El congreso del Nuevo Partido Anticapitalista tuvo lugar del 9 al 10 de diciembre. Resultó en la separación del partido. La primera declaración que publicamos fue adoptada por la plataforma que ganó el 48.5% de los votos. La segunda por la plataforma que obtuvo 45.5% de los votos.
Seguimos con el NPA, por un partido revolucionario y unitario de las explotadas y oprimidas
La pandemia y sus consecuencias suenan a advertencia. El capitalismo, la carrera por los beneficios, está llevando a la humanidad a la catástrofe. Guerras, crisis ecológicas que ponen en peligro la vida en la Tierra, crisis económica, escasez... Aquí, Macron pretende proseguir la ofensiva neoliberal contra nuestros derechos, en particular atacando las pensiones en las próximas semanas. Es urgente romper con este sistema que se agota.
Las grandes potencias imperialistas se repliegan, la competencia se intensifica, la extrema derecha amenaza. Las políticas bélicas y la carrera armamentística se intensifican. En todas partes, estamos del lado de los pueblos y de su derecho a la autodeterminación, como en Ucrania, en solidaridad contra la agresión de Putin.
En ausencia de una alternativa ecosocialista, basada en la autoorganización de los de abajo, la máquina infernal capitalista seguirá girando fuera de control. Como internacionalistas y anticolonialistas, nuestras esperanzas se nutren de las movilizaciones feministas y contra la dictadura en Irán, de las huelgas salariales en Inglaterra, de las manifestaciones por la democracia en China, de las luchas contra el racismo en Estados Unidos, de las luchas contra la clordecona en las Antillas... Nos solidarizamos con todas estas movilizaciones. Si bien las luchas son reales, rara vez logran vencer. Las más masivas y radicales, sobre todo las de la Primavera Árabe, han conseguido deshacerse de regímenes autoritarios y corruptos. Pero ninguna de ellas ha conducido a una alternativa emancipadora. La contraofensiva reaccionaria ha ido acompañada de asesinatos en masa y del retorno de regímenes dictatoriales.
Para mantener su dominio, los capitalistas están dispuestos a todo. Refuerzan sus ofensivas racistas, islamófobas y autoritarias. Los gobiernos de extrema derecha imponen políticas discriminatorias, climaticidas y reaccionarias. La amenaza fascista vuelve con fuerza. Requiere vigilancia, un combate específico, y marcos unitarios para combatirla.
Macron ataca a los más precarios de entre nosotros con la reforma del seguro de desempleo, con la ley Darmanin contra los migrantes. La reforma de las pensiones pretende retrasar la edad de jubilación a los 65 años. Más que una nueva "reforma", esta ofensiva a favor de los capitalistas lleva consigo el proyecto de una sociedad de sobreexplotación: trabajar cada vez más, durante más tiempo... y por unos ingresos cada vez más bajos. Es una auténtica provocación contra todas aquellas que, con su trabajo manual o intelectual, mantienen en pie la sociedad, especialmente las mujeres.
Macron pone el listón muy alto. Para él, es todo o nada: reforma o disolución. No nos deja otra opción que bloquear el país. Hay que echar a Macron. Esto implica la unidad de los trabajadores y de la juventud, de sus organizaciones, desde abajo hacia arriba. Sobre todo, requiere un movimiento desde abajo, en los lugares de trabajo y en las escuelas, en las comunas y en los barrios, que organice y decida la lucha.
Oponerse a los despidos, subidas salariales, reducción de jornada... debemos romper con la explotación capitalista que antepone los beneficios a nuestras vidas. En las empresas y en todos los lugares de trabajo, actuamos para construir herramientas de resistencia colectiva: sindicatos, colectivos, etc. Las luchas contra la explotación, contra todas las opresiones y por la preservación del planeta están vinculadas. Las luchas ecologistas, feministas, LGBTI y antirracistas tienen sus propias dinámicas y formas organizativas. Su autoorganización construye la emancipación de todos. Su convergencia abre el camino a una confrontación con este sistema y los poderes que lo defienden.
Una organización internacionalista, anticapitalista, feminista y ecosocialista
En 2009 iniciamos el NPA con la esperanza de reagruparnos en un partido único con todos aquellos que estuvieran comprometidos con una perspectiva anticapitalista, rompiendo con la izquierda gestora del sistema. Este proyecto es más pertinente que nunca. Hoy renovamos el hilo de la construcción de un partido útil para los explotados y los oprimidos. En la última secuencia, el voto a Mélenchon y luego a NUPES fue la herramienta utilizada por una parte importante de las clases populares para defenderse de Macron y de la extrema derecha. Pero a nivel militante, decenas de miles de anticapitalistas están huérfanos de una organización política que actúe efectivamente en la lucha de clases, más allá de los plazos electorales. Una organización convencida de que no se puede acabar con la explotación, la opresión y la destrucción de los ecosistemas sin derrocar el capitalismo, sin una transformación revolucionaria de la sociedad, una organización en diálogo y confrontación sin sectarismos con otras corrientes del movimiento social.
