Algunas notas para contribuir a nuestro debate sobre la sociedad futura

En 2010 el CI de la Cuarta Internacional debatió una "Propuesta para un debate programático". A continuación, decidió proseguir de manera amplia y abierta el debate sobre nuestra concepción de una nueva sociedad. En este sentido, solicitó a tres de sus comisiones que, además de continuar su actividad en los movimientos sociales existentes, desarrollaran nuestro pensamiento sobre el tipo de sociedad que queremos. Estas tres comisiones, sobre ecología, cuestión LGBTIQ y la opresión de las mujeres y feminismo, escribieron cada una una breve contribución para desarrollar el debate. Publicamos estas tres contribuciones (junto con el documento original) con el espíritu de promover tal discusión que es hoy más necesaria que nunca. Estas contribuciones fueron escritas, por supuesto, antes de la pandemia del Covid-19.

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Nota: Esta contribución al debate en la Cuarta Internacional sobre la “Sociedad Futura” toma una serie de elementos del documento “La Destrucción Capitalista del Medioambiente y la Alternativa Ecosocialista”, pero también algunos pasajes explorados de manera personal por los autores, miembros o no de nuestra corriente. Sin duda debería de hacerse una gran distinción entre cuál es la sociedad que queremos y qué estrategia para alcanzarla. Finalmente, algunas cuestiones están solo planteadas porque es necesario que sean sujeto de otras contribuciones (la cuestión de la reproducción social, democracia, etc.). Comisión de Ecología


Nuestro Proyecto para una Sociedad futura debe imperativamente articular las dimensiones de la emancipación social y política con la urgencia de detener la destrucción de la vida, el cambio climático, el colapso de la biodiversidad … y la necesidad de reparar, tanto como sea posible, el daño que ya se ha causado.

 

“No hay solución a la crisis ecológica en el marco del capitalismo, un sistema completamente devoto al productivismo, al consumismo, a la feroz lucha por la “repartición de los mercados”, de la acumulación de capital y la maximización de ganancias. Ésta intrínsecamente preserva la lógica que inevitablemente lleva a la disrupción del balance ecológico y a la destrucción de los ecosistemas” (Michael Löwy “Trece tesis sobre la catástrofe (ecológica) inminente y los medios (revolucionarios) de evitarla https://vientosur.info/spip.php?article15590).

 

Abolir al capitalismo es indispensable, pero de ninguna manera es una condición suficiente.

 

Sobreponerse de la crisis ecológica requiere ir más allá de la crítica del modo de producción capitalista. Es necesaria una revolución cultural, que debe de continuar más allá de la abolición del capital.
 

Deconstruir la propiedad, construir lo común

Los grupos capitalistas en el sector de la energía, la industria química, el sistema bancario y crediticio, transportes, agroindustrias, construcción… son responsables del incremento de gases de efecto invernadero, así como de la destrucción de la biodiversidad.

 

La lógica de la acumulación por despojo está constantemente extendida a nuevas tierras (aguas, bosques…) La privatización/mercantilización es aún presentada como un medio no solo para optimizar la producción sino también parar preservar los recursos: el mercado de derechos para contaminar, propiedad intelectual sobre entes vivientes, etc.


La expropiación de los grupos capitalistas y la abolición de la propiedad privada de los recursos de la tierra y el conocimiento es necesaria. Pero más allá de esto, ¿qué socialización se necesita? ¿Cuáles sistemas (de energía, transporte, agricultura…) son renovables, descentralizados y eficientes de acuerdo a imperativos tanto ecológicos como sociales? ¿Qué administración común y democrática de los recursos, de acuerdo a las reales necesidades humanas, así como al respeto del funcionamiento correcto y las capacidades de renovación de los ecosistemas?

