América Latina: ¿una nueva "marea rosa"?

Últimamente se habla de la vuelta de los llamados gobiernos "progresistas". Hay varias denominaciones posibles y mucho que debatir sobre este término. La etiqueta "progresista" se utiliza para designar este impulso más bien izquierdista o nacional-popular, que es en parte comparable con el inicio de la década de 2000: recordemos la elección de Chávez en Venezuela y luego, a partir de 2002, las de Lula en Brasil, y después las de Evo Morales en Bolivia y Correa en Ecuador.

Hubo un periodo bastante largo de "edad de oro" para estos gobiernos progresistas, con avances sociales favorecidos por un contexto económico muy favorable, que permitió políticas de redistribución de rentas extractivas (minerales, petróleo, agroindustria) sin desafiar radicalmente el poder de las clases dominantes.

Entramos entonces en un periodo muy difícil marcado por los golpes de Estado o los golpes de fuerza institucionales o por el retorno de la derecha a través de las elecciones y un ascenso brutal de las fuerzas reaccionarias y conservadoras. También ha sancionado los límites estratégicos del impulso progresista, de las "reformas desde arriba", un contexto acelerado por el colapso del proceso bolivariano debido a las sanciones externas pero también por razones internas ("boliburguesía", corrupción, economía rentista, etc.).

Desde 2018, se ha producido el retorno de lo que algunos llaman un momento de "progresismo tardío" con la elección de López Obrador en México y, a raíz de ello, la vuelta al poder del peronismo de izquierdas en Argentina encarnado por Cristina Kirchner. En Bolivia, el MAS (Movimiento al Socialismo) volvió al poder en 2020 con nuevas figuras y una clara victoria electoral sobre los reaccionarios. Otros ejemplos son Honduras y la elección sorpresa de Pedro Castillo en Perú. Esta dinámica se ve reforzada por la importante elección de Gustavo Petro, más de centro-izquierda, y de su compañera de fórmula Francia Márquez, muy implicada en la lucha de la comunidad afrocolombiana de la que procede, en un país dominado por una de las oligarquías más violentas del continente. Evidentemente, el futuro de este "progresismo tardío" también está en juego en las elecciones de Brasil de este mes de octubre, en las que Lula se encuentra en una posición favorable, pero también en las que el bolsonarismo parece afianzarse en amplios sectores de la sociedad y del Estado.

Hay que destacar que este nuevo periodo se produce en un contexto muy deteriorado marcado por la pandemia, la alta inflación, el impacto del cambio climático en las Américas y una profunda crisis económica (con casos "extremos" como en Haití y Venezuela). También se caracteriza por el resurgimiento de los movimientos populares: en 2019 se han producido grandes movilizaciones y levantamientos en Chile, Colombia, Haití y Ecuador, movilizaciones con múltiples factores, a menudo interclasistas, muy potentes y radicales, donde los movimientos feministas, los movimientos indígenas y la juventud radicalizada han ocupado un lugar importante. Estos jóvenes han roto con toda una parte del sistema político y de los partidos, ya sean de derechas o de izquierdas, como lo demuestra una tasa de abstención récord de más del 50% en varios países. Estas rupturas "desde abajo" tienen, sin embargo, dificultades para emerger políticamente, por falta de grandes organizaciones anticapitalistas capaces de alimentarlas y ofrecerles salidas (como acaba de recordarnos la experiencia chilena).

Es un contexto turbulento en el que la derecha y la extrema derecha están a la ofensiva, a menudo aliadas con la corriente conservadora de las iglesias evangelistas, los grandes terratenientes y las grandes empresas, con el apoyo de un campo mediático totalmente a las órdenes del capital. La reacción, la represión y la arbitrariedad estatal también pueden encarnarse en formas "sui generis", como ocurre en Nicaragua con el clan Ortegua.

En el fondo, existe también un enfrentamiento interimperialista que crece en poder entre Estados Unidos, que sigue siendo el "amo" geopolítico y militar, y China, cuya presencia económica se expande rápidamente.

(texto basado en una entrevista en vídeo realizada en la Universidad de Verano del NPS y disponible en su totalidad en el canal de Youtube de L'Anticapitaliste)

Revista L'Anticapitaliste n°139 (octubre de 2022)

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