TIR: Papel y tareas de la Cuarta Internacional: no hay revolución sin partido revolucionario. ¡Construir una internacional para la revolución y el comunismo!

Esta resolución presentada por la Tendencia por una Internacional Revolucionaria (TIR) fue rechazada por el Congreso Mundial 2025 por 5 votos a favor, 84 en contra, 27 abstenciones y 11 NPPV.

Preliminar

Consideramos que el próximo congreso mundial no debe dar la espalda al debate sobre el tipo de partido e internacional que queremos construir. El texto propuesto al Congreso por la mayoría de la IC evita por completo esta cuestión. Esta es la primera vez que un documento de “Papel y tareas” no presenta ninguna orientación, ya sea correcta o incorrecta, sobre qué tipo de partidos construir.

Para poner fin al capitalismo y al impasse criminal que representa, debemos afrontar este debate, que es crucial pero sobre todo urgente. No podemos por tanto simplemente abordar cuestiones organizativas de coyuntura o parciales, sino más bien volver al tipo de partido e internacional que queremos construir.

Para lanzar la discusión y llegar a un texto final y a una resolución, proponemos partir del texto: “Aprovechar las oportunidades, construir una internacional para la revolución y el comunismo” presentado por la TIR (Tendencia por una Internacional Revolucionaria) y sometida a votación en el último congreso mundial.

Proponemos por tanto comenzar con la parte de este texto que trata del papel y las tareas de la CI. Se trata para nosotros de un punto de partida en el debate. Evidentemente será necesario modificar y actualizar significativamente la parte relativa al programa de transición al siglo XXI. No rechazamos todas las propuestas organizativas propuestas por la mayoría de la CI, también haremos de la misma forma algunas, sobre todo en el terreno. Pero la prioridad para nosotros es partir de nuestro objetivo estratégico y del partido que necesitamos para ello.

A. Construir partidos revolucionarios de vanguardia: la actualidad del leninismo

Lenin en La enfermedad infantil del comunismo: el izquierdismo, define 3 condiciones para que surja y se y forje un partido de cuadros para la revolución, opuesto a la visión caricaturizada de los estalinistas:

En primer lugar, la existencia de una capa bastante consciente y combativa del proletariado, con su vanguardia caracterizada por su conciencia de clase y entregada a la revolución con “su firmeza, su espíritu de sacrificio, su heroísmo. Es entonces su capacidad de vincularse, de acercarse y si se quiere, de mezclarse hasta cierto punto con la masa más amplia de trabajadores, primero con la masa proletaria, pero también con la masa de trabajadores no proletarios. En tercer lugar, es la corrección de la dirección política llevada a cabo por esta vanguardia, lo correcto de su estrategia y táctica políticas, a condición de que las masas más amplias se convenzan de esta corrección a través de su propia experiencia.

Estas condiciones no pueden surgir inmediatamente. No se elaboran más que a través de un largo trabajo, de una dura experiencia; su elaboración se ve facilitada por una teoría revolucionaria correcta, que no es un dogma y que no se forma definitivamente más que en estrecha conexión con la práctica de un movimiento verdaderamente masivo y  revolucionario”.

"No hay revolución sin un partido revolucionario". Esto significa que más allá de la diversidad de tácticas que los revolucionarios pueden adoptar para construir su partido en función de los países y las situaciones, el objetivo estratégico sigue siendo la construcción de partidos revolucionarios, partidos para la toma del poder y el comunismo.

Para construir organizaciones revolucionarias que no se limiten a proclamar principios, nos planteamos el objetivo de construir un partido de cuadros capaz de dar vida a esos principios programáticos, lo que significa tratar de dar los medios a todos nuestros militantes para que adquirir el mayor nivel de formación posible para jugar un papel en la destrucción del capitalismo y la construcción de otra sociedad. Pero esta formación debe ser coherente con nuestra práctica activista. Para estar seguros de acabar con este sistema que genera explotación y opresión, debemos reducir al máximo la separación entre la esfera privada y la esfera política. Esta separación es el producto del sistema capitalista en el que vivimos.