 

Estas cuestiones nos llevan a deconstruir la noción de propiedad en favor de la concepción de lo común. Lo común es un proceso social y no natural, dado que haría ciertos dominios inherentemente comunes. ¿Es primero que nada la construcción democrática (e institucional) fruto de un proceso de deliberación para definir qué usar? ¿entre quiénes? Pero también, por ejemplo, para la tierra, el agua, los bosques… ¿Qué obligaciones para cuidarlas, para repararlas? Es una construcción social infinitamente más rica, que la propiedad exclusiva, que pone a la democracia de vuelta en el centro y rompe con la mercantilización que estandariza todo lo que toca al reducirlo todo a un valor mercantil, cuantificable e intercambiable.

 

Transformar radicalmente el aparato productivo
 

El aparato productivo no es neutral, está enteramente construido y organizado para la acumulación capitalista, el saqueo imperialista…

 

Las tecnologías son de hecho destructivas (nuclear, armamentista, biocidas, petroquímicas, cría industrial…) hay sectores de actividad económica inútiles y destructivos, como la publicidad … ¡y su expropiación a los capitalistas no cambiará nada!
 

No es sólo una cuestión de expropiar y socializar el aparto productivo, sino de transformar radicalmente su concepción. La agricultura es un ejemplo del cambio necesario para cambiar de la agricultura industrial a la ecológica, campesina, una agricultura cercana que asegure tanto la soberanía alimentaria como la protección de la biodiversidad.

 

Las demandas de localización de la producción y la soberanía alimentaria son parte de la autogestión y la perspectiva internacionalista.
 

Extender el anticapitalismo a los objetos” (Razmig Keucheyan)

 

En todas las áreas, está la cuestión de cambiar de la producción de bienes (valores de camio) a la producción de valores de uso definidos democráticamente. Y esto cambia todo: en vez de ser desechables con obsolescencia programada; desperdicios en su consumo energético, los objetos serán robustos, desarmables/reparables, reusables y, al final de su vida (si hay un fin) reciclables. Estos objetos podrían también ser bellos, resolviendo la división entre el arte y la vida en una especia de “¡comunismo de lujo”!

 

Extensión de la esfera de la gratuidad (acceso libre)

La desmercantilización también involucra el extender la esfera de los servicios gratuitos, entendidos como libres y de acceso igual a bienes (productos de alimentación básicos) y servicios (transporte público, educación, salud…) mientras se asuman opciones sociales y ecológicas: energía gratuita y agua para las necesidades básicas y, más allá, llevaría a un umbral de precios fuertemente progresivos según su consumo para combatir el despilfarro.

 

Trabajar menos
Una masiva y colectiva reducción del tiempo de trabajo es consistente con la reducción de producción de insumos y transporte productivo (incluso si algunas producciones, como la agricultura, requieras más trabajo vivo). Esto vendría acompañado de una escala móvil de tiempo de trabajo para distribuir el trabajo útil. Liberaría tiempo para actividades sociales, políticas, recreativas, artísticas, eróticas entre otras… “El reino de la Libertad” según Marx.

 

La división del trabajo necesario debe de concebirse desde el principio que incluya la esfera de la reproducción social. Hoy en día, las mujeres toman la mayor parte del trabajo reproductivo que para sus familias es gratuito, y este trabajo es invisible porque no pasa a través del mercado. Otra organización del trabajo tiene que des-feminizar, desprivatizar y reconocer el lugar esencial de cuidados de niñas, enfermas, ancianas y cuidar globalmente cuidar de/ sanar a las vivas.

 

Cambiar el trabajo

Pero no es suficiente con reducir las horas de trabajo, también es necesario cuestionar el propósito, contenido, organización y división del trabajo, atacar al trabajo que es forzado, alienado, lo que Marx llama al trabajo “virtualmente desprovisto de calidad”. Las trabajadoras soportan no solo el desgaste físico sino también el sufrimiento generado por sus trabajos mal hechos y carentes de sentido.