En el seno del NPA se han desarrollado grupos que discrepan de estas perspectivas. En algunas ciudades y sectores, en nuestros órganos, el NPA se ha convertido en un frente de organizaciones, en competencia unas con otras. Rechazamos esta situación, que convierte nuestro partido en un campo de batalla. Ante su negativa a cambiar nuestra forma de actuar, decidimos seguir con el NPA separándonos de estos grupos.
En las próximas semanas, el NPA estará presente en todas las movilizaciones: contra la reforma de las pensiones, por la sanidad y los hospitales públicos, en defensa de las trabajadoras inmigrantes a partir de las próximas marchas de solidaridad, para construir la huelga feminista del 8 de marzo, contra los proyectos de megapiscinas, la reactivación de la energía nuclear y el enterramiento de residuos en Bure...
A escala local y nacional, lanzamos una campaña militante dirigida a todas aquellas que tienen en común el deseo de construir una organización anticapitalista, revolucionaria y unitaria.
El comienzo será una reunión pública en París el martes 17 de enero en la Bellevilloise, con nuestras portavoces Olivier Besancenot, Christine Poupin, Philippe Poutou y Pauline Salingue.
11 de diciembre 2022
* * * * *
Urgencia y actualidad de la revolución, continuamos el NPA
El congreso del NPA reunió este fin de semana en Saint-Denis a 210 delegados, en representación de los 2.013 miembros del partido. La plataforma A recibió 91 votos, el 6,21%; la plataforma B 711 votos, el 48,50%, y la plataforma C 664 votos, el 45,29% (es decir, 47 votos de diferencia). Se celebró unos meses después de que el NPA en su conjunto llevara a cabo la campaña presidencial del NPA, una campaña que contribuyó a una nueva afluencia de activistas al NPA, en un año, de más de 500 militantes, jóvenes, estudiantes o trabajadores y trabajadoras que se unieron a las filas del partido.
A pesar de estos avances, una parte de la dirección saliente del NPA optó por abandonar el congreso antes de cualquier votación, incluidas las votaciones decisivas sobre la orientación, para llevar en soledad una política en dirección de la NUPES y de su principal componente LFI, iniciada en las elecciones regionales de 2021 en Nueva Aquitania y Occitania y confirmada en ocasión de las legislativas de 2022. Una política de separación minoritaria, que sólo recibió 100 votos en sesión cerrada, mientras que el partido había enviado 210 delegados a este congreso. Los pocos escisionistas de la dirección saliente eligieron tratar de hacer explotar al partido desafiando el voto democrático de las y los militantes que, en sus asambleas electivas, habían votado mayoritariamente una moción explícita en favor de «continuar el NPA», o votando mayoritariamente a favor de plataformas que rechazaban la escisión, incluida nuestra plataforma C. Esta plataforma es ampliamente mayoritaria en el sector juvenil del NPA, en numerosas ramas profesionales (transportes, correos, industria automotriz…) y en importantes federaciones departamentales (París, Marsella, Lyon, Burdeos, Ruán…).
Esta elección es irresponsable, sobre todo cuando la situación nacional e internacional exige que los revolucionarios cierren filas y planteen perspectivas de emancipación revolucionaria para el mundo del trabajo y la juventud. Que se reagrupen en lugar de dividirse. Pero el NPA continuará, pese a la partida de sus principales voceros. Nosotros, delegados de la plataforma «Actualidad y urgencia de la revolución», que hemos obtenido casi la mitad de los votos del partido, asumimos esta responsabilidad ante el conjunto del NPA, sus comités, sus federaciones y sus secciones, independientemente de los votos del congreso. A partir del lunes, reuniremos a todos los órganos del NPA.
Hacemos un llamado a todos los y las militantes de nuestro partido, detrás de la mayoría que se ha manifestado contra la escisión, s seguir construyendo el NPA con nosotros. Y más allá, con nosotros, por responsabilidad internacionalista, a luchar contra la fragmentación de la extrema izquierda y del movimiento revolucionario a escala mundial. El NPA siempre se ha concebido a sí mismo como un polo de reagrupación de revolucionarios, hacia un partido revolucionario de los trabajadores y trabajadoras.
Aquí, en Francia, el mundo del trabajo se enfrenta a una ofensiva sin cuartel de la patronal y el gobierno. Los trabajadores, incluidos los más precarios, las y los desempleados, jubilados y discapacitados se ven muy afectados. Con una inflación que supera el 6% anual, los salarios se recortan un poco más cada día, y a las clases trabajadoras se les anuncian nuevos sacrificios: para muchos, se habla de pasar hambre y frío, sin electricidad ni calefacción, este invierno. Para principios de 2023 se anuncia una suba de las tarifas del transporte público, peajes de autopista, correos, etc. Y el gobierno lanza su ataque contra las pensiones de las personas mayores, entre otras cosas aumentando la edad legal de jubilación.
