Borrador de Manifiesto del marxismo revolucionario en la era de la destrucción ecológica y social capitalista

Romper con el crecimiento capitalista, por una alternativa ecosocialista

Adoptado en el Comité Internacional de Febrero 2024

La dirección de la Cuarta Internacional ha aprobado, como primer borrador, un Manifiesto Ecosocialista, que se debatirá en nuestro próximo Congreso Mundial de febrero de 2025 (véase más abajo).  
Este documento se basa en nuestra creencia de que es necesaria una sociedad ecosocialista, liberada de la dominación de clase, género, raza o colonial, y que sólo puede lograrse a través de una revolución. El Manifiesto trata de evaluar las mejores vías y medios para alcanzar este objetivo.
Nos interesaría recibir comentarios, críticas y argumentos de científicos relevantes, pensadores marxistas y movimientos sociales y políticos significativos.  No pretendemos tener el monopolio de la verdad, y creemos que el diálogo con otras fuerzas radicales y revolucionarias es necesario, de hecho indispensable, si queremos avanzar en la lucha.

Versión PDF

Introducción

INTR.1.1. Este manifiesto es un documento de la Cuarta Internacional, fundada en 1938 por León Trotsky y sus camaradas para salvar el legado de la Revolución de Octubre del desastre estalinista.  Rechazando el dogmatismo estéril, la Cuarta Internacional ha integrado en su pensamiento y en su práctica los retos de los movimientos sociales y de la crisis ecológica. Sus fuerzas son limitadas, pero están presentes en todos los continentes y contribuyeron activamente a la resistencia al nazismo, al Mayo del 68 francés, a la solidaridad con las luchas anticoloniales (Argelia, Vietnam), al impulso del movimiento antiglobalización y al desarrollo del ecosocialismo. 

La Cuarta Internacional no se considera la única vanguardia; en la medida de sus fuerzas, participa formaciones anticapitalistas más amplias.  Su objetivo es contribuir a la formación de una nueva Internacional, de carácter de masas, de la que sería uno de sus componentes.

INTR.1.2. Nuestra época se caracteriza por una doble crisis histórica: la policrisis de la civilización capitalista y la crisis de la alternativa socialista frente ella.

INTR.1.3 Si la Cuarta Internacional publica este Manifiesto en 2025, es porque está convencida de que es más necesario que nunca un proceso de revolución ecosocialista, a distintas escalas territoriales, pero con una dimensión planetaria: ahora no sólo se trata de poner fin a las regresiones sociales y democráticas que acompañan a la expansión capitalista mundial, sino que también de salvar a la humanidad de una catástrofe ecológica sin precedentes en la historia de la humanidad. Estos dos objetivos están inextricablemente unidos.

INTR.1.4. Sin embargo, el proyecto socialista que está en la base de nuestras propuestas requiere una profunda refundación que conecte con la diversidad de experiencias y grandes movimientos que luchan contra todas las formas de dominación y opresión (de clase, de género, de comunidades nacionales dominadas, etc.). El socialismo que proponemos es radicalmente diferente de los modelos que dominaron en el siglo pasado o de cualquier régimen estatista o dictatorial: es un proyecto revolucionario, radicalmente democrático, alimentado por la contribución de las luchas feministas, ecologistas, antirracistas, anticolonialistas, antimilitaristas y LGBTQ+.

INTR.1.5. Desde hace algunas décadas venimos utilizando el término ecosocialismo porque estamos convencidos de que las amenazas y los desafíos globales que plantea la crisis ecológica deben impregnar todas las luchas en el seno y contra el orden globalizado existente y exigen una reformulación del proyecto socialista. La relación con nuestro planeta, la superación de la "ruptura metabólica" (Marx) entre las sociedades humanas y su entorno vital, y el respeto del equilibrio ecológico del planeta no son sólo capítulos de nuestro programa y estrategia, sino su hilo conductor.

INTR.1.6. La necesidad de actualizar los análisis del marxismo revolucionario siempre ha inspirado la acción y el pensamiento de la Cuarta Internacional. Un enfoque que mantenemos en el trabajo de redacción de este Manifiesto Ecosocialista: queremos contribuir a formular una perspectiva revolucionaria capaz de hacer frente a los desafíos del siglo XXI. Una perspectiva que se inspire en las luchas sociales y ecológicas y en las reflexiones críticas genuinamente anticapitalistas que se están desarrollando en todo el mundo.

1. La necesidad objetiva de una revolución ecosocialista, antirracista, antimilitarista, anticolonialista y feminista

1.1. El capital está ganando, pero su triunfo lo sume en las contradicciones insalvables puestas en evidencia por Marx. Frente a esta contradicción, Rosa Luxemburg advirtió en 1915: "Socialismo o barbarie". Esta advertencia es más actual que nunca, ya que la catástrofe que crece a nuestro alrededor no tiene precedentes. De hecho, a las plagas de la guerra, el colonialismo, la explotación, el racismo, el autoritarismo, las opresiones de todo tipo, se le añade una nueva plaga que agrava todas las demás: la destrucción acelerada por el capital del medio natural del que depende la supervivencia de la humanidad.

1.2. Los científicos han identificado ocho indicadores globales de sostenibilidad ecológica y señalado los límites de peligrosidad para siete de ellos. Debido a la lógica capitalista de acumulación, al menos siete de los indicadores ya han traspasado esos límites: clima, la integridad funcional de los ecosistemas, ciclo del nitrógeno, ciclo del fósforo, las aguas dulces subterráneas, las aguas dulces superficiales y la superficie de los ecosistemas naturales. Seis de ellos incluso superan el límite superior (sólo el clima no lo supera). Las poblaciones pobres son sus principales víctimas, sobre todo en los países del Sur Global1.

1.3. Bajo el yugo de la competencia, la gran industria y las finanzas refuerzan su despótico dominio sobre las personas y la Tierra. Y a pesar de los gritos de alarma de la ciencia, la destrucción continúa. El afán de lucro, como un autómata, exige cada vez más mercados y cada vez más mercancías, lo que significa más explotación de la fuerza de trabajo y saqueo de los recursos naturales.

1.4. El capital legal, el llamado capital criminal y la política burguesa están estrechamente entrelazados. La Tierra está siendo comprada a crédito por los bancos, las multinacionales y la gente rica. Los gobiernos estrangulan cada vez más los derechos humanos y democráticos mediante la represión brutal y el control tecnológico. Un nuevo fascismo ofrece sus servicios para salvar el sistema mediante la mentira, el racismo, el sexismo, la xenofobia y la demagogia social.

1.5. Decir que los límites de la sostenibilidad también se sobrepasan en el plano social es quedarse corto.

1.6. Con sus yates, sus jets, sus piscinas, sus enormes campos de golf exclusivos, sus numerosos vehículos todoterrenos, su turismo espacial, sus joyas, su alta costura y sus lujosas casas en los cuatro puntos cardinales del planeta, el 1 % más rico posee nada menos que el 50 % de la riqueza mundial. El efecto derrame es un mito. La riqueza se derrama hacia los ricos, no al contrario. La pobreza aumenta incluso en los países desarrollados. Las rentas del trabajo se reducen sin piedad, la protección social –allí donde existe– se desmantela. La economía capitalista mundial flota en un mar de deudas, explotación y desigualdades.

1.7. La injusta distribución de los recursos genera desastres medioambientales entre los diferentes grupos étnico-raciales. Por ejemplo, en las sociedades capitalistas desarrolladas y, a menudo, en las que están en vías de desarrollo, las personas pobres y racializadas son las que suelen vivir en los territorios más afectados por la contaminación y por una mayor concentración de basuras, así como en las zonas de riesgo carentes de planificación urbanística, como laderas y colinas. El racismo ambiental es otra cara de la exclusión que el capitalismo impone a las personas racializadas y pobres.

1.8. Las desigualdades y la discriminación afectan mucho más a las mujeres, que siguen realizando la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados, ya sea gratuito o remunerado. Sólo perciben el 35 % de las rentas del trabajo. En algunas regiones del mundo (China, Rusia, Asia Central), su parte disminuye, a veces de forma significativa. Más allá del trabajo, las mujeres son atacadas como mujeres en todos los frentes: desde la violencia sexista y sexual hasta el derecho a la alimentación, el derecho a la educación, el derecho a ser respetadas y el derecho a decidir de su propio cuerpo.

1.9. Al mismo tiempo que se descarta a las personas ancianas de las clases trabajadoras (y también algunas de la clase media"), se mutila el futuro de las próximas generaciones. La mayoría de los padres y madres de las clases trabajadoras ya no creen que sus hijos e hijas vayan a vivir mejor que ellos. Un número creciente de personas jóvenes observa con pavor, rabia, tristeza y dolor, la destrucción organizada de su mundo (violado, destripado, ahogado en hormigón, engullido en las frías aguas del cálculo egoísta) y la destrucción programada de su futuro.

1.10. Las plagas del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición habían remitido a finales del siglo XX. Ahora vuelven a estallar como resultado de una catastrófica convergencia de neoliberalismo, militarismo y cambio climático: casi una de cada diez personas pasa hambre, casi una de cada tres sufre inseguridad alimentaria, más de tres mil millones de personas no pueden permitirse una dieta sana y ciento cincuenta millones de niños menores de cinco años sufren un retraso en su crecimiento debido al hambre.

1.11. La esperanza de un mundo en paz a corto plazo se desvanece. Más de 30 países del mundo están o han estado recientemente en guerras de dimensiones considerables; entre ellos: Sudán, Irak, Yemen, Palestina, Siria, Ucrania, Libia, Congo (RD) y Myanmar. La propia crisis climática, los fenómenos meteorológicos y los intensos flujos migratorios resultantes están alimentando muchos conflictos en todo el planeta. El sufrimiento, el desplazamiento y la muerte de poblaciones es tremendo.

1.12. Mientras los imperialismos se pelean, se cuestionan las medidas urgentes para la transición climática y un futuro sostenible. Las guerras, además de ser calamitosas en términos de vidas humanas, atentar contra el cuerpo de las mujeres, utilizar la violación como instrumento de terror y deshumanizar la vida colectiva, son dañinas para el planeta en el que vivimos. Destruyen hábitats, causan deforestaciones, envenenan los suelos, el agua y el aire, y son una importante fuente de emisiones de carbono.

1.13. La brutal guerra rusa contra Ucrania en 2022 y el nuevo nivel de limpieza étnica perpetrado en la guerra de Gaza 2023/24 contra el pueblo palestino son importantes crímenes contra la humanidad. Ambos casos confirman la naturaleza bárbara del capitalismo actual. La agresión imperialista rusa contra Ucrania en 2022 ha agudizado las tensiones geopolíticas a escala mundial. Confirma la entrada en una nueva era de competencia interimperialista por la hegemonía mundial, con EE UU y sus aliados, por un lado, China y sus aliados por otro. La tierra, la energía y los recursos minerales son un factor importante en esta competencia interimperialista.

1.14. Todo el mundo podría disfrutar de una buena vida en la Tierra, pero el capitalismo es un modo de explotación depredador, machista, racista, guerrero, autoritario y mortal. El productivismo es sinónimo de destrucción. En dos siglos, ha llevado a la humanidad a un profundo callejón sin salida ecosocial.

1.15. El cambio climático es el aspecto más peligroso de la destrucción ecológica, constituye una amenaza para la vida humana que no tiene precedente en la historia. La Tierra corre el riesgo de convertirse en un páramo biológico inhabitable para miles de millones de personas pobres que no son responsables de este desastre. Para detener esta catástrofe, debemos reducir a la mitad las emisiones mundiales de dióxido de carbono y metano antes de 2030 y anularlas antes de 2050. Así que, prioritariamente, proscribamos los combustibles fósiles, la agroindustria, la industria cárnica y la hipermovilidad... es decir, produzcamos menos a nivel mundial.