 

Para poder ponerles fin a la desposesión de las trabajadoras; del control de su trabajo, para regresarles a todas su lugar concreto, práctico y conocimiento real de los procesos de trabajo, del conocimiento colectivo e individual, el know-how, es necesario salir del trabajo asalariado como una relación social de dominación para construir unidades de producción autogestionadas.

 

Producir de manera distinta también puede sacarnos del círculo infernal de “trabajo alienado, ocio alienado y consumo alienado”.

 

Articular la autogestión y la planificación

La producción, distribución y el consumo debe de ser organizado no solo por las “productoras” sino por la sociedad en su conjunto. La planeación democrática debería permitirle tanto a hombres como mujeres el reapropiarse como ciudadanas, habitantes, usuarias, las más importantes elecciones sociales relacionadas con la producción, decidir qué producir. Este nivel de democracia económica y política debe de articularse con otro nivel, que nos permita como trabajadoras y productoras el controlar el manejo y la organización de nuestra unidad de trabajo, decidir cómo producir. Es la combinación de estos diferentes niveles de democracia la que permitiría la cooperación y no la competencia, una administración que sea efectivamente racional desde los puntos de vista ecológicos y sociales, cumpliendo, desde un punto de vista humano, con la escala del taller, la compañía, el sector, pero también del municipio, la región, el país e ¡incluso el planeta!

 

Nuestras necesidades

El capitalismo está constantemente creando nuevas necesidades artificiales, dañinas, tanto insostenibles como alienantes. Al mismo tiempo, las necesidades vitales no se satisfacen más.

 

El consumismo, como el productivismo, son inherentes a este sistema. La adicción consumista está fuertemente arraigada en todas nosotras. ¿Cómo salimos de ésta? ¿Cómo definimos las necesidades que deben cumplirse para tener una buena vida? Teniendo en cuenta que estas necesidades deben de ser “universalizables” y no reservadas para pocas personas, o para ciertas partes del mundo.

 

El lema de la sociedad capitalista es: “lo que es bueno para todo mundo, no vale nada, solo serás respetable si eres mejor que otros” Gorz propone otro lema: “Solo lo que es bueno para todo el mundo es valioso para ti. Solo lo que ni favorezca o demerite a alguien vale ser producido. La deconstrucción de las necesidades artificiales y la definición de las necesidades que han de ser satisfechas deben de ser objeto de deliberación colectiva.

 

Ser, más que tener

La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad..”. (Karl Marx. El Capital. Tomo III Capítulo XLVIII). El reino de la libertad comienza más allá del trabajo, así como más allá de la esfera de la producción. La verdadera riqueza no descansa en el infinito incremento de bienes -tener- sino en la reducción de la jornada de trabajo, y el incremento del tiempo libre - ser. Esto implica renunciar a la broma de la abundancia y asumir que la libertad descansa en la autolimitación y no en la ilimitada, que es necesariamente enajenante.

 

 

El campo, las ciudades … favelas…

Por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana excede a la población rural. A inicios del siglo XX, solo una persona de cada diez vivía en una ciudad, cien años después, más dos a una. De acuerdo a las proyecciones, la población urbana podría alcanzar el 70% de la población mundial en 2050. Casi la mitad de la urbanización actual toma lugar en favelas, especialmente en las regiones más pobres del mundo.

 

Más allá del imperativo de terminar con la especulación sobre la tierra, liberar a las ciudades (no solo) del auto en favor del transporte público, espacios recreativos y una movilidad suave (espacios reservados para peatones y ciclistas), y de “des-artificializar” las ciudades (agricultura urbana y espacios de mercado comunitario, restauración de los biotipos incrustados en la fábrica urbana), la cuestión implica una política de largo plazo que apunte al rebalanceo de las poblaciones urbanas y rurales y a la superación de la oposición entre el campo y la ciudad. Está también la cuestión de preservar y/o reconstruir comunidades humanas vivibles, sostenibles en una escala que permita una democracia real.

