
Está en marcha un ataque por múltiples frentes — no solo contra quienes apoyan la libertad del pueblo palestino, sino también contra los derechos civiles y la libertad de expresión de todes. El secuestro de Mahmoud Khalil, la deportación arbitraria de la médica de Brown, Rasha Alawieh, el intento de detener y deportar a la estudiante de doctorado de la Universidad de Columbia, Ranjani Srinivasan —quien huyó a Canadá para pedir asilo—, y la detención del académico de la Universidad de Georgetown, Badar Khan Suri: ninguno de estos casos, y muchos otros que no llegaron a los medios, están ocurriendo de forma aislada.
Las mismas órdenes ejecutivas de Trump que retiraron 400 millones de dólares en subvenciones federales a la Universidad de Columbia —cuya respuesta institucional quedará para siempre en los anales de la cobardía cínica— ahora también están quitándole 175 millones a la Universidad de Pensilvania, por el "delito" completamente ajeno de permitir que atletas trans compitan en deportes masculinos.
No se trata de cuestiones separadas ni de casos individuales que puedan analizarse legalmente por separado. La intención abierta del régimen de Trump —y del séquito de multimillonarios, ideólogos de ultraderecha y nacionalistas cristianos supremacistas blancos que lo sostienen— es destruir, intimidar y transformar a las universidades y centros educativos de EE.UU. en agencias completamente obedientes al poder corporativo y a la reacción política.
La misma agenda se hace evidente en el impulso por criminalizar los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) tanto en el sector público como en el privado, desmantelar la Seguridad Social y Medicaid, pulverizar la fuerza laboral federal y eliminar las agencias que atienden a veteranos militares, niñes en edad escolar y los derechos de les trabajadores a organizarse en sindicatos y a sobrevivir en sus empleos.
Atacar al valiente y poderoso movimiento de solidaridad con Palestina en los campus y comunidades de EE.UU. es una cuña para avanzar con esta ofensiva derechista total. Palestina, por supuesto, es en sí misma una cuestión global absolutamente central, ya que ha retomado su curso el genocidio conjunto a gran escala entre Israel y EE.UU. en Gaza, con el ministro de Defensa israelí prometiendo la “destrucción total” de lo que queda de ese territorio y de sus 2,2 millones de habitantes.
Para repasar algunos hechos básicos: Mahmoud Khalil, graduado de Columbia con una tarjeta de residencia (green card) y cuya esposa Noor Abdalla está embarazada de ocho meses, fue detenido el 8 de marzo por agentes de civil del Departamento de Seguridad Nacional mientras la pareja regresaba a su vivienda, propiedad de la universidad. Columbia había ignorado los pedidos de Khalil para que se le brindara protección, ya que sentía que lo estaban siguiendo.
Khalil fue un activista destacado durante la ocupación estudiantil del año pasado y participó como negociador para alcanzar una resolución pacífica. Nunca fue acusado de ningún delito ni estuvo sujeto a medidas disciplinarias por parte de la universidad. Tras decirle que su “visa de estudiante” (inexistente) y luego su green card habían sido “revocadas”, Mahmoud fue llevado a Nueva Jersey y trasladado rápidamente a un centro de detención aislado en Luisiana, antes de que los tribunales pudieran intervenir. Un juez federal ordenó que el caso sea devuelto a Nueva Jersey. Hoy por hoy, queda por ver si el régimen de Trump acatará esa orden.
La estudiante de Columbia Yunseo Chung, de 20 años, es residente permanente y vive en Estados Unidos desde los 7 años. Actualmente se encuentra en un lugar no revelado y está presentando una demanda para evitar su deportación, luego de que agentes de ICE (Immigration and Customs Enforcement, Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos) allanaran y registraran residencias de Columbia con el pretexto de que la universidad o sus viviendas están “albergando y ocultando extranjeros ilegales en su campus”. Supuestamente, su participación en manifestaciones pro-Palestina la convierte en “una amenaza para los objetivos de la política exterior de EE.UU.”, según una ley de 1952 de la era McCarthy que autoriza la deportación por esos motivos.