1.16. Por un lado, la locura de la acumulación capitalista enfrenta a la humanidad a la necesidad urgente de un decrecimiento global en el consumo final de energía y, por tanto, en la producción material y el transporte. Por otro lado, tres mil millones de personas, en su mayoría en el Sur Global, viven en condiciones espantosas, debido al capitalismo y al imperialismo. La justicia social exige que ciertos tipos de producción crezcan para satisfacer sus enormes necesidades insatisfechas: sistemas sanitario y educativo de calidad, casas decentes, buena alimentación, transporte público, agua limpia, seguridad social para todos y todas...

1.17. ¿Existe una salida a esta contradicción? Sí, la hay. Los seres humanos podrían vivir bien consumiendo mucho menos que antes gracias a los avances tecnológicos en medicina, construcción y eficiencia energética, entre otros. El impacto climático de las producciones destinadas a satisfacer las necesidades humanas –especialmente cuando son planificadas democráticamente y asumidas por el sector público en un contexto de igualdad social– es mucho menor que el de la producción destinada a satisfacer las necesidades de la gente rica mediante el crecimiento del PIB y la competencia ciega del mercado por el beneficio. El 1 % más rico de la población emite casi el doble de CO2 que el 50% más pobre. El 10 % más rico es responsable de más del 50 % de las emisiones de CO2. La población pobre emite mucho menos de 2/2,3 t de CO2 por persona y año (el volumen medio a conseguir en 2030, con una probabilidad del 50 %, si queremos alcanzar cero emisiones netas en 2050). Cubrir sus necesidades tendría un impacto ecológico limitado. En realidad, para detener la catástrofe haría falta una sociedad que proporcionase bienestar y garantizase la igualdad como nunca antes. Lo que constituye una perspectiva deseable; para ello, el 1 % de la gente rica debería dividir sus emisiones por treinta en unos años. Sin embargo, ¡se niegan a hacer el más mínimo esfuerzo! Al contrario: ¡cada vez quieren más privilegios!

1.18. Los gobiernos se han comprometido a mantenerse por debajo de +1,5 °C, preservar la biodiversidad, lograr el llamado desarrollo sostenible y respetar el principio de "responsabilidades y capacidades comunes pero diferenciadas" en la crisis ecológica... mientras continúan produciendo cada vez más productos y utilizando cada vez más energía. No hay ninguna razón para pensar que el capital vaya a cumplir estas promesas. Los hechos lo demuestran:

1.18.1. Treinta y tres años después de la Cumbre de la Tierra de Río (1992), la combinación energética [mix energético] mundial sigue estando totalmente dominada por los combustibles fósiles (en 2020 constituían 84 %). La producción total de combustibles fósiles ha aumentado un 62 %, pasando de 83 Teravatios-hora2 (TWh) en 1992 a 136 TWh en 2021. Las energías renovables se suman al sistema energético, principalmente fósil, ofreciendo más capacidades y nuevos mercados a los capitalistas.

1.18.2. Con la crisis energética desatada tras la pandemia y profundizada por la guerra imperialista rusa contra Ucrania, todas las potencias capitalistas reactivaron el carbón, el petróleo, el gas natural (incluido el gas de esquisto) y la energía nuclear.

1.18.3. El imperialismo estadounidense, principal responsable histórico del cambio climático, dispone de enormes medios para luchar contra la catástrofe, pero, de forma criminal, sus representantes políticos subordinan esta lucha a preservar su hegemonía mundial, cuando no se limitan a negarla.

1.18.4. Las medidas que los grandes contaminadores aplican bajo la etiqueta de descarbonización no sólo no abordan la magnitud de la crisis climática, sino que aceleran el extractivismo, sobre todo en los países dominados, pero también en el Norte y en los océanos, a expensas de las poblaciones y los ecosistemas.

1.18.5. Esta llamada descarbonización exacerba el acaparamiento imperialista de tierras y la explotación de la mano de obra en el Sur con la complicidad de las burguesías locales (como ejemplifican diferentes proyectos de inversión basados en el uso de la energía solar y eólica, especialmente en zonas económicas libres de países pobres, para producir hidrógeno verde destinado a abastecer a las industrias de los países desarrollados).

1.18.6. Los mercados de carbono, las compensaciones de carbono, las compensaciones de biodiversidad y los mecanismos de mercado, basados en la consideración de la naturaleza como capital, pesan sobre las poblaciones menos responsables: las pobres, en particular los pueblos indígenas, los pueblos racializados y los pueblos del Sur en general.

1.19. Conceptos abstractos como economía circular, resiliencia, transición energética, biomimetismo… válidos en teoría, se convierten en la práctica en fórmulas huecas dado que se ponen al servicio del productivismo capitalista. Si no existe un plan (por ejemplo, para abaratar la producción de energía) para la reconversión de la producción aplicado por el conjunto de la sociedad, las mejoras técnicas suelen tener un efecto de rebote3: una reducción del precio de la energía conduce generalmente a un mayor consumo energético y material.

1.20. Al final, frente a la crisis climática, el fetichismo capitalista de la acumulación sólo dejará dos opciones: desplegar tecnologías de aprendiz de brujo (nuclear, captura-secuestro de carbono, geoingeniería…), o dejar que la naturaleza elimine a unos cuantos miles de millones de personas pobres en los países pobres.

1.21. Políticamente, la impotencia y la injusticia del capitalismo verde hacen el juego a un neofascismo fósil, conspiracionista, colonialista, racista, violentamente machista y LGTBfóbico, que esta segunda posibilidad no posterga. Apostando cínicamente a que su riqueza los protegerá, una fracción de la gente rica marcha hacia un enorme crimen contra la humanidad dejando morir a las y los pobres.

1.22. El capitalismo verde neoliberal y el negacionismo climático de extrema derecha no son lo mismo; este último es mucho peor, pero ninguno de estos regímenes podrá evitar que el calentamiento global sigua adelante, con consecuencias nefastas. Y el primero alimenta al segundo. Si bien las víctimas son más numerosas en los países pobres, los países ricos también sufrirán pérdidas dramáticas. El capitalismo mundial no progresa gradualmente hacia la paz y el desarrollo sostenible, sino que avanza hacia atrás y a grandes pasos hacia la guerra, el desastre ecológico, el genocidio y la barbarie neofascista.

1.23. Frente a este desafío, no basta con cuestionar el régimen neoliberal y revalorizar el papel del Estado. Ni siquiera bastaría con detener la dinámica de acumulación (¡objetivo imposible en el capitalismo!). El consumo final global de energía debe disminuir radicalmente, lo que significa producir menos y transportar menos a escala mundial.

1.24. Para respetar este imperativo ecológico-climático, es necesario cambiar de arriba abajo la propia orientación de la economía: en lugar de para satisfacer la carrera por el beneficio de las y los capitalistas, la ciencia y los avances tecnológicos deben utilizarse para satisfacer las necesidades sociales de la humanidad y regenerar el ecosistema global. Es la única solución que permite conciliar la legítima necesidad de bienestar para todo el mundo con la regeneración del ecosistema global. La suficiencia justa y el decrecimiento justo –el decrecimiento ecosocialista– es una condición sine qua non del rescate.

1.25. Salir del callejón sin salida productivista sólo es posible en las siguientes condiciones:

1.25.1. Abandonar el tecnosolucionismo, es decir, la idea de que la solución vendrá de las nuevas tecnologías (de las cuales, a menudo, se subestima o ignora su coste en energía y recursos). De forma ecológicamente sensata, decidamos utilizar los medios de que disponemos, que son suficientes para satisfacer las necesidades de todos y todas.

1.25.2. Reducir drásticamente la huella ecológica de la gente rica para permitir una buena vida para todos y todas.

1.25.3. Acabar con el libre mercado de capitales (acciones, banca privada, fondos de pensiones).

1.25.4 Regular los mercados de bienes y servicios.

1.25.5 Maximizar las relaciones directas entre productores y consumidores a todos los niveles de la sociedad, así como los procesos de evaluación de necesidades y recursos desde el punto de vista del valor de uso y las prioridades ecológicas y sociales.

1.25.6. Determinar democráticamente qué necesidades deben satisfacer estos valores de uso y cómo.

1.25.7. Situar en el centro de esta deliberación democrática el cuidado de los seres humanos y de los ecosistemas, así como el respeto cuidadoso de los seres vivos y de los límites ecológicos.

1.25.8. En consecuencia, suprimir la producción inútil y el transporte inútil, refundar toda la actividad productiva, su circulación y su consumo.

1.26. Estas condiciones son necesarias, pero no suficientes. Las crisis social y ecológica van de la mano. Hay que reconstruir un proyecto emancipador para las y los explotados y oprimidos. Un proyecto de clase que, más allá de las necesidades básicas, privilegie el ser sobre el tener. Un proyecto que modifique profundamente el comportamiento, el consumo, la relación con el resto de la naturaleza, la concepción de la felicidad y la visión que los humanos tenemos del mundo. Un proyecto antiproductivista para vivir mejor, cuidando de los seres vivos en el único planeta habitable del sistema solar.

1.27. El capitalismo ya sumió a la humanidad en una situación tan sombría en otros momentos, especialmente en vísperas del primer conflicto mundial. La histeria nacionalista se apoderó de las masas y la socialdemocracia, traicionando su promesa de responder a la guerra con la revolución, dio luz verde a las peores matanzas de la historia de la humanidad. Sin embargo, Lenin definió la situación como objetivamente revolucionaria: sólo la revolución podía detener la matanza, dijo. La historia le dio la razón: la revolución en Rusia y su tendencia a extenderse obligaron a las burguesías a poner fin a la masacre. La comparación tiene obviamente sus límites. Las mediaciones para la acción revolucionaria son hoy infinitamente más complejas. Pero se necesita el mismo despertar de las conciencias. Frente a la crisis ecológica, una revolución anticapitalista es objetivamente más necesaria aún. Es este criterio fundamental el que debe servir de base para la elaboración de un programa, una estrategia y una táctica, porque no hay otra manera de evitar la catástrofe.

1.28. Todo depende de las conquistas de las luchas. Por profundo que sea el desastre, en cada etapa, las luchas marcarán la diferencia. En las luchas todo depende de la capacidad de organización de las y los militantes ecosocialistas para orientarse en la práctica con la brújula de una opción históricamente necesaria.

2. El mundo por el que luchamos

2.1. Nuestra visión del futuro de la sociedad combina la emancipación social y política con el imperativo de detener la destrucción de la vida y reparar en la medida de lo posible los daños ya causados.

2.2. Queremos (intentar) imaginar lo que sería una buena vida para todos y todas, en todas partes, reduciendo el consumo de materia y energía y, por tanto, reduciendo la producción material. No se trata de ofrecer un modelo prefabricado, sino de atreverse a pensar en otro mundo, un mundo que dé ganas de luchar para construirlo rompiendo con el capitalismo y el productivismo.

Sí, luchamos por el pan, pero también por las rosas”

2.3. Una buena vida para todos y todas requiere que se satisfagan las necesidades humanas básicas: alimentación sana, salud, vivienda, aire limpio y agua potable.

2.4. Una buena vida es también una vida por la que optamos, plena, creativa y comprometida en unas relaciones humanas ricas e igualitarias, rodeada de la belleza del mundo y de los logros humanos.

2.5. Nuestro planeta (todavía) tiene suficiente tierra cultivable, agua potable, sol y viento, biodiversidad y recursos de todo tipo para satisfacer las legítimas necesidades humanas sin utilizar combustibles fósiles ni energía nuclear que dañen el clima. Sin embargo, algunos de estos recursos son finitos y, por tanto, agotables, mientras que otros, aunque inagotables, requieren para su consumo humano materiales que son agotables o incluso raros y cuya extracción es ecológicamente perjudicial. En cualquier caso, como su uso no puede ser ilimitado, los utilizaremos con prudencia y moderación, respetando el medio ambiente.

