Los social demócratas suecos perdieron el gobierno en la elección del pasado 11 de septiembre. Con toda probabilidad serán reemplazados por un gobierno de derecha conformado por Moderados (Conservadores) y Democratacristianos, y al que eventualmente podría sumarse el Partido Liberal. El gobierno buscará y dependerá completamente del activo apoyo de la derecha xenofóbica y populista de Sverigedemokraterna (los Demócratas Suecos).
Mientras que la cuestión más importante para los electores fue el sistema de salud, al tiempo que el desastre climático es cada vez más evidente, una derecha agresiva, con la ayuda de una social democracia pasiva y carente de ideas, pudo triunfar en una campaña electoral dominada por las discusiones acerca de la delincuencia, reivindicando la conección entre inmigración y delitos, evitando toda mención a las medidas para enfrentar el cambio climático. Más aun, se mostraron a favor de expandir la construcción de energía nuclear.
La derecha ha construido la imagen de que Suecia está golpeada por una ola incontrolable de violencia. De hecho en las últimas décadas ha habido una disminución general de la delincuencia en Suecia, incluidos los crímenes violentos. Sin embargo hay un área en que la actividad delictual ha aumentado considerablemente: los enfrentamientos armados entre bandas criminales, principalmente ligadas al negocio de la droga. Cientos de personas han sido asesinadas, la gran mayoría pandilleros, pero también transeuntes. Esto se ha utilizado como excusa para exigir penas ignificativamente más duras y más represión.
El resultado ha sido un brusco giro hacia la derecha. Este giro es particularmente notable al interior del mismo bloque de la derecha. Mientras todos los partidos de derecha tradicionales perdieron votos el partido de los Demócratas Suecos puede atribuirse el reciente triunfo electoral.
Sin ir más lejos los Democratas Suecos aumentaron su votación por sobre un tres por ciento respecto de la elección anterior constituyéndose en el partido más grande de la derecha. Un gobierno burgués dependerá totalmente de su apoyo. En la política sueca esto es un terremoto.
Durante mucho tiempo, también en la izquierda, se ha considerado que el éxito de los Demócratas Suecos se debía sobre todo a que los trabajadores descontentos, que en realidad siguen siendo socialdemócratas y votaban en protesta por el SD y a quienes se podía recuperar rápidamente con una política socialdemócrata algo más radical. Esto es subestimar enormemente al partido político más exitoso de Suecia.
Los Demócratas Suecos tienen una dirección hábil y consciente, con raíces en movimientos racistas y fascistas. Y no es menos importante, han utilizado las subvenciones municipales y estatales que reciben los partidos políticos para dotarse de fuerza organizativa. Los Demócratas Suecos son también el partido que más éxito ha tenido en el uso de las redes sociales con la xenofobia como principal mensaje unificador. Esto les ha dado una influencia creciente entre los electores más jóvenes.
Los éxitos electorales del partido han sido sorprendentes. En su debut parlamentario en 2010 el partido obtuvo un 5,7%. Desde entonces el apoyo ha aumentado hasta el 12,9%, el 17,5% y este año el 20,6%. Ningún otro partido tiene el mismo grado de cohesión. Los intentos de la izquierda por quitarle votantes han fracasado. El 86% de los votantes del partido en 2018 volvieron a votar al partido este año, una lealtad singularmente alta al partido. En cambio, los Demócratas Suecos han ganado continuamente nuevos grupos de electores, tanto de la derecha como de la izquierda. En las elecciones de este año, el 14% procedía de los Conservadores y el 12% de los socialdemócratas. Los Demócratas Suecos han sido durante mucho tiempo el partido más fuerte entre los trabajadores varones. Pero también votan al partido grandes grupos de empresarios y, tras las últimas elecciones, los agricultores también votaron por el partido. El partido es políticamente homogéneo. La gran mayoría de quienes les votan se describen asi mismos como de derecha y se identifican profundamente con el credo nacional conservador y xenófobo de los SD. Las raíces de los Demócratas Suecos con grupos racistas y fascistas no constituyen un problema para ellos.
Hasta las elecciones de 2018 se podía hablar también de una línea que demarcaba la decencia dentro de la burguesía sueca, no dispuesta a colaborar con un partido xenófobo y de extrema derecha. Hace ya tiempo que se cruzó esa línea. Primero fueron las empresas, que consiguieron que los Demócratas Suecos aceptaran seguir privatizando el estado de bienestar sueco. Luego no pasó mucho tiempo antes de que la líder de los democristianos, Ebba Busch, abriera la derecha a una organizada cooperación parlamentaria. Rápidamente desaparecieron todas las líneas rojas. Pero el partido no fue una víctima fácil de atrapar. Al contrario, el programa de los Demócratas Suecos se ha convertido en gran medida en el de los partidos burgueses. "Ningún otro partido se ha resistido como los Demócratas Suecos ante los fuertes vientos en contra del aumento de la inmigración si queremos tener la oportunidad de hacer frente a la integración", declaró con admiración el líder de los Conservadores y futuro primer ministro Kristersson. Han sido un buen ejemplo en la lucha contra la delincuencia, dijo Johan Persson, el líder de los liberales.
Ahora vemos el resultado. Hoy los Demócratas Suecos han superado a los partidos burgueses tradicionales y son el partido dominante en la derecha. En todas las regiones fuera de las grandes ciudades suelen tener un 25-30% de los votos, superando a los Conservadores, el principal partido burgués de los últimos 45 años, por hasta un 10%. Sin duda los Demócratas Suecos tienen unas oportunidades excepcionales de influir en la política del nuevo gobierno, aunque probablemente opten por no entrar formalmente al gobierno.