Contra esta lógica de la “separación”, nos entregamos conscientemente a la perspectiva de la revolución y la hacemos coherente con nuestras opciones y modos de vida. Esto es todo lo contrario a la frustración de cada individuo, es por el contrario la emancipación y la asociación libremente consentida contra la ideología dominante vehiculada por el Estado, la escuela y la familia, de unirse para lograr un objetivo común: la destrucción del sistema capitalista, hecho de explotación y opresión, para construir otra sociedad, la sociedad comunista.

La búsqueda de una implantación en la clase trabajadora y en los sectores oprimidos es decisiva y debe ser objeto de discusión sistemática y de herramientas específicas. La actualidad de la huelga general insurreccional como principal "hipótesis estratégica" en una mayoría de regiones del mundo, nuestro análisis del papel central de la clase obrera debe por tanto tener inmediatamente consecuencias prácticas, en nuestras secciones y a escala internacional.

¿Qué queremos decir? Esto significa que tenemos una política voluntarista de implantación en los sectores clave de la economía capitalista. Que se debe hacer un esfuerzo en esta dirección, pero también que la internacional ayuda para alcanzar este objetivo partícipe del esfuerzo. A través de una aportación teórica, pero también de la centralización de la información. Esto también significa que desarrollamos de forma sistemática una intervención política independiente hacia nuestra clase.

Todos los revolucionarios deben reflexionar sobre cómo luchar a la vez contra la austeridad y el sistema capitalista. La única forma de defender nuestros derechos sociales y ganar otros nuevos es siempre la movilización de la clase trabajadora y la juventud. Cada logro social se ha logrado a través de la movilización. La historia del siglo XX lo demuestra. Los derechos de los trabajadores y las mujeres no se ganaron en elecciones sino en huelgas y movilizaciones. En este sentido, nuestra principal tarea es reconstruir la conciencia de clase. La forma más eficaz de hacerlo es confrontar los intereses de la clase trabajadora con los de la burguesía. Luchas, manifestaciones, ocupaciones, asambleas, huelgas, son las mejores herramientas para elevar el nivel de conciencia de los oprimidos.

No hay atajos para la revolución, ni en el parlamentarismo ni en las sedes de los gobiernos burgueses. No podemos ignorar las elecciones, pero deben estar subordinadas a las movilizaciones. En nuestra estrategia, las elecciones no son un fin en sí mismas, sino un medio para reforzar la movilización de nuestra clase, con el objetivo de elevar su nivel de conciencia; los trabajadores y la juventud deben liderar la lucha contra todas las opresiones y vincularlas a la lucha por la emancipación de clase. Así, es necesario que las organizaciones de masas del movimiento obrero incluyan en sus plataformas elementos como “igual salario por igual trabajo”, el respeto a los derechos LGTB y la socialización del trabajo de reproducción social.

La hipótesis estratégica que defendemos para acabar con el capitalismo es una serie ininterrumpida de movilizaciones que hagan a la clase trabajadora consciente de la necesidad de tomar el poder para construir el socialismo. No fetichizamos las huelgas, pero constituyen un medio esencial para elevar la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas. Las huelgas son escuelas de combate porque constituyen momentos en que la clase trabajadora puede autoorganizarse y constituyen un medio de conflicto.

Nosotros, los revolucionarios, no podemos ignorar las luchas de hoy, aunque sean pequeñas. Al contrario, debemos participar en ellas.

Una internacional revolucionaria que no tenga a la juventud como prioridad es una internacional condenada a desaparecer. La juventud siempre juega un papel de vanguardia táctica. Esta teoría, desarrollado por Ernest Mandel, sigue estando de actualidad hoy: ya tomemos los procesos de las revoluciones árabes o las movilizaciones en América Latina, México y Chile, pero también en Francia cuando el CPE, y probablemente pronto en EEUU con las movilizaciones antiTrump. Su papel en las luchas es siempre vital para toda organización revolucionaria. Ser consciente con esta afirmación no es abandonar muchos logros teóricos y de intervención de nuestra corriente.