2.6 Siendo indispensables para nuestra vida, estarán excluidos de la apropiación privada y se considerarán bienes comunes porque, tanto ahora como a largo plazo, deben beneficiar a toda la humanidad. Para garantizar estos bienes comunes a lo largo del tiempo, se elaborarán normas colectivas que definan no sólo los usos a los que se destinan, sino también los límites de estos usos y las obligaciones de mantenerlos o repararlos.

2.7. Dado que un manglar no se cuida de la misma forma que un casquete glaciar, ni los humedales como las playas de arena o los bosques tropicales como los ríos, y como la energía solar no obedece a las mismas reglas ni impone las mismas limitaciones materiales que la eólica o la hidráulica, su reglamentación sólo podrá hacerse mediante un proceso democrático en el que participen las y los principales afectados: trabajadores y habitantes.

2.8. Nuestros bienes comunes también incluirán todos los servicios que nos permitan satisfacer las necesidades educativas, sanitarias, culturales, de acceso al agua, a la energía, la comunicación, el transporte, etc., de forma igualitaria y, por tanto, gratuita. Estarán gestionados y organizados democráticamente por el conjunto de la sociedad.

2.9. Los servicios orientados a las personas y los cuidados que necesitan en las diferentes etapas de su vida, respetando la intimidad de cada cual, quebrarán la separación entre lo público y lo privado, y mediante su socialización pondrán fin a la asignación de las mujeres para estas tareas, es decir, las convertirán en una cuestión de toda la sociedad. Entre otras, estos servicios de reproducción social son herramientas esenciales en la lucha contra la opresión patriarcal.

2.10. Todos estos servicios públicos descentralizados, participativos y comunitarios constituirán la base de una organización social no autoritaria.

2.11. A nivel de la sociedad en su conjunto, la planificación ecológica democrática permitirá a las personas reapropiarse de las grandes opciones sociales relativas a la producción: decidir, como ciudadanos, ciudadanas y personas usuarias, qué producir y cómo producir; los servicios que deben prestarse y, también, los límites aceptables en la utilización de recursos materiales como el agua, la energía, los transportes, la tierra, etc. Estas decisiones se tomarán tras un proceso de información y deliberación colectivo basado en la apropiación de conocimientos, ya sean científicos o derivados de la experiencia de la gente, y en la autoorganización de las personas oprimidas (movimientos de liberación de las mujeres, pueblos racializados, personas discapacitadas, etc.) para superar las barreras al desarrollo y continuar la lucha consciente contra las discriminaciones y opresiones.

2.12. Esta democracia económica y política global se articulará a través de múltiples colectividades/comisiones descentralizadas que permitirán tomar decisiones a nivel local, en los pueblos o barrios, en lo que respecta a la organización de la vida pública, y que permitirán a las y los trabajadores y productores controlar la gestión y la organización de su unidad de trabajo: decidir cómo producir y, por tanto, cómo trabajar. La combinación de estos diferentes niveles de democracia es lo que permite cooperar en lugar de competir, así como una gestión justa desde el punto de vista ecológico y social, y satisfactoria desde el punto de vista humano, a nivel del taller, la empresa, la rama... ¡pero también a nivel del barrio, el municipio, la región, el país e incluso el planeta!

2.13. Todas las decisiones relacionadas con la producción y la distribución, con la forma en que queremos vivir, se guiarán por el siguiente principio: descentralizar todo lo posible, coordinar todo lo necesario.

2.14. Tomar las riendas de nuestra vida y participar en colectivos sociales requeriá tiempo, energía e inteligencia colectiva. Afortunadamente, el trabajo de producción y reproducción social sólo ocupará unas horas al día.

2.15. La producción se dedicará exclusivamente a satisfacer las necesidades determinadas democráticamente. La producción y la distribución se organizarán de forma que se minimice el consumo de recursos y se eliminen los residuos, la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero, buscando constantemente la sobriedad y la sostenibilidad programada (frente a la obsolescencia programada del capitalismo, ya sea planificada o debida simplemente a la lógica de la carrera por el beneficio). Producir lo más cerca posible de las necesidades que hay que satisfacer significa menos transporte y conocer mejor el trabajo, los materiales y la energía necesarios.

2.16. La agricultura será ecológica, a pequeña escala y local para garantizar la soberanía alimentaria y la protección de la biodiversidad. Los talleres de transformación y los canales de distribución permitirán producir la mayoría de los alimentos en circuitos cortos.

2.17. El sector energético basado en fuentes renovables estará lo más descentralizado posible para reducir las pérdidas y optimizar las fuentes. Se desarrollarán y reforzarán las actividades vinculadas a la reproducción social (sanidad, educación, atención a las personas mayores o dependientes, cuidado de la infancia, etc.), procurando no reproducir los estereotipos de género.

2.18. Aunque el trabajo ocupará menos tiempo, seguirá siendo esencial porque, junto con la naturaleza y su cuidado, produce lo necesario para la vida.

2.19. La autogestión de las unidades de producción combinada con la planificación democrática permitirá a los trabajadores y trabajadoras controlar su actividad, decidir sobre la organización del trabajo y cuestionar la división entre trabajo manual e intelectual. La deliberación se extenderá a la elección de las tecnologías en función de si permiten o no controlar el proceso de producción al colectivo de trabajo. El dar prioridad al conocimiento concreto, práctico y real del proceso de trabajo, al saber hacer colectivo e individual y a la creatividad, permitirá diseñar y producir objetos robustos, desmontables y reparables, reutilizables y, en su caso, reciclables, y reducirrá el consumo de materiales y energía desde su fabricación hasta su utilización.

2.20. En todos los ámbitos se combinarán la convicción de hacer algo útil y la satisfacción de hacerlo bien. Cuando se trate de tareas tediosas, como la recogida de basuras, todo el mundo intentará hacerlas menos pesadas y menos penosas. Pero sigue siendo una parte inevitable del trabajo que deberá hacerlo todo el mundo turnándose.

2.21. Una gran parte de la producción material podrá desindustrializarse (toda o parte de la confección o la alimentación) porque su volumen es muy reducido, y deberán desarrollarse las habilidades artesanales, en las que todo el mundo podría formarse.

2.22. Liberar el trabajo de la alienación nos permitirá abolir la frontera entre arte y vida en una especie de comunismo de lujo. Podremos conservar o compartir herramientas, muebles, una bicicleta, ropa... toda la vida, porque estarán ingeniosamente diseñadas y serán bellas.

Ser en lugar de tener

“Sólo merece ser producido lo que ni privilegia ni degrada a nadie”. (A. Gorz).

2.23. La libertad no reside en el consumo ilimitado, sino en la autolimitación elegida y comprendida, conquistada contra la alienación consumista. La deliberación colectiva permite deconstruir las necesidades artificiales y definir las necesidades universalizables, es decir, las necesidades que no están reservadas a ciertas personas o a ciertas partes del mundo, y que deben satisfacerse.

2.24. La verdadera riqueza no reside en el aumento infinito de los bienes –tener–, sino en el aumento del tiempo libre –ser–. El tiempo libre abre la posibilidad de una autorrealización en el juego, el estudio, la actividad cívica, la creación artística, las relaciones interpersonales y las relaciones con el resto de la naturaleza.

2.25. Así que estamos preparando un gran abanico de trabajo porque tenemos tiempo para pensar en ello, y porque podemos hacerlo poniendo el foco en las personas y en el resto de la naturaleza.

2.26. El lugar donde vivimos, cada espacio en el que nos socializamos, nos pertenece para construir otras relaciones sociales interpersonales. Liberados de la especulación del suelo y del automóvil, podemos repensar el uso de los espacios públicos, salvar la distancia entre el centro y el extrarradio, aumentar el número de espacios recreativos, de encuentro y de intercambio, desartificializar las ciudades con la agricultura urbana y la horticultura local, restaurar los biotopos insertados en el tejido urbano... Y más allá de ello, aplicar una política a largo plazo destinada a reequilibrar la población urbana y rural, y a superar la oposición entre la ciudad y el campo para reconstituir comunidades humanas habitables y sostenibles a una escala que permita una verdadera democracia.

2.27. Nuestros deseos y emociones ya no son cosas que se puedan comprar y vender, y el abanico de opciones a disposición de cada persona se ha ampliado considerablemente. Cada cual puede desarrollar nuevas formas de tener relaciones sexuales, de vivir, trabajar y criar hijos e hijas en común, de construir proyectos de vida de forma libre y diversa, respetando las decisiones personales y la humanidad de cada cual, con la idea de que no hay una única opción posible, ni una opción mejor que las demás. La familia puede dejar de ser un espacio de reproducción de la dominación y dejar de ser la única forma posible de vida colectiva. De esta manera, podemos repensar la forma de la paternidad de una manera más colectiva, politizar nuestras decisiones personales sobre la maternidad y la paternidad, reflexionar sobre cómo vemos la infancia y el papel de las personas mayores o de diversidad funcional, sobre las relaciones sociales que establecemos con ellas y sobre cómo somos capaces de romper las lógicas de dominación que hemos interiorizado, heredadas de sociedades anteriores.

2.28. Estamos construyendo una nueva cultura, contraria a la cultura de la violación, una cultura que reconozca los cuerpos de todas las mujeres cis y trans, y sus deseos; que reconozca a cada persona como sujeto capaz de decidir sobre su cuerpo, su vida y su sexualidad, que haga visible el hecho de que hay mil maneras de ser persona, de vivir y expresar el propio género y la propia sexualidad.

2.29. La actividad sexual libremente consentida y placentera para quienes participan en ella es en sí misma una justificación suficiente.

2.30. Debemos aprender a pensar en la interdependencia de los seres vivos y desarrollar una concepción de la relación entre la humanidad y la naturaleza que probablemente se parecerá a la de los pueblos indígenas en algunos aspectos, pero que, sin embargo, será diferente. Una concepción en la que las nociones éticas de precaución, respeto y responsabilidad, así como el asombro ante la belleza del mundo, interferirán constantemente con una comprensión científica cada vez más refinada y a la vez más consciente de su carácter incompleto.

3. Nuestro método transitorio

3.1. De nuestro análisis del capitalismo y, más en concreto, de las políticas de la clase dominante en relación con los peligros ecológicos y el cambio climático, se desprende lo siguiente:

3.2. En primer lugar, que es necesaria una alternativa global y un plan social basado en la producción de valores de uso y no de valores de cambio. Ajustar esta o aquella pieza dentro del sistema sin cambiar el modo de producción ni siquiera podrá mitigar significativamente las crisis actuales y las catástrofes a las que nos enfrentamos, que son fruto del sistema capitalista. Transmitir esta idea es una de las principales tareas de la política revolucionaria es.

3.3. En segundo lugar, comprender la necesidad de un cambio revolucionario global es una tarea que en la práctica, no puede darse de forma directa y sin dificultades. Por eso, es importante combinar la presentación de la perspectiva global con la propagación de reivindicaciones inmediatas en torno a las que poder desarrollar o promover movilizaciones.

3.4. En tercer lugar, no lo olvidemos, convencer a la gente no es sólo una cuestión de argumentos. Para convencer a la gente de que se aleje del sistema capitalista y animarla a oponerse a él, se necesitan luchas exitosas que infundan valor y demuestren que las victorias parciales son posibles.

3.5. En cuarto lugar, el éxito de las luchas requiere una mejor organización. Esto, es cierto siempre en principio, pero hoy en día -cuando los sindicatos (en muchas partes del mundo) han desaparecido políticamente en gran medida y la izquierda está fragmentada- es importante promover la cooperación práctica de forma no sectaria, especialmente entre la izquierda anticapitalista, y, al mismo tiempo, apoyar a los trabajadores y trabajadoras en su autoorganización.

