconocer que el régimen triunfó a pesar de todo. Ni la crisis económica ni los terremotos de febrero, y menos aún los ataques a la democracia, provocaron una ruptura con el régimen por parte del electorado conservador y popular. Al contrario, el descontento de las clases trabajadoras se expresó dentro del bloque reaccionario pero hacia corrientes aún más radicales que el AKP.
Los resultados electorales demuestran una vez más que la defensa de los valores democráticos y laicos no basta para derrotar al régimen de Erdogan. Si el bando de Erdogan aglutina a diferentes clases sociales, lo mismo ocurre con el bloque de la oposición. Una vez más vemos que la derechización de la oposición, lejos de ser una solución, refuerza aún más el régimen y la ideología burguesa, nacionalista e islamista dominante. Necesitamos construir otro tipo de polarización para romper la hegemonía tanto de los reaccionarios como del bloque de la oposición. Una polarización que disocie los intereses de la clase obrera y de los oprimidos de los de la patronal, ya sea laica o islamista. La lucha contra el autoritarismo debe revestirse de un contenido social y de clase. Y esto significa reconstruir el "factor subjetivo", la conciencia de clase, la capacidad de autoorganización de los explotados, de las mujeres contra la dominación patriarcal, y la unificación de los trabajadores locales y migrantes, turcos, kurdos, sirios y afganos. Este es el principal reto al que se enfrenta la izquierda radical, desde el HDP hasta el TIP y las demás corrientes de la izquierda revolucionaria. Hay que reconocer que la situación no es fácil. Reconocemos nuestra derrota, pero nos negamos a rendirnos y a abandonar la lucha. Conscientes de que la libertad y la igualdad sólo las conseguirán los propios trabajadores, como nos gusta decir aquí, nos servimos una taza de té y volvemos al trabajo...
1 de Junio 2023