Defendemos la autonomía de la juventud, una autonomía subordinada al proletariado y sus intereses históricos, pero con formas de organización, no independientes sino autónomas, de las organizaciones del movimiento obrero y de los partidos que construimos. Por eso nos fijamos, siempre que sea posible, el objetivo de construir organizaciones revolucionarias de jóvenes. Los sectores juveniles de nuestros partidos son una mediación para lograr este objetivo. También debemos tener una orientación específica hacia la juventud escolarizada. Se trata de un sector de la juventud que participa activamente en los levantamientos durante los procesos revolucionarios.

Por tanto, el campamento internacional de jóvenes juega un papel fundamental en el marco de esta política. Pero no debe convertirse en un vínculo excluyente para las voces discordantes frente a la dirección de la CI. La prohibición de hacer participar al sector joven del NPA en el último campamento como la negativa a permitir que cuatro camaradas de IZAR, algunos de los cuales habían participado en la construcción de Ia CI durante 15 años, pudieran simplemente entrar para realizar un taller dentro del campamento, son un signo de debilidad teórica y militante. Estos episodios son sintomáticos de un sectarismo anquilosado y temeroso, formando de hecho a jóvenes que se acostumbran a estas prácticas bajo pretexto de la pureza ideológica y la lucha contra el “fraccionalismo”.

No hay muralla china entre lo que defendemos como proyecto de sociedad, el comunismo, y el partido que buscamos construir. Debe haber una coherencia entre estos dos términos. Nuestro partido no será un islote del comunismo porque vive y se desarrolla dentro del marco de las relaciones sociales determinadas por el sistema capitalista y el patriarcado. Pero debemos acercarnos lo más posible. Esto por supuesto concierne a las relaciones militantes que deben respetar los principios democráticos y no contradecir nuestro programa de lucha contra todas las opresiones.

Pero más allá de eso, es la asociación libremente acordada de hombres y mujeres que luchan por el comunismo y que se rigen por relaciones que no pueden ser contradictorias con estos principios de emancipación. Que combaten toda forma de “separación” producida por el capital entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre hombres y mujeres, entre nativos y extranjeros, entre las esferas privada y la política… que rechaza toda forma de tabú dentro de la organización, sino por el contrario construye a través del debate y la verificación a través de la práctica una unidad programática y de intervención del conjunto de sus miembros.

B- Defender un programa de transición para el siglo XXI

La CI debería defender un conjunto de medidas clave, un enfoque transicional: partimos de las demandas cotidianas, las vinculamos a la cuestión del poder y a la aspiración de otra sociedad. En definitiva, vincular las luchas actuales con el cuestionamiento de los pilares del sistema capitalista.

Uno de los primeros ejes de este programa es la expropiación de sectores clave de la economía. La crisis bancaria y los planes de rescate abrieron una nueva posibilidad de explicar de manera popular la necesidad de expropiar los bancos. La quiebra de empresas, los despidos masivos y las luchas que provocan nos dan también la oportunidad de actualizar la lucha por el control obrero y explicar la necesidad de la expropiación de los principales medios de producción, de comunicación y de intercambio. Un enfoque transitorio, por ejemplo, es por ejemplo vincular la prohibición de los despidos con el control por parte de los mismos trabajadores.