3.6. El tiempo apremia si no queremos que franquear puntos de inflexión cruciales y que el calentamiento global se acelere sin control. Por otro lado, la inmensa mayoría de la gente no está en disposición de emprender la lucha por un sistema diferente, es decir, por derrocar el capitalismo. En parte, esto es debido a un desconocimiento de la gravedad de la situación general, pero más aún por la falta de perspectivas sobre cómo podría o debería ser la alternativa. Además, la relación de fuerzas social y política entre las clases no fomenta precisamente la confrontación con los gobernantes y los beneficiarios del orden social capitalista.

3.7. Un programa de reformas que quiera reformar el capitalismo o superarlo poco a poco (además, con una política desde arriba) tampoco tiene posibilidades de éxito. Las reformas compatibles con las reglas del sistema capitalista son incapaces de afrontar los retos de la crisis ecológica. Y los cambios graduales en la economía y el Estado nunca condujeron a un cambio de sistema. Los propietarios y beneficiarios del capitalismo no contemplarán pacíficamente cómo se confisca su riqueza y se les priva paso a paso de la base de su fortuna.

3.8. El tiempo apremia y es necesario adoptar medidas urgentes. Algunos detractores del ecosocialismo abogan por reformas suaves "porque no podemos esperar a la revolución mundial". Pues bien, ¡los partidarios del ecosocialismo no proponemos esperar! Nuestra estrategia es empezar ahora, con reivindicaciones transitorias concretas. Es el comienzo de un proceso hacia el cambio global. No se trata de etapas históricas separadas, sino de momentos dialécticos de un mismo proceso. Cada victoria parcial o local es un paso en este movimiento que refuerza la autoorganización y estimula la lucha por nuevas victorias.

3.9. En las luchas de clases que se avecinan -que son la base de la batalla por la hegemonía en la que participan más amplias capas de la clase obrera, la juventud, las mujeres, los pueblos indígenas, etc.- debe quedar claro que, en última instancia, no hay forma de evitar un verdadero cambio de sistema ni la cuestión del poder. Es necesario expropiar a la clase dominante y derrocar su poder político.

Por un programa anticapitalista de transición

3.10. El método de transición ya fue sugerido por Marx y Engels en la última sección del Manifiesto Comunista (1848). Pero fue la Cuarta Internacional la que le dio su significado moderno en El Programa de Transición de 1938. Su punto de partida es la necesidad, para las y los revolucionarios, de ayudar a las masas en su lucha cotidiana, de establecer un puente entre las demandas actuales y el programa socialista de la revolución. Este puente debe incluir un sistema de reivindicaciones transitorias partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera; el objetivo es dirigir las luchas sociales hacia la conquista del poder por el proletariado.

 4.11. Por supuesto, las y los revolucionarios no descartan el programa de tradicionales reivindicaciones mínimas: evidentemente, defienden los derechos democráticos y las conquistas sociales de los trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, proponen un sistema de reivindicaciones transitorias que pueda ser comprendido adecuadamente por las personas explotadas y las oprimidas, y que al mismo tiempo se dirija contra las propias bases del régimen burgués.

4.12. La mayoría de las reivindicaciones transitorias mencionadas en el Programa de 1938 siguen siendo actuales. Entre otras, la escala móvil de los salarios y de las horas de trabajo; el control obrero de las fábricas, la apertura de los libros secretos de cuentas de las empresas; la expropiación de los bancos privados; la expropiación de determinados sectores capitalistas. El interés de tales propuestas es unir en la lucha a las mayores masas populares posibles, en torno a reivindicaciones concretas que estén en contradicción objetiva con las reglas del sistema capitalista.

4.13. Pero es necesario actualizar nuestro programa de reivindicaciones transitorias a partir de las nuevas condiciones del siglo XXI. En particular, la nueva situación creada por la crisis ecológica y el peligro inminente de un cambio climático catastrófico. Ahora mismo, estas reivindicaciones deben tener un carácter socioecológico y, potencialmente, ecosocialista.

4.14. El objetivo de las reivindicaciones ecosocialistas de transición es estratégico: poder movilizar a amplios sectores de trabajadoras y trabajadores urbanos y rurales, mujeres, jóvenes, víctimas del racismo o de la opresión nacional, así como a sindicatos, movimientos sociales y partidos de izquierda en una lucha que desafíe al sistema capitalista y al dominio burgués. Estas reivindicaciones, que combinan intereses sociales y ecológicos, deben ser consideradas como necesarias, legítimas y pertinentes por la gente explotada y oprimida, en función de su nivel de conciencia social y política. En la lucha, la gente toma conciencia de la necesidad de organizarse, unirse y luchar; también empieza a comprender quién es el enemigo: no sólo las fuerzas locales, sino el propio sistema. El objetivo de las reivindicaciones ecosociales de transición es aumentar, gracias a la lucha, la conciencia social y política de las y los explotados y oprimidos, su comprensión anticapitalista y, con suerte, una perspectiva revolucionaria ecosocialista.

4.15. Algunas de estas reivindicaciones tienen un carácter universal: por ejemplo, el transporte público gratuito. Una reivindicación que es tanto ecológica como social y contiene la semilla del futuro ecosocialista: servicios públicos frente a mercado y gratuidad frente a beneficio capitalista. Sin embargo, su significado estratégico no es el mismo según las sociedades y las economías. Las reivindicaciones ecosocialistas de transición deben tener en cuenta las necesidades y aspiraciones de las masas, tal como se expresan sobre el terreno, en las diferentes partes del sistema capitalista mundial.-

4. Líneas maestras de una alternativa ecosocialista al crecimiento capitalista

INTR.4.1. Solo se pueden satisfacer las necesidades sociales reales respetando las limitaciones ecológicas si se rompe con la lógica productivista y consumista del capitalismo; una lógida que amplía las desigualdades, perjudica la vida y "arruina las dos únicas fuentes de toda riqueza: la Tierra y los trabajadores" (Marx). Poner fin a esta lógica implica luchar prioritariamente por las siguientes líneas de fuerza. Estas forman un conjunto coherente que debe completarse y desglosarse en función de las especificidades nacionales y regionales. Por supuesto, en cada continente, y en cada país, hay medidas específicas a proponer en una perspectiva de transición.

4.1. Contra las catástrofes, planes públicos de prevención adaptados a las necesidades sociales, bajo control popular

Algunos efectos de la catástrofe climática son irreversibles (subida del nivel del mar) o durarán mucho tiempo (olas de calor, sequías, precipitaciones excepcionales, tornados más violentos, etc.). Las compañías de seguros capitalistas no protegen a las clases populares o, en el mejor de los casos, las protegen mal. Frente a estos azotes, la gente rica sólo habla de adaptación. Para ella, la adaptación al calentamiento sirve: 1°) para desviar la atención de las causas estructurales, de las que su sistema es responsable; 2°) para continuar con sus prácticas nocivas centradas en el máximo beneficio, sin preocuparse el largo plazo; 3°) para ofrecer nuevos mercados a las y los capitalistas (infraestructuras, climatización, transportes, compensación del carbono, etc.). Esta adaptación capitalista tecnocrática y autoritaria es en realidad lo que el IPCC llama "mala adaptación": aumenta las desigualdades, la discriminación y la desposesión. También aumenta la vulnerabilidad al calentamiento, con el riesgo de poner en grave peligro la posibilidad misma de adaptación en el futuro, especialmente en los países pobres. A la "mala adaptación" capitalista, oponemos la exigencia inmediata de planes públicos de prevención adaptados a la situación de las clases populares. Son éstas las principales víctimas de los fenómenos meteorológicos extremos, especialmente en los países dominados. Los planes públicos de prevención deben diseñarse en función de su situación y de sus necesidades, en diálogo con los científicos. Deben abarcar todos los sectores, en particular la agricultura, la silvicultura, la vivienda, la gestión del agua, la energía, la industria, la legislación laboral, la sanidad y la educación. Y deben ser objeto de una amplia consulta democrática, con derecho de veto de las comunidades locales y los colectivos laborales afectados.

4.2. Compartir la riqueza para cuidar gratuitamente de los seres humanos y de nuestro entorno vital

4.2.1. Una sanidad de calidad, una buena educación, una buena atención a la infancia, una jubilación digna y unos cuidados que respeten la dependencia, una vivienda accesible, permanente y confortable, un transporte público eficiente, energías renovables, una alimentación sana, un agua limpia, acceso a internet y un entorno natural en buenas condiciones: estas son las necesidades reales que una civilización digna de tal nombre debería satisfacer suficientemente a todos los seres humanos, independientemente de su color de piel, sexo, etnia y convicciones. Y ello es posible al tiempo que disminuye significativamente la presión global sobre nuestro medio ambiente. ¿Por qué no lo tenemos? Porque la economía está sintonizada para inducir el consumo creado como subproducto industrial por los capitalistas. Consumen e invierten cada vez más para obtener beneficios, se apropian de todos los recursos y lo transforman todo en mercancías. Su lógica egoísta siembra la desgracia y la muerte.

4.2.2. Es necesario un giro de 180°. Los recursos naturales y el conocimiento constituyen un bien común que debe gestionarse de forma prudente y colectiva. La satisfacción de las necesidades reales y la revitalización de los ecosistemas deben planificarse democráticamente y apoyarse en el sector público, bajo el control activo de las clases populares y ampliando al máximo el libre acceso. Este proyecto colectivo debe poner los conocimientos científicos a su servicio. El primer paso necesario es luchar contra las desigualdades y la opresión. ¡La justicia social y una buena vida para todos son exigencias ecológicas!

4.3. Expandir los bienes comunes y los servicios públicos contra la privatización y la mercantilización

4.3.1. Este es uno de los aspectos clave de la transición social y ecológica en muchos ámbitos de la vida. Por ejemplo:

4.3.2. Agua: la actual privatización, despilfarro y contaminación del agua –ríos, lagos y capas freática– es un desastre social y ecológico. La escasez de agua y las inundaciones debidas al cambio climático son grandes amenazas para mil millones de personas. El agua es un bien común y debe ser gestionada y distribuida por los servicios públicos, bajo el control de las personas consumidoras. Los paisajes y las ciudades deben hacerse permeables al agua y capaces de almacenarla para evitar inundaciones masivas.

4.3.3. - La vivienda: El derecho básico de todas las personas a una vivienda digna, permanente y ecológicamente sostenible no puede garantizarse bajo el capitalismo. La ley del beneficio conlleva desahucios, demoliciones y criminalización de quienes se resisten. También implica facturas energéticas elevadas para la gente pobre y energías renovables subvencionadas para la gente rica. El control público del mercado inmobiliario, la reducción y congelación de los intereses y beneficios de los bancos, el aumento radical de la vivienda de calidad, pública, social y cooperativa, un proceso público de aislamiento climático de las viviendas y un programa masivo de construcción de viviendas energéticamente autónomas son los primeros pasos de una política alternativa.

4.3.4. – Sanidad. Los resultados de la pandemia COVID-19 son muy claros: la privatización y los recortes en el sector de la sanidad debilitan a las clases populares -en particular a la infancia, las mujeres y las personas mayores- y suponen una grave amenaza para la salud pública en general. Hay que refinanciar masivamente este sector y ponerlo íntegramente en manos de la colectividad. Las inversiones deben ir prioritariamente a los medicamentos de primera línea. Hay que socializar la industria farmacéutica.

4.3.5. - Los transportes: El transporte individual en el capitalismo privilegia el coche privado, con nefastas consecuencias sanitarias y ecológicas. La alternativa es un amplio y eficiente sistema de transporte público gratuito, así como una gran extensión de zonas peatonales y los carriles de bici. Las mercancías se transportan a grandes distancias en camiones o buques de carga portacontenedores, con enormes emisiones de gases de efecto invernadero; la reducción del consumo derrochador y la relocalización de la producción, así como el transporte de mercancías por tren son medidas necesarias inmediatas. El transporte aéreo debe reducirse significativamente y suprimirse para las distancias que se puedan cubrir en tren.