 

Humanos/ no-humanos

Se puede decir que, para poner fin al tratamiento abyecto infligido a los animales, pero también por salud, la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero, la preservación de la biodiversidad… debemos reducir radicalmente el consumo de carne y poner fin a la industria de la carne, la pesca industrial… pero esto no agota la cuestión de las relaciones entre humanos y no humanos.

 

Aún no hemos hecho un progreso colectivo en este tema. Es más bien una cuestión de retroalimentar nuestra reflexión. Este pasaje se ha hecho de varias contribuciones y le debe mucho al trabajo de Daniel Tanuro.
 

Para Daniel Bensaid, en un artículo de 2003 (Cambiar el Mundo. Catarata) “Sin embargo, uno puede preguntarse si es indispensable abordar la responsabilidad hacia los animales desde un punto de vista moral (difícil de encontrar), y no simplemente desde un punto de vista ecológico. ¿Por qué moralizar la ecología hasta el punto de resucitar trascendencias que evocan teologías naturales antiguas y la sacralización de los vivos? ¿No es jugar a un antropocentrismo (el privilegio humano de poder pensar el mundo en términos morales) contra otro (el de un humanismo egoísta que coloca a la humanidad en la cima de la creación)? ¿No sería más sabio concebir la interdependencia de los seres en el ecosistema y sus responsabilidades recíprocas desde el punto de vista de la ética inmanente y profana de una ecología crítica?

 

Al menos dos cuestiones:

 

-¿Cómo vives con los animales?

Podemos explorar el camino propuesto por Jocelyne Porcher (“Viviendo con animales: Una utopía del Siglo 21”) para quien los animales no deben de ser vistos como “objetos de trabajo” sino como colaboradores especiales “en el mundo humano del trabajo”. Es solo una cuestión de voluntad, pero también de reconocimiento de lo que específicamente los animales aportan al trabajo. “Es por esto, básicamente, una cuestión de establecer alguna especie de ley laboral (o de trabajo) para las mascotas, lo cual podría sentar las bases de nuestras obligaciones hacia ellos en términos del trabajo que esperamos de ellos y qué aspectos claves se espera de nosotros. Una ley laboral que implique “también ofrecer a los animales las condiciones de vida que de mejor forma puedan encajar en su propio mundo y gustos”, integrando el hecho de que, “así como para las empleadas, hay una vida afuera del trabajo y después de años de trabajo”.
 

Aprendiendo a pensar en dos de nuevo

Sobre la base de su trabajo con los Ruma, el antropólogo Eduardo Kohn (Cómo piensan los bosques), defiende la idea de que la complejidad extrema y el peligro permanente en la selva ecuatoriana ha dado la habilidad de interpretar las señales producidas por no-humanos como condición de supervivencia para humanos en este medioambiente particular.

 

Nos invita a asumir nuestra dualidad como una especie es “una innaturalidad por naturaleza”. Hechas “muy humanas” por la modernidad, debemos aprender a “pensar en dos” de nuevo. Él argumenta en favor de un “arduo proceso de descolonización del pensamiento” que busque “hacer espacio para otras formas de pensamiento- un tipo de pensamiento más amplio que abraza y sostiene al humano”. “El tipo de pensamiento que piensa a través de las vidas de personas como los Runa (u otros) que interactúan inmediatamente con los seres vivos de la selva en un sentido que amplifica la lógica distintiva de la vida. Este tipo de pensamiento no puede existir sin contacto con otras formas de vida, plantas y animales. Kohn no está buscando regresar a los míticos “buenos viejos días” sino a un futuro que tiene que construirse urgentemente, y es en el nombre de los intereses humanos que el argumenta en contra del antropocentrismo. “Si queremos sobrevivir al Antropoceno, esta indeterminada era nuestra, en la que el mundo más allá de lo humano está siendo transfigurado rápidamente por lo muy-humano, debemos activamente cultivar estas formas de pensamiento (…) aprender a poner atención al tipo de vidas que existe más allá de la humana, así como aceptar la lógica de la vida más allá de la humana para trabajar con nosotros”.