Los recursos fósiles y minerales no son infinitos. El pico máximo de extracción se alcanzará en los próximos años. El capitalismo con su lógica estructural apunta a consumir cada vez más materias primas y energía. Su objetivo es producir cada vez más y obtener más beneficios. El capitalismo no puede ser “verde”. El capitalismo destruye nuestro medio ambiente y sus especies. Está destruyendo nuestro planeta. Pero una vez más, no puede haber una ecología consecuente sin una lucha consecuente contra el capitalismo y sin comprender que el único sujeto que puede poner fin al capitalismo y al desastre ecológico que engendra es la clase trabajadora. Si compartimos este análisis, debemos sacar las consecuencias de su implantación, intervención y orientación. Es la clase obrera aliada con otros sectores la que es capaz de imponer, frente a la catástrofe ecológica, un programa de transición ecológica anticapitalista, centrado en cuestionar las energías fósiles y nucleares y la necesidad de una planificación económica a escala internacional.

El mundo capitalista sigue estructurado, organizado por el imperialismo, cuyos intereses nunca están vinculados a ningún compromiso con ningún pueblo, incluso si puntualmente pueden optar por apoyar tal o cual lucha con sus propios métodos y objetivos. El antiimperialismo debe constituir un eje central de nuestra propaganda y de nuestra actividad: nos posicionamos contra todas las intervenciones imperialistas y por la retirada de las tropas imperialistas.

La guerra en Ucrania es principalmente un conflicto interimperialista. Tenemos razones para defender el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos de Ucrania y oponernos a la invasión de Putin, pero esto no puede ser una excusa para impedirnos denunciar la responsabilidad del imperialismo occidental y la OTAN en las tensiones en Europa del Este. Exigimos la retirada de las tropas rusas del mismo modo que denunciamos la implicación de la OTAN en la guerra hoy. Denunciamos a los especuladores de la guerra y a los traficantes de armas, cuyos beneficios se han disparado con la guerra en Ucrania. Rechazamos cualquier llamada de nuestros gobiernos a suministrar armas al ejército ucraniano. No alimentamos las ilusiones de que nuestra burguesía pueda defender a los pueblos atacados de la región.

Frente a nuestro propio imperialismo, no nos corresponde a nosotros crearnos ilusiones sobre el tema: armas y no bombas. Y esto es exactamente lo que sucedió a los diputados de la Alianza Roja y Verde, incluidos los miembros de la CI, que votaron a favor de créditos de guerra en el parlamento con el pretexto de que permitía enviar armas; pero muy pronto se encontraron ante el segundo paso, el único realmente importante para el gobierno danés y para los demás: el envío de los F-16 daneses que hoy bombardean Irak junto con EEUU y Francia.

Las clases trabajadoras que se levanten tendrán que enfrentarse tanto a “su propio” aparato de estado nacional como a instituciones internacionales imperialistas como la UE. “El enemigo principal está en casa” significa que debemos al igual luchar simultáneamente contra las coaliciones imperialistas internacionales en las que participan nuestras propias burguesías. Si bien nos oponemos firmemente a cualquier alternativa capitalista nacionalista, sabemos que una política anticapitalista es incompatible con la UE.

Sabemos que la lucha contra el imperialismo, el racismo, la austeridad y la dominación capitalista no es una lucha que sólo pueda librarse a nivel de un solo país. Tampoco puede llevarse a cabo sin romper con la política al servicio de los capitalistas, la UE y el BCE, con la Europa de las finanzas. Atacar el poder de nuestras burguesías nacionales significa romper con las instituciones de la Unión Europea, que es imposible sin cuestionar el poder de los capitalistas.

Contra la Europa de la troika defendemos la solidaridad internacional por una Europa socialista de trabajadores y pueblos. La imposición de austeridad a escala mundial es inseparable del correspondiente aumento de guerras e intervenciones imperialistas. Somos testigos casi a diario de guerras, bombardeos masivos, asesinatos en masa por parte de ejércitos privatizados o mercenarios, por medio de drones, embargos o sanciones, y guerras casi secretas, lideradas por EEUU, la potencia imperialista dominante, con sus históricos homólogos imperialistas europeos. Éste es el caso del Comando Africano de los EEUU, que recoloniza y saquea África. El imperialismo francés también, al igual que otras antiguas potencias coloniales europeas, mantiene una importante intervención en África y en otros lugares para defender y aumentar sus intereses.