4.4. Coger el dinero de donde está: los capitalistas y los ricos deben pagar

Una estrategia global de transición digna de tal nombre debe articular la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes de energía renovables, la protección contra los efectos ya perceptibles del cambio climático, la compensación de pérdidas y perjuicios, la ayuda a la reconversión (en particular, la garantía de ingresos de los trabajadores y trabajadoras afectadas) y la reparación de los ecosistemas. Las necesidades financieras necesarias de aquí a 2050 ascienden a varios billones de dólares. ¿Quién debe pagar? Los responsables del desastre: multinacionales, bancos, fondos de pensiones y los Estados imperialistas y ricos del norte y del sur. La alternativa ecosocialista requiere un amplio programa de reforma fiscal y de reducción radical de las desigualdades para coger el dinero de donde está: fiscalidad progresiva, levantamiento del secreto bancario, catastro de bienes, impuestos sobre los activos, impuesto único excepcional a tipo elevado sobre el patrimonio, eliminación de los paraísos fiscales, supresión de los privilegios fiscales para las empresas y la gente rica, apertura de los libros de contabilidad de las empresas, limitación de las rentas elevadas, abolición de la deuda pública reconocida como ilegítima, (sin compensación, salvo para las y los pequeños inversores), compensación por parte de los países ricos del coste de la renuncia a la explotación de sus recursos fósiles por parte de los países dominados (proyecto del parque Yasuni).

4.5. No hay emancipación sin lucha antirracista

La opresión de racial es parte estructural del modo de producción capitalista y fue un elemento que garantizó la acumulación primitiva de capital, posibilitada por la colonización y el tráfico de negros esclavizados.

La construcción de un nuevo mundo, libre de toda opresión y explotación, exige que nos opongamos frontalmente al racismo como tarea central de la estrategia ecosocialista. Debemos reconocer que el racismo configura las relaciones sociales y cumple la tarea de profundizar y complejizar los artificios de la explotación burguesa y la acumulación de riqueza. La diversidad que se desvía de los estándares de persona blanca se transmuta en opresión.

La diáspora forzada de millones de personas africanas, su comercialización en América y la explotación de su mano de obra permitieron el enriquecimiento europeo y aún hoy garantizan sus privilegios. Hay que romper con la lógica genocida contra los grupos no blancos y tratar de fortalecer la lucha anti-carcelaria contra el encarcelamiento masivo, especialmente a través de la táctica liberal de la supuesta guerra contra las drogas, una justificación de las políticas genocidas contra las poblaciones socialmente racializadas.

La lucha contra la militarización de la policía debe estar en el centro de una lucha antirracista, al igual que el acceso a unas condiciones de vida dignas en general.

El racismo tiene una posición central como mecanismo de opresión de sectores de la clase trabajadora hasta nuestros días, configurando un diseño específico de posiciones y permisos socialmente determinados para las personas blancas (el supuesto sujeto universal) y para las personas percibidas como racializadas.

Es necesario enfrentar todas las políticas de austeridad fiscal que profundizan la precarización de la vida de la clase trabajadora en su conjunto y recaen mayoritariamente y con mayor fuerza sobre las personas no blancas. Estructuran el racismo medioambiental que, en esta emergencia climática, distribuye de forma desigual las consecuencias mortales de la producción capitalista.

4.6 ¡Libertad de circulación y residencia en la Tierra! ¡Ningún ser humano es ilegal!

La catástrofe ecológica es un motor creciente de la migración. Una media anual de 21,5 millones de personas se vieron desplazadas forzosamente por fenómenos meteorológicos entre 2008 y 2016. La mayoría son personas pobres procedentes del Sur Global. Se prevé que la migración climática aumente en las próximas décadas: 1.200 millones de personas podrían verse desplazadas en todo el mundo en 2050. A diferencia de quienes solicitan asilo, las personas refugiadas climáticas ni siquiera tienen estatuto. No tienen ninguna responsabilidad en la catástrofe ecológica, pero el verdadero responsable, el sistema capitalista, les condena a engrosar las filas de los 108,4 millones de personas en todo el mundo desplazadas a la fuerza en 2020 como consecuencia de persecuciones, conflictos, violencia y violaciones de los derechos humanos. Los derechos básicos de estas personas sufren constantes ataques: el derecho a estar protegidas contra la violencia, a tener agua y alimentos suficientes, a vivir en una casa segura, a mantener unida a su familia, a encontrar un trabajo decente. Un número creciente de ellas (10 millones) son incluso consideradas apátridas por el Informe de NN UU sobre desarrollo humano (UNHDR). Todo esto es contrario a la justicia más elemental. Alimenta a los fascistas que convierte a las y los migrantes en chivos expiatorios y los deshumaniza. Es una gran amenaza para los derechos democráticos y sociales de todos y todas. Como internacionalistas, luchamos por políticas restrictivas contra el Capital, no contra los migrantes. Nos oponemos a la construcción de muros, al confinamiento en centros, a la construcción de campos, a las expulsiones, a las deportaciones y a la retórica racista. Ningún ser humano es ilegal en la Tierra, todo el mundo debe tener derecho a circular y a salir de todas partes. Hay que abrir las fronteras deben a toda persona que huya de su país, ya sea por razones sociales, políticas, económicas o medioambientales.

4.7. Eliminar las actividades económicas inútiles o nocivas

Detener la catástrofe climática y el declive de la biodiversidad exige, sin ningún género de duda, una reducción sin demora y significativa del consumo final de energía a escala mundial. Esta limitación es ineludible. Los primeros pasos pasan por reducir drásticamente el poder adquisitivo de las personas ricas, abandonar la moda rápida, la publicidad y la producción/consumo de lujo (cruceros, yates y jets o helicópteros privados, turismo espacial, etc.), reducir la producción masiva de carne y lácteos y acabar con la obsolescencia acelerada de los productos, alargando su vida útil y facilitando su reparación. El transporte aéreo y marítimo de mercancías debería reducirse drásticamente mediante la deslocalización de la producción, sustituyéndose por el transporte ferroviario siempre que sea posible. Desde un punto de vista más estructural, la restricción energética sólo puede respetarse reduciendo lo antes posible las actividades económicas inútiles o nocivas. Los principales sectores productivos a tener en cuenta son: la producción de armas, la energía fósil y la petroquímica, la industria extractiva, la fabricación no sostenible, la industria de la madera y la pasta de papel, la construcción de automóviles personales, los aviones y la construcción naval.

4.8. Soberanía alimentaria: abandonar del agronegocio, la pesca industrial y la industria cárnica

Estos tres sectores plantean graves amenazas para el clima, la salud humana y la biodiversidad. Su desmantelamiento requiere medidas a nivel de la producción, pero también cambios significativos a nivel del consumo (en los países desarrollados y entre la gente rica de todos los países) y de la relación con los seres vivos. Se necesitan políticas proactivas para detener la deforestación y sustituir la agroindustria, la plantación industrial de árboles y la pesca a gran escala por la agroecología campesina, la silvicultura ecológica y la pesca a pequeña escala, respectivamente. Estas alternativas consumen menos energía, emplean más mano de obra y son mucho más respetuosas con la biodiversidad. Las y los agricultores y pescadores deben ser debidamente compensados por la comunidad, no sólo por su contribución a la alimentación humana, sino también por su contribución ecológica. Hay que proteger los derechos de los pueblos originarios sobre los bosques y otros ecosistemas. El consumo mundial de carne debe reducirse drásticamente. Hay que desmantelar la industria cárnica y láctea y promover una dieta basada principalmente en la producción vegetal local. De este modo pondremos fin al trato abyecto que reciben los animales en la industria cárnica y en la pesca industrial. La soberanía alimentaria, en línea con las propuestas de Vía Campesina, es un objetivo clave. Pasa por una reforma agraria radical: la tierra para quienes la trabajan, especialmente las mujeres. Expropiación de los grandes terratenientes y de la agroindustria capitalista que produce bienes para el mercado mundial. Distribución de la tierra a los campesinos y campesinas sin tierra (familias o cooperativas) para la producción agrobiológica. Abolición de los viejos y nuevos cultivos transgénicos a campo abierto y eliminación de los pesticidas tóxicos (¡empezando por aquellos cuyo uso prohíben los países imperialistas pero cuya exportación a los países dominados se autoriza!)

4.9. Reforma urbana popular

Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades cada vez más grandes. Al mismo tiempo, las regiones rurales, arruinadas por la agroindustria y la minería, se están despoblando y se encuentran, cada vez más, privadas de servicios esenciales. Los países dominados tienen algunas de las megaciudades más grandes del planeta (Yakarta, Manila, México DF, Nueva Delhi, Bombay, Sao Paulo y otras), un número creciente de personas sin hogar y barrios marginales donde millones de seres humanos (en torno a Karachi, Nairobi, Bagdad,...) sobreviven y trabajan informalmente en condiciones indignas. Es una de las heridas más horribles que han dejado el desarrollo capitalista y la dominación imperialista. Además de la violencia, las olas de calor hacen cada vez más difícil la supervivencia en las chabolas y barrios pobres, especialmente en climas húmedos. La alternativa ecosocialista reivindica la puesta en marcha de un vasto programa de construcción de viviendas sociales acompañado de una reforma urbana popular, diseñada en cooperación con las asociaciones de personas sin hogar, que cambie la organización de las grandes ciudades. Por un lado, debe articularse en base a una legislación laboral que proteja a los trabajadores y trabajadoras y, por otro, sobre el atractivo de la reforma agraria para iniciar un movimiento de contra emigración rural.

4.10. Socializar la energía y las finanzas sin compensación ni rescate para salir lo antes posible de los combustibles fósiles y la energía nuclear

Las multinacionales de la energía y los bancos que las financian quieren explotar hasta la última tonelada de carbón, hasta el último litro de petróleo, hasta el último metro cúbico de gas. Al principio ocultaron y negaron el impacto del CO2 en el cambio climático. Ahora, para seguir explotando estos recursos a pesar de todo, y mientras los precios en alza les aseguran gigantescos excedentes de beneficios, prometen todo tipo de falsas técnicas (lavado de imagen verde, intercambio de derechos de contaminación, compensación de emisiones, captura, secuestro y utilización del carbono) y promueven la energía nuclear como baja en carbono. No hay duda: estos grupos ávidos de beneficios están llevando al planeta de la catástrofe climática al cataclismo. Al mismo tiempo, están a la vanguardia de los ataques capitalistas contra las clases trabajadoras. Deben ser socializados mediante la expropiación, sin compensación ni indemnización. Para detener la destrucción social y ecológica, para determinar colectivamente nuestro futuro, nada es más urgente que constituir servicios públicos de energía y crédito, descentralizados e interconectados, bajo el control democrático de las poblaciones.

4.11. Por la liberación y la autodeterminación de los pueblos; contra la guerra, el imperialismo y el colonialismo

Defendemos un programa internacionalista basado en la justicia social, en una transición ecosocialista dirigida por fuerzas liberadoras y colectivas, y a favor de la paz entre los pueblos, haciendo frente a las políticas opresoras. Nos oponemos a la OTAN y a las otras alianzas militares que conducen al mundo hacia nuevos conflictos interimperialistas, luchamos contra el aumento de los presupuestos militares, por el desmantelamiento de la fabricación y las existencias de todo el armamento nuclear, químico y bacteriológico y de las armas cibernéticas; por el desmantelamiento de todas las empresas militares privadas. Las armas no deben ser mercancías, su uso debe estar bajo control político dirigidas a la defensa y protección contra cualquier agresión.

El único camino hacia la paz pasa por las luchas victoriosas a favor del derecho a la autodeterminación y poner fin a la ocupación de tierras y la limpieza étnica. Como internacionalistas, nos solidarizamos con los pueblos oprimidos que luchan por sus derechos, por ejemplo, en Palestina y Ucrania.