Este otoño ya ha estado marcado por un gran número de movilizaciones y huelgas por aumento salarial, dispersas y aisladas pero decididas. La jornada de huelga nacional del 18 de octubre, de apoyo a los huelguistas de las refinerías pero también de rabia contra Macron y su gobierno que querían intimarlas, demostró que era posible una explosión de cólera. Es urgente preparar las movilizaciones y su generalización, única manera de cambiar la relación de fuerzas y hacer retroceder estos ataques de la patronal y el gobierno: por una suba de salarios y jubilaciones de 400 euros netos al mes para todos, ningún ingreso por debajo de 2.000 euros y una alineación sistemática de los salarios con los precios, por una jubilación completa con un máximo de 37 años y medio de cotización y a partir de los 60 años. Se trata de imponer una división del trabajo entre todos -trabajar todos y todas y trabajar menos-, sin ninguna reducción salarial, con, por el contrario, salarios que sigan el costo de vida. Al reclamo de arrancar estas reivindicaciones vitales se suma la indignación por el creciente deterioro de las condiciones de salud, educación y transporte, así como por los daños ecológicos que pudren la vida cotidiana de las clases trabajadoras y la juventud. Estas reivindicaciones de una vida diferente, no sacrificada a las ganancias, se conseguirán con la lucha de clases, con una respuesta global desde el mundo del trabajo y no en las instituciones. El mundo del trabajo no podrá vencer ni en el Parlamento ni en los salones del diálogo social. No habrá capitalismo con rostro humano, como defiende la FI, ni revolución ciudadana a través de las urnas. Reafirmamos la necesidad y la posibilidad de construir un partido revolucionario, porque hacer retroceder a los patrones y, en última instancia, arrebatarles el poder, no se hará mediante elecciones. En lo inmediato, el NPA dará prioridad a la construcción de movilizaciones, con todos aquellos y aquellas, y son muchos a nuestro alrededor, organizados políticamente, en sindicatos o asociaciones, y con otros más no organizados, que quieran avanzar en esta dirección. Nos manifestaremos como columna del NPA en la Marcha de la Solidaridad del 18 de diciembre, a la que llamamos a unirse masivamente.
Frente al auge de las nauseabundas corrientes e ideas de extrema derecha, nacionalistas y racistas, asumidas en gran medida por la derecha y el propio gobierno, frente a la guerra y el caos hacia los que nos conduce la sociedad capitalista, tenemos una responsabilidad particular hacia nuestra clase social, la responsabilidad de ayudarla a confiar en sus propias fuerzas para luchar en su propio terreno y salir de las ilusiones institucionales. Mientras que el mundo del trabajo muestra su poder de bloquear a toda la sociedad cuando se declara en huelga. Fuerza de bloqueo, pero también de reorganización de toda la sociedad, si los proletarios en lucha van más allá y se organizan para sentar las bases de su propio poder.
También la situación internacional exige nuestras responsabilidades. En varios países, entre ellos Inglaterra, estallan huelgas y oleadas de huelgas. Más en general, asistimos a una oleada de protestas sociales a gran escala sin precedentes. En 2019, menos de diez años después de las revoluciones árabes de 2011, hemos asistido a un resurgimiento de las protestas masivas: en todo el mundo y ahora en Irán y China. Se suman a las luchas masivas de las mujeres por el derecho al aborto y contra la violencia de género y sexual, a las luchas por los derechos del colectivo LGBTI, a las luchas de jóvenes y no tan jóvenes por el clima y contra el racismo.
En momentos en que se ciernen los peligros reales de la militarización y el endurecimiento autoritario de los regímenes contra las clases populares, pero en el que surgen reacciones y capacidades de afirmación para nuestra clase en casi todo el mundo, es hora de dar vida en la práctica a un polo revolucionario. Reagrupar esas fuerzas, minoritarias pero no obstante muy reales, que militan por la derrota revolucionaria del sistema. Un sistema capitalista que acumula pruebas de su incapacidad para satisfacer las necesidades de la humanidad, mientras hoy, entre los ocho mil millones de personas, una mayoría se mantiene al borde de la supervivencia.
Nos dirigimos a toda y todos los trabajadores, jóvenes y menos jóvenes, sublevados por el sistema de explotación capitalista y su cortejo de miseria, guerras y opresiones: ¡únanse a nosotros para su derrocamiento y pongamos todos juntos de relieve la actualidad y la urgencia de la revolución!
11 de diciembre 2022