La Dra. Alawieh, cirujana especialista en riñones y profesora asistente en la Universidad de Brown, fue detenida durante 36 horas al regresar de un viaje a Líbano y luego obligada a abordar un vuelo de regreso —en flagrante violación de una orden judicial de emergencia que prohibía su deportación. El supuesto “motivo para su expulsión” fue su asistencia al funeral de Hasan Nasrallah, el líder de Hezbollah asesinado por Israel, donde había decenas de miles de libaneses presentes.
Estos están lejos de ser los únicos casos en los que los agentes de Trump ignoran órdenes judiciales, como lo demuestra la deportación masiva de supuestos “miembros de pandillas” venezolanos —sin ninguna prueba ni proceso legal— a una prisión tristemente célebre y letal en El Salvador.
Ranjani Srinivasan, cuya tesis doctoral en planificación urbana está casi terminada, fue “desmatriculada” por Columbia luego de que agentes de ICE se presentaran en su departamento y, al no poder ingresar para detenerla, le informaran que su visa había sido cancelada y que tenía 15 días para abandonar el país. Actualmente está solicitando asilo en Canadá, sin revelar su ubicación por razones de seguridad. Le contó a CBC News que no tuvo ninguna participación directa en las protestas del campus (al parecer, fue vista entre una multitud la primavera pasada, en un momento en que su residencia universitaria estaba acordonada).
El comportamiento despreciable de Columbia al reprimir y expulsar estudiantes el año pasado ahora se agrava con su cobarde sometimiento a un conjunto de demandas draconianas de la Casa Blanca de Trump, que incluyen no solo la prohibición del uso de mascarillas —vale destacar que Mahmoud Khalil fue fácilmente identificado porque no llevaba una—, sino también la imposición de una “supervisión externa” sobre su centro de estudios de Medio Oriente, África y Asia.
Badar Khan Suri es profesor en Georgetown y académico posdoctoral especializado en religión y procesos de paz en Medio Oriente y Asia del Sur, legalmente presente en Estados Unidos con una visa de investigador y docente. Ciudadano indio, vive con su esposa estadounidense y sus tres hijes en Rosslyn, Virginia. El 17 de marzo, al regresar a su casa tras una comida de iftar por el Ramadán, Suri fue detenido por agentes federales enmascarados sin que se le imputara ningún delito.
En poco más de 72 horas, fue trasladado por varios centros de detención migratoria hasta llegar a un centro de tránsito de ICE en Alexandria, Luisiana. (Sus colegas sospechan que el verdadero objetivo del gobierno es su esposa palestino-estadounidense, Mapheze Saleh, quien por ser ciudadana no puede ser deportada).
Para cuando lea esta declaración, los atropellos perpetrados por el régimen mafioso de Trump se habrán multiplicado aún más.
Lo que está en juego
En apenas dos meses, el gobierno de Trump se ha convertido en un cáncer metastásico sobre el ya debilitado cuerpo de los derechos democráticos en Estados Unidos. De hecho, en los años previos al actual reinado del terror, Trump, la derecha y su mayoría amañada en la Corte Suprema han logrado avances significativos: convirtieron en letra muerta la histórica Ley de Derechos Electorales, destruyeron las leyes de financiamiento de campañas para que parásitos multimillonarios como Elon Musk y los Adelson puedan comprar el gobierno, y por supuesto, abolieron el derecho al aborto a nivel federal.
El rumbo actual —en muchos frentes, desde el gobierno por decreto hasta el hostigamiento a comunidades migrantes y activistas pro-palestinos, pasando por la abolición del derecho a la ciudadanía por nacimiento— conduce a la destrucción efectiva del gobierno constitucional en Estados Unidos. Solo quedará algo de papel pintado decorativo para disimular la podredumbre.