No hay “guerras humanitarias” dirigidas por la bestia imperialista. Nunca lo hubo. El término en sí es prohibitivo para los revolucionarios, cuya razón de ser es oponerse a todas las guerras e intervenciones imperialistas. El apoyo incondicional al derecho de los pueblos y naciones oprimidos a la autodeterminación es un principio socialista revolucionario fundamental. La CI debe rechazar incondicionalmente todas las llamadas del imperialismo a ayudar a derrotar a los tiranos y dictadores locales. Esta “ayuda” inevitablemente tiene consecuencias mortales que son más una soga al cuello que cualquier tipo de asistencia “benigna” o “democrática”.

La liberación de los oprimidos sólo puede lograrse a través de sus propias organizaciones de masas independientes y mediante la construcción, en el momento adecuado y por difíciles que sean las circunstancias, de partidos socialistas revolucionarios del tipo leninista. El rechazo de la intervención imperialista en todas sus formas es el requisito previo para las luchas de liberación nacional victoriosas y para cualquier otra victoria. Liberadas del yugo imperialista, las naciones oprimidas están en mejores condiciones para determinar su futuro y desafiar efectivamente a sus propias burguesías.

Frente a las incesantes guerras de conquista imperialista, las reivindicaciones centrales de la CI deberían concentrarse en torno a dos consignas: “¡regreso inmediato de las tropas!” y “¡derecho a la autodeterminación para todas las naciones oprimidas!”.

Defendemos los derechos de los pueblos a su autodeterminación. Pero no nos ponemos bajo la dirección de ninguna burguesía nacional, aunque provenga de una nación oprimida. En las naciones oprimidas defendemos un equilibrio entre la lucha democrática por el derecho a la autodeterminación y la lucha por una sociedad sin clases. Esto significa que, en función de nuestra estrategia, la lucha por la emancipación nacional puede ser útil para la emancipación de la clase trabajadora, sólo cuando la clase trabajadora dirija la lucha de una manera compatible con los intereses de la clase trabajadora mundial. Por tanto, debemos mantener la independencia de clase frente a la burguesía de las naciones oprimidas. Por ejemplo, la lucha por el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas por parte del Estado Español puede ser un trampolín en la lucha contra el capitalismo si nuestra clase juega un papel protagonista.

Este programa no es una plataforma electoral, un programa de gobierno. Explicamos que sólo puede imponerse mediante una movilización de conjunto de la clase trabajadora y los oprimidos, que lleve al poder a un gobierno obrero que destruya el estado burgués apoyándose en los órganos de autoorganización salidos de la movilización de nuestra clase aliada con los oprimidos.

Oponernos a los frentes populares y a la colaboración de clases

Al exponer la naturaleza misma del sistema y desencadenar una rabia masiva, la crisis capitalista mundial ofreció oportunidades sustanciales a los revolucionarios. Sin embargo, estas oportunidades en general han sido desaprovechadas por el momento. Hay varias razones para esto, pero entre ellas hay sin duda una explicación política esencial: la adaptación de la mayoría de las corrientes anticapitalistas o revolucionarias a la estrategia de colaboración de clases de los “partidos amplios” y “gobiernos de izquierda”.

El fraudulento proyecto de colaboración de clases de Syriza en Grecia fue promovido durante años como modelo para el movimiento obrero. El gobierno del frente popular de Syriza, junto al partido nacionalista burgués Griegos Independientes, en 2015 fracasó estrepitosamente en cumplir sus promesas, infligiendo una derrota sustancial a la clase trabajadora y llevando a los movimientos de masas a un estado de shock y confusión. La resistencia del actual gobierno completamente neoliberal de Nueva Democracia no puede explicarse de otra forma. Tras sucesivas escisiones, fracasadas una tras otra, Syriza es un pequeño partido nada significativo.