4.12. Garantizar el empleo para todos, asegurar el reciclaje necesario en actividades ecológicamente sostenibles y socialmente útiles

Las y los trabajadores que se dedican a actividades derrochadoras y perjudiciales en la extracción y producción de combustibles fósiles, en la agroindustria, la gran pesca y la industria cárnica no tienen por qué pagar el precio de la gestión capitalista. Hay que establecer una garantía de empleo verde para asegurar su reconversión colectiva, sin pérdida de ingresos, en las actividades del plan público para satisfacer las necesidades reales y restaurar los ecosistemas. Esta garantía de empleos verdes permitirá superar los temores legítimos de las trabajadoras y trabajadores afectados. Con ello, se pondrá fin a la cínica instrumentalización de estos temores por parte de los capitalistas al servicio de sus intereses productivistas/consumistas. Por el contrario, la garantía de empleo verde animará y motivará a los trabajadores y trabajadoras de los sectores afectados a formarse y movilizarse para, en diálogo con el público beneficiario, encargarse activamente de la realización del plan, destinando sus conocimientos, sus competencias y su experiencia a una actividad rica en sentido, emancipadora y verdaderamente humana por preocuparse por la vida de las generaciones futuras.

4.13. Trabajar menos, vivir y trabajar mejor, vivir una buena vida

Reducir radicalmente el consumo final de energía eliminando la producción/consumo inútil y nocivo tiene lógicamente el efecto de reducir radicalmente el tiempo de trabajo social asalariado. Esta reducción debe ser colectiva. El despilfarro capitalista es de tal magnitud que su supresión abrirá sin duda la posibilidad concreta de una reducción muy importante del tiempo de trabajo semanal (hacia una media jornada de trabajo) y de una disminución significativa de la edad de jubilación. En parte, eta tendencia a la reducción se verá compensada por la necesaria reducción de los ritmos de trabajo, así como por el aumento del trabajo de reproducción social y ecológica necesario para cuidar de las personas (incluso socializando parte del trabajo doméstico realizado gratuitamente de forma mayoritaria por las mujeres) y de los ecosistemas. La planificación democrática será esencial para articular en el tiempo estos movimientos en varias direcciones. La ruptura ecosocialista con el crecimiento capitalista implica una doble transformación del trabajo. Cuantitativamente, trabajaremos mucho menos. Cualitativamente, creará las condiciones para hacer del trabajo una actividad del buen vivir –una mediación consciente entre los humanos (por lo tanto, también entre hombres y mujeres), y entre los humanos y el resto de la naturaleza. Esta profunda transformación del trabajo y de la vida compensará con creces los cambios en el consumo que afectan a las capas mejor pagadas de la clase trabajadora, principalmente en los países desarrollados. 

4.14. Garantizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo

La humanidad no podrá gestionar conscientemente su relación con el resto de la naturaleza sin gestionar conscientemente su relación consigo misma, es decir, su propia reproducción biológica, que pasa por el cuerpo de las mujeres. No es casualidad que los ataques patriarcales contra los derechos de las mujeres se intensifiquen en todas partes: estos ataques son parte integrante de proyectos políticos que buscan establecer poderes fuertes al servicio de la gente rica y capitalista. La mayoría de las veces se llevan a cabo en nombre de una ideología provida reaccionaria, que por cierto niega el cambio climático antropogénico. Pero junto a estas fuerzas reaccionarias existen también corrientes tecnocráticas que achacan la crisis ecológica a la superpoblación y tratan así de imponer políticas autoritarias de control de la natalidad. Frente a estos dos tipos de amenazas, sostenemos que no puede invocarse ninguna moral, ninguna razón superior, ni siquiera ecológica, para negar a las mujeres su derecho elemental a controlar su propia fecundidad. La negación de este derecho es consustancial a todos los demás mecanismos de dominación, incluida la dominación humana sobre el resto de la naturaleza, en beneficio del patriarcado y de su forma capitalista actual. La emancipación humana incluye la emancipación de la mujer. Esto implica prioritariamente que las mujeres deben tener libre acceso a la anticoncepción, al aborto, a la educación sobre cómo utilizarlos y a los cuidados reproductivos en general.

4.15. El conocimiento es un bien común. Reforma de los sistemas de educación e investigación

El conocimiento es un bien común de la humanidad. La aplicación del programa de emergencia ecosocialista necesita imperiosamente conocimientos descolonizados y descapitalizados, encarnados por numerosos y competentes profesores e investigadores en todas las disciplinas. Reformar el sistema educativo, ampliar las escuelas y universidades públicas, poner fin a la discriminación en la educación, de la que especialmente son víctimas las niñas en algunos países. Reconocer e integrar los conocimientos y saberes autóctonos. Reformar profundamente la investigación para acabar con su sumisión al capital. Orientar la investigación prioritariamente hacia la reparación de los ecosistemas y la satisfacción de las necesidades de las clases trabajadoras, determinadas en concertación con ellas.

4.16. ¡No toquéis nuestros derechos democráticos! Control popular y autoorganización de las luchas

Impotente para frenar la catástrofe ecológica que ha creado, la clase dominante endurece su régimen, criminaliza la resistencia y designa chivos expiatorios. Sus políticas allanan el camino al neofascismo nihilista, nacionalista, racista y machista. Frente a la burguesía que se quita la máscara, el ecosocialismo levanta la bandera de la ampliación de los derechos y libertades: derecho de asociación, de manifestación, derecho de huelga; libre elección de los órganos parlamentarios en un sistema pluripartidista, prohibición de la financiación privada de los partidos políticos, legalización de los referéndums de iniciativa popular, abolición de las instituciones no democráticas (Banco Central Autónomo); prohibición de la propiedad privada de los principales medios de comunicación, abolición de la censura; lucha contra la corrupción, disolución de las milicias al servicio de los dirigentes, respeto de los derechos y territorios de las comunidades indígenas y otros pueblos oprimidos, etc. El ecosocialismo es una alternativa de sociedad que requiere la más amplia democracia. Esta se prepara desde ahora mediante la autoorganización democrática de las luchas populares y la exigencia, a todos los niveles, de transparencia y control popular, con derecho de veto.

4.17. Fomentar una revolución cultural basada en el respeto cuidadoso de la vida y el amor a la Madre Tierra.

La ruptura radical con la ideología de la dominación humana sobre la naturaleza es esencial para el desarrollo de una cultura tanto ecológica como feminista (ecofeminista) del cuidado de las personas y del medio ambiente. En concreto, la defensa de la biodiversidad no puede basarse únicamente en la razón (el interés humano bien entendido): requiere igualmente empatía, respeto, prudencia y el tipo de concepción global que los primeros pueblos resumían con la frase amor a la Madre Tierra. Mantener esta concepción global o readquirirla –en particular, a través de las luchas, la creación artística, la educación y las alternativas de producción/consumo– es un desafío ideológico de primer orden en la lucha ecosocialista. La modernidad occidental ha sistematizado la idea de que los seres humanos son criaturas divinas cuya misión es dominar la naturaleza e instrumentalizar a los demás animales, reduciéndolos al rango de máquinas. Esta concepción no materialista, íntimamente ligada a las dominaciones coloniales y patriarcales, está hoy completamente descalificada por el conocimiento científico. Formamos parte de la Tierra viva, somos también animales y la vida humana sería imposible en ausencia de las plantas, de los otros animales, de la red de la vida en este planeta.

4.18. Planificación autogestionaria ecosocialista

La transición ecosocialista necesita planificación. En particular, la transformación del sistema energético (abandono de la energía nuclear y fósil, ahorro de energía y desarrollo de las renovables). Contrariamente a lo que se afirma a menudo, la planificación no es contradictoria con la democracia y la autogestión. El ejemplo desastroso de los países del llamado socialismo real demuestra simplemente que la autogestión es incompatible con la planificación autoritaria y burocrática, impuesta desde arriba despreciando toda democracia.

¿Qué significa planificación democrática ecosocialista? Concretamente, que el conjunto de la sociedad será libre de elegir democráticamente las líneas productivas a favorecer y el nivel de recursos que deben invertirse en educación, sanidad o cultura. Lejos de ser despótica en sí misma, la planificación ecosocialista democrática es el ejercicio de la libertad de decisión de toda la sociedad, a todos los niveles, desde el local hasta el nivel nacional global. Es un ejercicio necesario para liberarse de las leyes económicas y de las alienantes y cosificadoras jaulas de hierro de las estructuras capitalistas y burocráticas.

La planificación democrática asociada a la reducción del tiempo de trabajo sería un progreso considerable de la humanidad hacia lo que Marx llamaba "el reino de la libertad": de hecho, el aumento del tiempo libre es una condición para la participación de los trabajadores y trabajadoras en la discusión democrática y la autogestión de la economía y la sociedad. La planificación democrática ecosocialista se refiere a las opciones económicas fundamentales y no a restaurantes locales, tiendas de alimentación, panaderías, pequeñas tiendas, negocios artesanales. Asimismo, es importante subrayar que la planificación ecosocialista no está en contradicción con la autogestión de los trabajadores y trabajadoras en sus unidades de producción.

Por tanto, autogestión significa control democrático del plan a todos los niveles: local, regional, nacional, continental y planetario, ya que las cuestiones ecológicas, como el cambio climático, son globales y sólo pueden abordarse a ese nivel. La planificación democrática ecosocialista se opone a lo que a menudo se califica de planificación central, porque las decisiones no las toma un centro, sino que son determinadas democráticamente por las poblaciones afectadas, según el principio de subsidiariedad: la responsabilidad de la acción pública, cuando es necesaria, debe asignarse a la entidad más pequeña capaz de resolver el problema por sí misma.

5. Decrecimiento global en un contexto de desarrollo desigual y combinado

5.1. No existe una solución nacional; una alternativa ecosocialista justa puede comenzar en un país, pero su plena aplicación requiere la abolición del capitalismo a nivel mundial. Por tanto, de ahora en adelante, las y los explotados y oprimidos necesitan una estrategia anticapitalista, antiimperialista, antirracista e internacionalista coherente que tenga como objetivo una salida mundial. Esta estrategia debe articular las luchas que se desarrollan en contextos muy diferentes. Esto significa que las líneas maestras de un programa ecosocialista que rompa con el crecimiento capitalista tienen una relevancia general, pero se aplican de forma diferente en los distintos países. Según el lugar que ocupan en el desarrollo desigual y combinado del capitalismo bajo el dominio imperialista, algunas reivindicaciones son más importantes en unos países que en otros.

5.2. Tras siglos de esclavitud y saqueo colonial, las poblaciones de los denominados países en desarrollo son víctimas de una nueva injusticia monstruosa. Aunque su responsabilidad en las emisiones de gases de efecto invernadero es pequeña, casi nula en los países más pobres, el cambio climático provocado por doscientos años de crecimiento capitalista imperialista les sitúa en primera línea de unas catástrofes que les golpean cada vez con más fuerza.

5.3. África, América Latina, Asia Meridional y Sudoriental y el Pacífico albergan a la inmensa mayoría de los 3 500 millones de mujeres, hombres, niñas y niños cuyas condiciones de vida, incluso su propia existencia, se ven ya cruelmente afectadas por las consecuencias del calentamiento global. La urgencia está aquí y crece muy rápidamente. Cuanto más suben las temperaturas, menos pueden protegerse las sociedades de los efectos del calentamiento global. Sequías, inundaciones, tifones, olas de calor mortales y daños a los ecosistemas amenazan cada vez más la supervivencia de millones de seres humanos, su capacidad de trabajo y sus derechos básicos a corto y medio plazo.