Los socialdemócratas han estado en el gobierno durante los últimos ocho años, a pesar de que los partidos burgueses + los Demócratas Suecos tienen mayoría en el Parlamento. Esto ha sido posible porque dos partidos burgueses, los liberales y el Partido de Centro liberal de mercado, llegaron a un acuerdo político con los socialdemócratas. Uno de los objetivos era mantener a los Demócratas Suecos fuera de la influencia política. Mediante el acuerdo los socialdemócratas hicieron concesiones de gran alcance y aceptaron, entre otras cosas, la reducción de impuestos para las personas de altos ingresos, disminución en la seguridad laboral para los trabajadores y la introducción de rentas controladas por el mercado. El gobierno socialdemócrata también ha aplicado una serie de medidas para reducir la inmigración y situar la política sueca de refugiados en el nivel mínimo de la UE. Se ha reforzado la vigilancia de las fronteras, se ha dificultado la reunificación familiar y los refugiados ya no podrán contar con permisos de residencia permanente.
En la campaña electoral de este año la táctica de los socialdemócratas ha sido adaptar esencialmente su programa al de la derecha. Cuestiones como la crisis climática o la defensa del Estado del bienestar, hoy atacado por los intereses comerciales, que formaban parte del programa electoral de los socialdemócratas, desempeñaron un papel secundario, si es que se plantearon. Los socialdemócratas trataron más bien de sobrepasar a la derecha en las demandas de endurecimiento de las penas - que el gobierno haya presentado unas 70 leyes en este sentido ha sido un mensaje recurrente. Asimismo, se ha subrayado la conexión entre criminalidad e inmigración. Se ha propuesto una legislación especial para los "no nórdicos" y el primer ministro ha hablado con condescendencia de los "Somalitowns". También se ha aceptado una nueva energía nuclear.
Sin embargo la capitulación más notable ha sido la decisión de abandonar 200 años de política formal de neutralidad sueca y el apoyo al ingreso de Suecia a la OTAN. La reacción socialdemócrata inicial después del 24 de febrero fue que el ingreso de Suecia a la OTAN contribuiría a desestabilizar aún más la situación política de seguridad en el norte de Europa. Sin embargo, tras una intensa campaña de los partidos de la derecha, la dirección del partido optó, sin dejar que los miembros del partido se pronunciaran, por ceder a la presión. El motivo principal fue, con toda seguridad, eliminar el tema de la agenda de la campaña electoral, y lo han conseguido. La adhesión a la OTAN y la guerra en Ucrania han estado completamente ausentes de la campaña electoral.
En la campaña electoral de este año la táctica de los socialdemócratas ha sido adaptar esencialmente su programa al de la derecha. Cuestiones como la crisis climática o la defensa del Estado del bienestar hoy atacado por los intereses comerciales, que formaban parte formalmente del programa electoral de los socialdemócratas, desempeñaron un papel secundario, si es que se plantearon. Los socialdemócratas trataron más bien de sobrepasar a la derecha en las demandas de endurecimiento de las penas - que el gobierno haya presentado unas 70 leyes en este sentido ha sido un mensaje constantemente recurrente. Asimismo, se ha subrayado el nexo entre criminalidad e inmigración. Se ha propuesto una legislación especial para las personas "no nórdicas" y el primer ministro ha hablado con desprecio de los "Somalitowns". También se ha aceptado una nueva energía nuclear.
Los socialdemócratas obtuvieron su segundo peor resultado en 111 años, a pesar de un aumento de votos, del 28,3 al 30,4%, con lo que perdieron el poder gubernamental. El aumento de votos de los socialdemócratas se explica por el hecho de que también se produjo un giro a la derecha dentro del bloque de la izquierda. El Partido de Izquierda obtuvo un resultado mediocre y cayó del 8 al 6,7%. La dirección del partido hizo una campaña de inspiración norteamericana en torno a la líder del partido, al tiempo que intentaba presentarse como los nuevos socialdemócratas. Se prestó particular atención al propósito de intentar recuperar a los "trabajadores de los barrios industriales" atraídos por los Demócratas Suecos. Por ello, el Partido de la Izquierda restó importancia a los temas que pensaban que esos trabajadores desaprobarían, como, por ejemplo, las demandas de cambios de estilo de vida para salvar el clima, o lo de la OTAN. El partido también apoyó la propuesta de los partidos burgueses de una fuerte reducción del precio de la gasolina. Además, exigieron entrar en un eventual gobierno rojiverde que incluyera también al partido neoliberal de centro - el único partido burgués que insistió en no cooperar con los Demócratas Suecos. El resultado fue que el Partido de Izquierda perdió especialmente entre los trabajadores a los que intentaba llegar, mientras que los Demócratas Suecos continuaron con su éxito en estos sectores.
Por otro lado, el Partido de Izquierda, al igual que los socialdemócratas, tuvo un buen resultado en las ciudades más grandes. Suecia recuerda así a muchos otros países europeos con grandes ciudades rojas y un campo azul (o azul/pardo).
Está claro que las fuerzas que hoy ofrecen principalmente resistencia a la ola de la derecha se encuentran entre los movimientos que luchan contra la crisis climática, el racismo, la represión sexual y la austeridad social. También se han radicalizado algunos sindicatos, sobre todo en el ámbito de la salud y los servicios sociales.
Hoy, la izquierda tiene la enorme tarea de construir una amplia contraofensiva con estas fuerzas, con la crisis climática y la defensa del estado de bienestar en el centro.