La mayoría de las corrientes internacionales apoyaron acríticamente Syriza desde el estallido de la crisis griega y ahora están desacreditados en la vanguardia activista del país. Nunca han hecho un balance honesto de esta orientación. Sin embargo, podríamos esperar la trayectoria de Syrza, dada la naturaleza del partido y el contexto político del país. Desafortunadamente, la mayoría de la CI ignoró las posiciones de la sección griega en ese momento. La sección griega realizó un balance detallado de esta secuencia que todavía está disponible para todos los camaradas de la CI.

Hoy los mismos errores parecen repetirse en un caso todavía más destacado: el Nuevo Frente Popular en Francia. La formación del “Nuevo Frente Popular” es el nuevo avatar de la izquierda institucional en Francia. Tras quedar primero en la primera vuelta de las últimas elecciones legislativas, el NFP se unió al “frente republicano”, pidiendo votos para el expresidente Hollande e incluso para ministros del gobierno de Macron. Este frente republicano permitió al partido de Macron permanecer en el poder aliándose con la derecha y apoyándose en la extrema derecha.

A fuerza de teorizar que la existencia de una “salida política creíble” es una condición necesaria para cualquier cambio en la correlación de fuerzas, el NPA Anticapitalista ha llegado a apoyar al NFP incluso cuando ayudó a que Macron volviera a tomar el mando. No se trata de un simple error táctico sino una pérdida de referencia fundamental de dirección en cuanto a la independencia de clase.

Los posicionamientos a veces correctos adoptadas por el LFI, fuerza principal del NFP, como las relativas al apoyo a Palestina, se han puesto al servicio de una orientación de subordinación de las movilizaciones al calendario parlamentario. A día de hoy, ninguna dirección tradicional del movimiento obrero, incluida la LFI, propone ningún plan de acción contra el gobierno y la patronal.

C- Construir una internacional revolucionaria

Insistimos, debemos fijarnos como objetivo construir una internacional militante, una organización capaz de realizar campañas coordinadas a escala internacional. Incluso con fuerzas modestas, una organización implantada en muchos países que actúe de manera coordinada puede multiplicar la eficacia de su intervención.

Nuestra internacional debe volver a poner en la agenda la discusión de un programa comunista revolucionario que se enfrente a las realidades del capitalismo del siglo XXI, en lugar de discusiones teóricas sin conexión entre ellas y separadas de la práctica.

No podemos encarnar solos a la internacional comunista revolucionaria. Debemos tratar de reagrupar a revolucionarios procedentes de diferentes tradiciones, a partir de un acuerdo sobre la situación y las tareas. Es a partir de la práctica común como las discusiones políticas pueden acabar en reagrupamientos. Reunir a los revolucionarios a escala internacional debería ser parte de los objetivos discutidos en la CI. La construcción de una internacional revolucionaria capaz de ejercer una influencia significativa no pasará únicamente por el fortalecimiento de nuestra organización: la CI podría proponer a otros grupos revolucionarios nacionales o internacionales iniciar discusiones sobre las respuestas a la crisis del capitalismo, sobre las campañas comunes a llevar a cabo y sobre el tipo de organización a construir.

Sabemos que esta política de búsqueda de debate con otras tradiciones no conllevará rápidos acercamientos a corto plazo dada la convicción de las direcciones trotskistas de las distintas internacionales de lo correcto de sus posiciones programáticas y tácticas. Además, la convicción de que hay que construir alrededor del propio grupo es la regla en el conjunto de las internacionales. Sin embargo, debemos ser conscientes de que no construiremos una internacional para la revolución y el comunismo a partir de una lenta acumulación de fuerzas alrededor de nosotros. Todavía tenemos cosas que aprender de las diferentes tradiciones revolucionarias trotskistas e incluso más allá. Hay experiencias y militantes valiosos en muchas corrientes y organizaciones. Es a través del debate teórico y programático en tensión con la intervención en el terreno de la lucha de clases en el que se producirán las explosiones, reagrupamientos y recomposiciones a nivel nacional e internacional.

 

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