A pesar de la confusión que acompañó al anuncio de los resultados de las recientes elecciones presidenciales en Argelia, una cosa es clara y cierta: el pueblo argelino rechaza masivamente el régimen militar, después de haber dedicado su alzamiento o “Hirak” hace cinco años a exigir el fin de este régimen y su sustitución por un poder civil democrático. De hecho, la propia confusión es una consecuencia directa de este hecho, que surgió a través de lo que realmente estaba en juego en estas elecciones, en las que nadie tenía la menor duda de que ganaría el candidato del establishment militar, AbdelmadjidTebboune. Lo que realmente estaba en juego era el alcance de la participación del pueblo argelino en estas elecciones, en comparación con las anteriores organizadas a finales de 2019, que el establishment militar había impuesto ante el rechazo y el boicot del Hirak. El resultado no fue el esperado por los militares, ya que la participación fue inferior al 40% (39,51% para ser exactos, votando 9.755.340 personas, según cifras oficiales, de los 24.474.161 inscritos). Esta baja participación se produjo a pesar de que las autoridades habían permitido una mayor diversidad de candidatos, con cinco aspirantes en el ruedo en 2019.
En cuanto a las elecciones del pasado sábado, la participación fue inferior a la de 2019, que a su vez fue inferior a las cifras oficiales de elecciones anteriores. Según el recuento oficial, el número total de votos emitidos el pasado sábado para los tres candidatos en la palestra fue de tan solo 5.630.196, un descenso significativo en comparación con el número total de votos emitidos hace cinco años, mientras que el número de votantes registrados casi no varió (24.351.551), ¡de modo que la tasa de participación cayó a tan solo el 23,12%! El intento del jefe de la Autoridad Electoral Nacional "independiente", Mohamed Charfi, de disfrazar la derrota del gobierno afirmando que la participación "media" era del 48%, cifra obtenida dividiendo la participación por el número de circunscripciones electorales (como decir que la participación media entre el 10% en una ciudad de 100.000 votantes y el 90% en una ciudad de menos de 1.000 votantes es del 50%) fracasó hasta el punto de que la propia campaña de Tebboune tuvo que protestar por la confusión así causada.
Ante esta desastrosa derrota política, el 94,65% de los votos obtenidos por AbdelmadjidTebboune, según las cifras oficiales, parece muy exiguo, por no mencionar el hecho de que los otros dos candidatos se apresuraron a acusar a las autoridades de haber falsificado los resultados. Según el recuento oficial, Tebboune obtuvo 5.329.253 votos, frente a los 4.947.523 de 2019, lo que supone un ligero aumento. Pero, contrariamente a algunos comentaristas que veían en el porcentaje obtenido por Tebboune una imitación de la conocida tradición de las dictaduras regionales, que exige que el presidente reciba más del 90% de los votos, el porcentaje del 94,65% en las últimas elecciones argelinas no se combinó con una alta participación, como suele ocurrir en las dictaduras, ya sea falseando las cifras o imponiendo la participación a la población, o ambas cosas.
Por el contrario, la baja participación confirmó que el Hirak de 2019 —aunque el régimen militar y los servicios de seguridad fueron capaces de aplastarlo mediante la represión y las detenciones arbitrarias, aprovechando inicialmente la oportunidad ofrecida por la pandemia de Covid en 2020 y continuando con el mismo enfoque hasta el día de hoy— sigue vivo como un fuego bajo las cenizas, a la espera de una oportunidad para encenderse de nuevo. No cabe duda de que el estamento militar y de seguridad en el poder considerará preocupante el resultado de las elecciones, sobre todo porque se ha producido a pesar de que el gobierno ha aumentado el gasto social con el que intenta comprar el asentimiento del pueblo, aprovechando la subida de los precios de los hidrocarburos y el consiguiente aumento de sus ingresos, con la creciente necesidad europea de gas argelino para compensar el gas ruso. Los hidrocarburos representan más del 90% del valor de las exportaciones argelinas, un porcentaje mucho más importante que cualquier porcentaje electoral, porque indica el lamentable fracaso de los militares en la industrialización del país y en el desarrollo de su agricultura, objetivo que han declarado prioritario desde que tomaron el poder en 1965 bajo la dirección de Houari Boumediene, sobre todo después de la nacionalización del sector de los hidrocarburos en 1971.
Es de temer que la reacción de la institución gobernante ante su evidente fracaso político se traduzca en una mayor restricción de las libertades y conduzca al país por la senda tradicional de las dictaduras regionales, con más fraudes electorales, en lugar de responder al claro deseo del pueblo argelino de que los militares vuelvan a sus cuarteles y abran paso a un gobierno civil democrático resultante de unas elecciones libres y justas. Por el contrario, hay indicios de que el país está siguiendo el modelo egipcio al ampliar el ámbito de intervención de la institución militar en la sociedad civil, como atestigua la decisión adoptada por la Presidencia a principios de este verano de permitir que los oficiales del ejército ocupen puestos en la administración civil con el pretexto de beneficiarse de su cualificación.
Al final, de las dos oleadas de revueltas en la región de habla árabe en 2011 y 2019, los regímenes en el poder solo han sacado lecciones represivas al endurecer su control sobre las sociedades. Al hacerlo, solo están allanando el camino para explosiones aún mayores y más peligrosas que las que la región ha visto hasta ahora, mientras que la crisis económica y social estructural que constituyó la base de las dos oleadas revolucionarias anteriores sigue empeorando y empeorará inevitablemente mientras los regímenes tiránicos y corruptos sigan en su lugar.
Traducido por César Ayala de la versión en francés suministrada por el autor. El original en árabe fue publicado en Al-Quds al-Arabi el 10 de septiembre de 2024. Siéntase en libertad de reproducir o publicar en otros idiomas, con mención de la fuente.