 

El antropólogo Philippe Descola explica para los Achuares de la Amazonía “los no-humanos no eran otra cosa que naturaleza. Ellos eran parientes sociales que nunca les sacralizaron ni divinizaron desde que eran cazados y comidos por humanos, como plantas y animales. Sin embargo, eran dotadas con una dignidad de sujetos que les permitían una comunicación sujeto-sujeto.

 

Naturaleza-humana

Durante el siglo veinte, los países del llamado “socialismo real” fueron incapaces de ofrecer una alternativa a la destrucción productivista del medioambiente, para la que contribuían significativamente.

 

El récord de la URSS, China y los países del este no puede ser atribuido exclusivamente a la degeneración burocrática y a la contrarrevolución estalinista.

 

A nivel ideológico, se favoreció en parte por que en el movimiento revolucionario permearon concepciones científicas mecánicas. Estas concepciones, que deben de ser analizadas en su contexto histórico, determinaron una visión del medio ambiente como un elemento a ser dominado, que podría ser moldeada a voluntad y sin límites. Estas ideas estaban presentes en la mayoría de las tendencias del movimiento obrero, incluso en la oposición de izquierda al estalinismo.

 

Para Philippe Descola: “La naturaleza no existe. Naturaleza es un concepto, una abstracción. En su camino de establecer distancias entre humanos y no-humanos (…) que tomó su forma definitiva con la revolución científica (…) un dispositivo metafísico, inventado por occidente y los europeos para destacar la distancia entre los humanos y el mundo, un mundo que estaba entonces convirtiéndose en un sistema de recursos, un área a ser explorada y cuyas leyes se trataban de entender”. El añade: “El capitalismo necesita apuntalar lo que he llamado naturalismo; esto es, la clara distinción entre humanos y nohumanos, la sobresaliente posición de los humanos vis-a-vis contra la naturaleza. “No es sólo la cuestión de “inventar formas alternativas habitado la Tierra, formas alternativas de organizarse entre humanos y de mantener relaciones con no-humanos”.

 

Se trata de desarrollar paso a paso, una nueva conciencia ecológica, una nueva cosmogonía, una nueva cultura desarrollando valores de respeto, cuidado y prudencia. La humanidad ha causado mucha destrucción ecológica, pero no hay razones para pensar que la inteligencia y sensibilidad humana no puede permitirnos reaprender lo que las concepciones mecanicistas de la naturaleza nos han hecho olvidar, cuidad del medioambiente, reconstruir lo que pueda ser reconstruido y, mientras lo hacemos, inventar una nueva cultura para nuestras relaciones con el resto de la naturaleza.

 

La visión de la “verdadera naturaleza” como naturaleza sin seres humanos es ahistórica y misantrópica. No ofrece una solución real, desde que esta “verdadera naturaleza”, virgen, no existe ya en ninguna parte en la superficie del globo. Frente a este impasse, la cosmogonía de los pueblos indígenas (Madre Tierra) es una fuente de inspiración de otra concepción de la relación entre la humanidad y la naturaleza, una que este libre de la monomanía del valor y la racionalidad instrumental que es característica de las “aguas heladas del cálculo egoísta”. Pero es una fuente de inspiración, no un producto de exportación. Una sociedad comunista sin clases, será similar en ciertos aspectos a las llamadas sociedades “primitivas”, pero serán diferentes, dado el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Igualmente, dicha sociedad deberá desarrollar una concepción de relaciones humanidad-naturaleza que probablemente retome algunos aspectos de los pueblos indígenas, pero será diferente. Una concepción en la que las nociones éticas de precaución, respeto y responsabilidad, así como de maravillarse de la belleza del mundo, interferirá constantemente con una aprehensión científica que está, tanto redefinida rápidamente y claramente incompleta.

Comisión de Ecología de la Cuarta Internacional