Organizaciones por las libertades civiles y abogades de personas amenazadas con la deportación están interviniendo activamente en los tribunales y haciendo sonar la alarma en los medios. Pero desde la cúpula del Partido Demócrata, lo que reina es un silencio ensordecedor frente a la destrucción de Gaza y la limpieza étnica desenfrenada en Cisjordania ocupada. Y aunque docenas de congresistas demócratas han firmado una carta cuestionando la detención de Mahmoud Khalil, el nombre del líder de la minoría, Hakeem Jeffries, brilla por su ausencia. En el Senado, Chuck Schumer parece estar en una profunda hibernación tras su voto a favor de la resolución presupuestaria de recortes salvajes impulsada por los republicanos de la Cámara.
La resistencia está emergiendo en múltiples frentes: desde el llamado a la acción del sindicato de trabajadores estudiantiles de Columbia, CSW-UAW 2710, por el caso de Mahmoud Khalil, hasta las manifestaciones de los sindicatos de trabajadores postales contra los planes de devastar y luego privatizar el servicio postal, pasando por piquetes en los salones de exhibición de Tesla contra el imperio empresarial del multimillonario Elon Musk. Nos alegra ver banderas palestinas y ucranianas ondeando juntas en manifestaciones solidarias —mientras Trump le da luz verde a Israel para la destrucción final de Gaza y se prepara para repartirse Ucrania junto con Vladimir Putin.
Cualquier ilusión de que el hostigamiento al activismo palestino y a las comunidades migrantes, los ataques a los derechos trans, queer y de las mujeres, el vaciamiento de agencias públicas y el intento de eliminar los sindicatos del sector público, la Seguridad Social y Medicaid son “temas separados”, es fatal. Proteger nuestros derechos requiere un esfuerzo monumental y unificado de resistencia desde las bases, junto a los movimientos populares y por las libertades civiles.
El escandaloso caso de Mahmoud Khalil, en particular, ha captado una atención masiva, y su carta desde el centro de detención, como prisionero político, es un poderoso llamado de alerta. Se han realizado manifestaciones en todo el país, incluyendo la ocupación del lobby de la Trump Tower por parte de Jewish Voice for Peace – Nueva York.
Es una lucha que debe darse en múltiples frentes. Por supuesto, cualquier persona que defienda los derechos básicos de la Primera Enmienda debería exigir la liberación inmediata de Mahmoud Khalil, independientemente de lo que piense sobre su activismo por Palestina —y nadie debería ser excluido ideológicamente de esa lucha legal y por las libertades civiles, sin importar sus posturas políticas.
Al mismo tiempo, la agitación y el activismo por la libertad del pueblo palestino y contra el genocidio deben —y van a— continuar, inspirados por el ejemplo y el coraje del propio Khalil. El destino del pueblo palestino, convertido en sacrificio humano masivo en el altar del cinismo político, el imperialismo y el colonialismo de asentamiento, no es un asunto aislado. Está intrínsecamente ligado al futuro de todes nosotres.
Publicado el 26 de marzo de 2025 por Solidarity
Fuentes (en inglés)
Carta del 18 de marzo de Mahmoud Khalil, dictada desde su centro de detención en Luisiana:
https://www.aclu.org/news/free-speech/a-letter-from-palestinian-activist-mahmoud-khalil
Petición en apoyo a Badar Khan Suri:
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfznp-mVhvKXv0mxUMgwLMAuvjP7Z9wnwz3cIvcGehjy3tfTA/viewform
Recurso de emergencia para frenar la deportación arbitraria del Dr. Suri:
https://www.acluva.org/en/press-releases/aclu-virginia-files-emergency-motion-stop-trump-administrations-illegal-deportation
En apoyo al profesor Steven Thrasher, atacado por su activismo pro-palestino en la Universidad de Northwestern:
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdfXeE0eClMlnBZD8djSblYWVl4Alhq_DknTqFAy16_tJh35g/viewform?fbzx=3017609832160450586
Protesta en apoyo a la Dra. Alawieh:
https://www.youtube.com/watch?v=9PpcsSAVGGk
Entre las muchas respuestas desde la izquierda, recomendamos especialmente este excelente comunicado del colectivo Tempest:
https://tempestmag.org/2025/03/free-free-mahmoud-khalil/