5.4. Las poblaciones de los países dominados, la mayoría en el planeta, tienen el derecho fundamental de acceder a unas condiciones de vida dignas. Los gobiernos imperialistas, las instituciones internacionales y los propios gobiernos de los países periféricos afirman que el crecimiento capitalista permitirá a las poblaciones del Sur alcanzar el nivel de vida de los países capitalistas desarrollados. Bastaría con una buena gobernanza para ajustar las sociedades a las necesidades del mercado mundial. Se trata de un callejón sin salida, como demuestra el hecho de que las desigualdades siguen aumentando (entre países y, cada vez más, dentro de los países), mientras que el presupuesto de carbono compatible con 1,5 °C se desvanece rápidamente.

5.5. En realidad, el modelo de desarrollo imperialista mantiene a los países dominados en una posición neocolonial de subordinación, como proveedores de materias primas y mano de obra barata, productores de bienes vegetales y animales para la exportación, lugares de almacenamiento de residuos –entre otros, sumideros de carbono de los que se apropian los capitalistas para su beneficio– y principales víctimas de la crisis ecológica. A esto se añaden ahora las escandalosas políticas de los países desarrollados que pagan a los países dominados para que desempeñen el papel de policía de fronteras. Las élites locales corruptas tienen una gran responsabilidad. En lugar de promover un desarrollo alternativo, basado en valores sociales alternativos, han pasado a servir al imperialismo.

5.6. El discurso de que el Sur alcance al Norte no es más que una quimera, una cortina de humo para ocultar la continuidad de la explotación capitalista e imperialista, que amplía las desigualdades. Con el aumento de las catástrofes ecológicas, objetivamente, este discurso pierde toda credibilidad.

5.7. El mundo multipolar de los BRICS no es una alternativa al imperialismo, como demuestra la política de Rusia y China, los dos principales líderes de esta alianza geoestratégica. Putin quiere reconstruir un imperio colonial por la fuerza y la coerción. Sus líderes autocráticos no se oponen a las prácticas imperialistas y agresivas del imperialismo occidental: quieren tener los mismos derechos. Así mismo, lo que objetan no es la diferencia entre los derechos proclamados y la realidad en las sociedades occidentales, sino que objetan los propios derechos (de los trabajadores, mujeres, LGTBQ+, etc.) Aprovechando sus enormes reservas de combustibles fósiles y para prolongar la explotación de los combustibles fósiles el mayor tiempo posible, busca alianzas con monarquías petroleras, dictaduras y poderosos intereses de la industria energética y criminal. El partido comunista chino pretende mostrar a los países del Sur que pueden escapar a la dominación y desarrollarse entrando en las Nuevas Rutas de la Seda, pero su proyecto de hegemonía capitalista global es uno de los principales impulsores de la destrucción ecológica y de la acumulación por desposesión.

5.8. No es el momento de ponerse al día, sino de compartir el planeta. La gran masa de trabajadores, mujeres, jóvenes, de las minorías étnicas, tanto en el Norte como en los países dominados, son víctimas del cambio climático. Según el análisis científico de las políticas climáticas, el 1 % más rico emitirá aún más CO2 de aquí a 2030, el 50 % pobre emitirá un poco más, pero se mantendrá muy por debajo del nivel de emisiones individuales compatible con 1,5 °C, y el 40 % intermedio soportará la mayor parte de la reducción de emisiones (con un esfuerzo proporcionalmente mayor impuesto a las rentas bajas de los países ricos). Esta es la base de una lucha internacional por la justicia y la igualdad. El escaso presupuesto de carbono aún disponible debe y puede repartirse en función de las responsabilidades y capacidades históricas, no sólo entre países, sino cada vez más entre clases sociales. Los recursos minerales y la riqueza de la biodiversidad deben explotarse con cuidado, en función de las necesidades reales de todos y todas.

5.9. Las y los capitalistas de los países imperialistas son responsables de la crisis ecológica y deben pagar las consecuencias. También las monarquías petroleras, Rusia y China, aunque su responsabilidad histórica no sea la misma. Los países industrializados del Norte (Europa, América del Norte, Australia, Japón) son los que deben hacer los mayores esfuerzos en términos de un rápido decrecimiento de las producciones inútiles y/o nocivas. También son responsables de facilitar a los países dominados el acceso a tecnologías alternativas, así como de financiar una transición ecológica y una reparación real de las pérdidas y daños ocasionados. La abolición de las patentes debe permitir a los pueblos del Sur acceder libremente a tecnologías que puedan responder a sus necesidades reales sin utilizar aún más energía fósil.

5.10. Un dólar gastado en satisfacer las necesidades del 1 % más rico genera treinta veces más emisiones de CO2 que un dólar invertido en satisfacer las necesidades sociales del 50 % más pobre de la población mundial. Numerosos estudios científicos demuestran que la satisfacción de las necesidades básicas de las clases populares, tanto en los países dominados como en los llamados desarrollados, sólo tendría una modesta huella de carbono. La reducción radical de la huella de carbono del 1 % más rico –¡en el Norte y en el Sur! – y la suficiencia para todos la compensarían ampliamente.

5.11. Para satisfacer sus necesidades, los pueblos de los países dominados necesitan un modelo de desarrollo radicalmente opuesto al modelo imperialista y productivista. Un modelo que priorice los servicios públicos (salud, educación, vivienda, transporte, alcantarillado, electricidad, agua potable) para la masa de la población, y no la producción de mercancías para el mercado mundial. Un modelo anticapitalista y antiimperialista, que expropie los monopolios en los sectores de las finanzas, la minería, la energía, el agronegocio, y los socialice bajo control democrático.

5.12. En los países más pobres, la necesidad de satisfacer las necesidades de la población llevará a aumentar la producción material y el consumo de energía durante un periodo de tiempo. En el marco de un modelo de desarrollo alternativo y unos intercambios internacionales diferentes, la contribución de estos países a un decrecimiento ecosocialista global y el respeto por los equilibrios ecológicos consistirá en:

  • imponer una justa reparación a los países imperialistas;
  • anular el consumo conspicuo de la élite parasitaria;
  • luchar contra los megaproyectos ecocidas inspirados en las políticas capitalistas neoliberales, como los gigantescos oleoductos, los proyectos mineros faraónicos, los nuevos aeropuertos, los pozos petrolíferos en alta mar, las grandes presas hidroeléctricas y las inmensas infraestructuras turísticas que se apropian del patrimonio natural y cultural en beneficio de los ricos;
  • realizar una reforma agraria ecológica para sustituir el agronegocio industrializado.
  • rechazar la destrucción de los biomas por los ganaderos, los plantadores de aceite de palma, la agroindustria en general y la industria minera, las compensaciones forestales (proyectos REDD y REDD+), así como los acuerdos pesqueros que ofrecen los recursos pesqueros a las multinacionales de la pesca industrial, etc.

A través de sus luchas, las clases populares de los países dominados pueden contribuir de manera decisiva a comprometer a las y los explotados de todo el mundo en esta vía, la única compatible tanto con los derechos humanos como con los límites terrestres.

6. A contracorriente, hacer converger las luchas para romper con el productivismo capitalista. Tomar el poder, iniciar la ruptura ecosocialista basada en la autoactividad, la autoorganización, el control desde abajo, la más amplia democracia...

6.1. La economía, el Estado, la política de la burguesía y sus relaciones internacionales están profundamente afectados por el callejón sin salida ecosocial en el que la acumulación capitalista y el saqueo imperialista han sumido a la humanidad. En todo el mundo, las personas explotadas y oprimidas están sumidas en una profunda angustia.

6.2. Los movimientos de resistencia se desarrollan a contracorriente. Incluso en contextos extremadamente difíciles, la gente defiende sus derechos sociales, democráticos, antiimperialistas, ecológicos, feministas, LGBTQI, antirracistas, indígenas y campesinos. Se han conseguido algunas victorias notables: victoria de las y los campesinos indios contra el gobierno de Modi, victoria de las y los zadistas en Francia contra el aeropuerto de Nôtre-Dame-des-Landes, victoria de las mujeres en la lucha por el aborto en Argentina, victoria del pueblo Sioux en EE UU contra el oleoducto XXL... Pero el enemigo está a la ofensiva y muchas luchas terminan en derrota. Nuestra tarea, como militantes de la Cuarta Internacional, es ayudar a organizar y extender las luchas, aportando nuestra perspectiva ecosocialista e internacionalista.

6.3. El productivismo de las fuerzas hegemónicas de la izquierda, partidos y sindicatos, es un serio obstáculo en el camino hacia una respuesta ecosocialista a la altura de la situación objetiva. La mayoría de las direcciones han abandonado cualquier perspectiva anticapitalista. La socialdemocracia y todas las demás variantes del reformismo se han convertido en social-liberales que sólo ambicionan aportar algunas correcciones sociales al mercado dentro de los límites del marco neoliberal. La mayoría de las direcciones de las grandes organizaciones sindicales se limitan a acompañar las políticas neoliberales con la ilusión de que el crecimiento capitalista mejorará el empleo, los salarios y la protección social. En lugar de organizar una toma de conciencia del callejón sin salida ecosocial, estas políticas de colaboración de clases lo profundizan y ocultan su gravedad.

6.4. Afortunadamente, algunas fuerzas políticas y corrientes sindicales –sobre todo en Europa, Estados Unidos y América Latina– empiezan a distanciarse del productivismo y del neoliberalismo. En los sindicatos, activistas conscientes del desafío ecológico han hecho avanzar el concepto de transición justa. La socialdemocracia y los dirigentes sindicales de la Confederación Sindical Internacional se han apropiado de él orientándolo a apoyar el productivismo y la competitividad empresarial. La clase dominante es experta en la manipulación. Así es como la transición justa se ha unido al desarrollo sostenible en los discursos de los gobiernos que pisotean la justicia y organizan la insostenibilidad.

6.5. En los países capitalistas desarrollados, las filas de las fuerzas tradicionales se han visto reforzadas por los partidos verdes. Han tenido que pasar cuatro décadas para que la gran mayoría de estos partidos se unieran a la capa de los gestores políticos del capitalismo. Su pragmatismo, basado en la responsabilidad individual de las y los consumidores, se extiende en la sociedad civil a través de numerosas asociaciones ecologistas. Permitió a la socialdemocracia y a las direcciones sindicales tradicionales disimular su colaboración de clase en defensa del mal social menor frente a las ecotasas y otras soluciones supuestamente realistas de una ecología ni de izquierdas ni de derechas.

6.6. En otras partes del mundo, aunque todavía minoritario, el ecosocialismo empieza a ganar influencia en los movimientos sociales y en la izquierda radical. Algunas experiencias locales importantes –en Mindanao, Rojava y Chiapas, entre otras– tienen afinidades con la perspectiva ecosocialista. Sin embargo, para la mayoría, el crecimiento capitalista sigue apareciendo falsamente como la única forma de mejorar las condiciones sociales.

6.7. Dada la profundidad de la crisis y del descalabro, existe un riesgo real de ver una tendencia creciente en las clases trabajadoras a sacrificar los objetivos ecológicos en aras del desarrollo, la creación de empleo y el aumento de los ingresos. Esta tendencia no hará sino acelerar la catástrofe de la que esas mismas clases son ya las primeras víctimas y ahondará la pérdida de legitimidad de los sindicatos. También crearía un terreno fértil para los intentos neofascistas de maquillar de verde los proyectos racistas, colonialistas y genocidas. Las y los migrantes que huyen de sus tierras devastadas son lods principales objetivos de estas campañas de odio.

6.8. El proyecto socialista está profundamente desacreditado por los antecedentes del estalinismo y la socialdemocracia. Es a partir de las luchas que debemos reinventar una alternativa, no a partir de dogmas.

6.9. ¿Quién está hoy en primera línea del movimiento real? Los pueblos indígenas, las jóvenes, las campesinas, las personas racializadas que pagan un alto precio por la destrucción social y ecológica. En estos cuatro grupos, las mujeres desempeñan un papel decisivo en relación con sus reivindicaciones específicas, ecofeministas, por las que luchan y se organizan de forma autónoma.

6.10. La alianza campesina internacional Vía Campesina demuestra que es posible combinar la defensa de los derechos del campesinado pobre y de los pueblos indígenas, la lucha contra el extractivismo y la agroindustria, la lucha por la soberanía alimentaria y la preservación de los ecosistemas con el feminismo.

6.11. La gran mayoría de las personas asalariadas está ausente o es ajena a las luchas antiproductivistas. Hay quien deduce que la lucha de clases está superada, o que debe librarla una clase ecológica que sólo existe en su imaginación. Pero detener la catástrofe sólo es posible revolucionando el modo de producción de la existencia social. ¿Cómo sería posible esta revolución en el modo de producción de la existencia social sin la participación activa y consciente de las productoras? Además, ellas son la mayoría...

6.12. Otra gente, por el contrario, deduce que es necesario esperar el momento en que la masa de trabajadores y trabajadoras en lucha por sus reivindicaciones socioeconómicas inmediatas haya alcanzado el nivel de conciencia que le permita participar en la lucha ecológica con una línea de clase. Sin embargo, ¿cómo el nivel de conciencia de la masa de asalariadas integraría a tiempo las cuestiones ecológicas si no se da ninguna lucha social importante que sacuda el marco productivista en el que la masa de personas asalariadas, cada vez más a la defensiva, plantea espontáneamente sus reivindicaciones socioeconómicas inmediatas? Superar el marco productivista implica una lógica de iniciativa pública y de planificar las reconversiones necesarias, con empleo e ingresos garantizados.

6.13. La lucha de clases no es una abstracción fría. "El movimiento real que suprime el actual estado de cosas" (Marx) la define y designa a sus actores. Las luchas de las mujeres, de las personas LGBTQI, de los pueblos oprimidos, de los pueblos racializados, de las personas migrantes, del campesinado y de los pueblos indígenas por sus derechos no se sitúan al lado de las luchas de las y los trabajadores contra la explotación del trabajo por la patronal, sino que forman parte de una lucha de clases viva.

6.14. Forman parte de ella porque el capitalismo necesita la opresión patriarcal de las mujeres para maximizar la plusvalía y garantizar la reproducción social a menor coste; necesita la discriminación de las personas LGBTQI para validar el patriarcado; necesita el racismo estructural para justificar el saqueo de la periferia por el centro; necesita las políticas de asilo inhumanas para regular el ejército industrial de reserva; necesita someter al campesinado a los dictados de la agroindustria productora de comida basura para comprimir el precio de la fuerza de trabajo; y necesita eliminar la relación respetuosa que aún mantienen las comunidades humanas entre ellas y con la naturaleza, para sustituirla por su ideología individualista de dominación, que transforma lo colectivo en autómata y lo vivo en cosa muerta.

6.15. Todas estas luchas y las de los trabajadores y trabajadoras contra la explotación capitalista son parte de la misma lucha por la emancipación humana. Esta emancipación sólo es realmente posible y digna de la humanidad si tomamos conciencia de que nuestra especie pertenece a la naturaleza, al tiempo que tiene, debido a su inteligencia específica, la responsabilidad, ahora ineludible y vital, de cuidarla con esmero. En efecto, tal es para nosotros la implicación estratégica que se deriva del hecho de que la fuerza destructiva del capitalismo haya introducido al planeta en una nueva era geológica.

6.16. Este análisis es la base de nuestra estrategia de convergencia de las luchas sociales y ecológicas.

6.17. Esta convergencia de las luchas no debe limitarse a la búsqueda, entre movimientos sociales, o entre aparatos de movimientos sociales, del mayor denominador común en términos de reivindicaciones. Esta concepción puede implicar el desprecio de ciertas reivindicaciones de ciertos grupos –en detrimento de los más débiles entre ellos– es decir... lo contrario de la convergencia.

6.18. La convergencia de las luchas sociales y ecológicas incluye todas las luchas de todos los actores sociales: desde los más avezados hasta los más vacilantes. Es un proceso de articulación dinámica, que eleva el nivel de conciencia mediante la acción y el debate, en el respeto mutuo. Su objetivo no es la determinación de una plataforma fija, sino la constitución de la unidad de combate de las personas explotadas y las oprimidas en torno a reivindicaciones concretas para abrir una dinámica encaminada a la conquista del poder político y el derrocamiento del capitalismo en todo el mundo.

6.19. En la práctica, hoy en día la convergencia ecosocial de las luchas implica, sobre todo, que los sectores más conscientes de las amenazas ecológicas se dirijan a los sectores más conscientes de las amenazas sociales, y viceversa, para superar juntos la falsa oposición capitalista entre lo social y lo ecológico.

6.20. En este planteamiento desempeña un papel esencial la defensa de un eco-sindicalismo a la vez clasista y antiproductivista, basado en las preocupaciones concretas de las y los trabajadores por la preservación de su salud y su seguridad en el trabajo, así como en el papel de alerta sobre los daños a los ecosistemas y el peligro de la producción que están en mejores condiciones de desempeñar.

6.21. Como activistas ecosocialistas, fomentamos la resistencia en el lugar de trabajo mediante la huelga y todas las iniciativas que promuevan la organización y el control de las y los trabajadores. Trabajamos para fortalecer las movilizaciones combinando la extensión de la huelga, la masificación de las manifestaciones, promoviendo todas las formas de autoorganización y autoprotección de la lucha contra la represión, así como su popularización para contrarrestar las mentiras de los medios de comunicación dominantes y del aparato gubernamental.

6.22. También nos inspiran las formas de desobediencia civil: desde el bloqueo de sitios hasta el boicot al pago de alquileres, que también han demostrado su eficacia.

6.23. La experiencia de las luchas contribuye a alimentar el debate estratégico.

6.24. Las luchas antiproductivistas son diversas, pero en general su punto de partida es muy concreto, a menudo local, en oposición a una nueva infraestructura de transporte (autopista, aeropuerto, etc.), comercial o logística, extractivista (minas, oleoductos, megaembalses, etc.), al acaparamiento de tierras o de agua, a la destrucción de un bosque o de un río, etc. Lo que moviliza a la gente es, fundamentalmente, la amenaza a la vida cotidiana, a los medios de subsistencia y a la salud, no el discurso general. Al enfrentarse a las y los responsables políticos, a los grupos capitalistas y a las instituciones que los protegen, al forjar alianzas entre actores con historias y compromisos diferentes, la lucha se hace cada vez más global y política.

6.25. Esta combinación de luchas ancladas en un territorio concreto, y con un objetivo preciso, con un combate general existen en todo el mundo y forman una nueva realidad política llamada Blockadia.

6.26. En Francia, contra el proyecto de aeropuerto en Nôtre-Dame-des-Landes, la convergencia de agricultores, jóvenes militantes radicales y habitantes de la zona logró el apoyo de la población y de los sindicalistas, incluso los de la concesionaria, y condujo a la victoria. La estrategia de Soulèvement de la Terre ha permitido así, a partir de la cuestión de las megaembalses (enormes embalses de agua para el riego de cultivos industriales), plantear la cuestión del agua como un bien común que hay que preservar frente a su monopolización por la agroindustria.

6.27. En Estados Unidos, contra el oleoducto Dakota Access Pipeline, que amenaza con contaminar el Missouri y el Mississippi y atraviesa las tierras sagradas de los nativos sioux, estos últimos establecieron un campamento en Standing Rock, al que se unieron miles de personas, jóvenes, ecologistas... El campamento resistió una feroz represión y forzó una investigación sobre los peligros de la DAPL para el medio ambiente. La batalla legal y política continúa.

6.28. La formación de una conciencia de clase ecosocialista implica una convergencia en las luchas en las que la juventud científica pueden contribuir utilizando y compartiendo sus conocimientos (agronómicos, climáticos, naturalistas...).

6.29. Los comités de huelga, los centros de salud comunitarios, la toma de empresas, las ocupaciones de tierras, los espacios de vida autogestionados, los talleres de reparación, los comedores, las bibliotecas de semillas, etc., permiten experimentar una organización social libre del capitalismo. Permiten, a quienes están privados de poder político y económico, experimentar su poder e inteligencia colectivos. Contradiciendo las ilusiones sobre la posibilidad de circunvalar o ajustar el sistema, tarde o temprano se enfrentan al Estado y al mercado capitalista, demostrando que es imposible prescindir del poder político y del necesario derrocamiento del sistema. Sin embargo, al establecer, aunque sea temporalmente, otra legitimidad, popular, solidaria y democrática, las alternativas concretas permiten a las personas dominads tomar conciencia de sus propias fuerzas y trabajar por la construcción de una nueva hegemonía.

6.30. Más en general, la construcción de órganos autoorganizados de poder popular es el núcleo de nuestra estrategia.

6.31. La crisis sistémica del capitalismo tardío dominado por las finanzas transnacionales alimenta a la vez una repugnancia ante los fenómenos de decadencia del régimen burgués y un sentimiento de impotencia ante el profundo deterioro, tanto cuantitativo como cualitativo, de la relación de fuerzas entre las clases. En este contexto, la cuestión del gobierno adquiere una importancia creciente. La toma del poder político es un requisito previo para la aplicación de un plan que impulse una política de ruptura, pero los últimos años han mostrado las ilusiones mortales de los proyectos políticos que explotan las aspiraciones populares, canalizan las movilizaciones, incluso las sofocan en nombre de la realpolitik, y refuerzan así a la extrema derecha.

6.32. No hay atajos. Una estrategia ecosocialista de ruptura implica la lucha por la formación de un gobierno sobre la base de un plan de transición y la promoción sistemática de la autoactividad, el control y la intervención directa de las personas explotadas y oprimidas a todos los niveles. Porque ninguna medida consecuente contra la explotación, la opresión y la destrucción de los ecosistemas se impondrá sin una relación de fuerzas basada en esta autoorganización. En consecuencia, la autoemancipación no es sólo nuestro objetivo, sino también una estrategia para derrocar el orden establecido. Hay que construir nuevas instituciones para deliberar, para decidir democráticamente, para organizar la producción y el conjunto de la sociedad... Estos nuevos poderes tendrán que enfrentarse a la máquina estatal capitalista, que hay que destruir. El derrocamiento del orden social, la expropiación de las y los capitalistas, chocará inevitablemente con la respuesta violenta y armada de las clases dominantes. Frente a esta violencia, las personas explotadas y oprimidas no tendrán más remedio que defenderse, se tratará de autoorganizar democráticamente la violencia legítima, rechazando el virilismo y el sustitutismo.

6.33. Reflexionar y actuar, construir luchas y herramientas de lucha, comparar experiencias y aprender de ellas: la realización internacional de esta inmensa tarea requiere una herramienta política, una nueva Internacional de las y los explotados y oprimidos. A través de este Manifiesto, la Cuarta Internacional expresa su voluntad de contribuir a responder a este desafío.

Febrero de 2024

  • 1En este documento utilizamos el término "Sur Global" para describir los países dependientes, los países dominados, los países periféricos de Asia, África y América Latina. Utilizamos todas estas expresiones para referirnos a la misma realidad. No incluimos en el Sur Global a países como China, Rusia, las Monarquías Petroleras, etc., que ocupan un lugar específico en el sistema de dominación capitalista mundial y no pueden ser considerados como dominados.
  • 2Teravatio-hora (1 TWh = 1.000 millones de KWh). Esta unidad energética se utiliza para medir la producción de electricidad de una central eléctrica (unos pocos TWh) o una producción nacional. Un kilovatio hora equivale a una potencia constante de un kilovatio funcionando durante una hora y equivale a 3,6 millones de julios o 3,6 megajulios.
  • 3Este efecto rebote también se conoce como paradoja de Jevons.

Cuarta Internacional