¡No a las masacres contra los alauitas en Siria! ¡Por una Siria democrática, social, pluralista y laica!

Desde el 6 de marzo, los ataques contra la población alauita en Siria se han intensificado, adoptando la forma de auténticas masacres que han causado cientos de muertos entre los civiles. Tras una sangrienta insurrección armada de milicias pro-Assad, diversas facciones armadas afiliadas a Hayat Tahrir al-Sham (HTS), grupos yihadistas y otros grupos armados vinculados al Ejército Nacional Sirio —directamente relacionado con las autoridades turcas y que ahora conforma junto con otras fuerzas el nuevo ejército sirio del gobierno de Damasco— han llevado a cabo una campaña de ejecuciones masivas dirigidas contra la comunidad alauita en las regiones costeras del país.

Bajo el pretexto de luchar contra los "vestigios del régimen de Assad", lo que realmente predomina en estas masacres es una lógica de odio confesional y un sentimiento de "venganza", estableciendo una falsa equivalencia entre los alauitas y el antiguo régimen. Por su parte, algunos grupos yihadistas utilizan un discurso aún más integrista, calificando a los alauitas de "infieles" para justificar sus matanzas.

Lo que está ocurriendo hoy en Siria no es solo una guerra entre diferentes grupos armados. Son, ante todo, masacres de carácter confesional.

El confesionalismo es un arma en manos de las clases dominantes y de las organizaciones reaccionarias, utilizada para controlar y dividir a los explotados, y para desviar la ira popular lejos de los verdaderos problemas: la democracia, la justicia social y la igualdad.

Desde su llegada al poder, el nuevo régimen sirio dirigido por Ahmad Al-Shara (anteriormente conocido como Abu Mohammad al-Jolani) no ha demostrado ninguna voluntad de construir una sociedad democrática, social e inclusiva ni de garantizar la igualdad entre los diversos grupos étnicos y confesionales.

Lejos de romper con las lógicas autoritarias del pasado, el antiguo fundador del grupo yihadista Frente Al-Nusra, Al-Shara, ha mantenido una política de exclusión que ha alimentado las divisiones y tensiones confesionales, sirviendo a los intereses de las fuerzas reaccionarias y abriendo además la puerta a instrumentalizaciones por parte de potencias extranjeras, desde Israel hasta Irán y Turquía.

Las masacres contra la población alauita en las regiones costeras son responsabilidad de las nuevas autoridades sirias. En ningún momento han impedido este despliegue de violencia y odio confesional; al contrario, han contribuido a ello tanto de manera directa como creando las condiciones políticas que han llevado a estas masacres.

Asimismo, el nuevo régimen no ha establecido un mecanismo que favorezca un proceso de justicia transicional integral y a largo plazo, destinado a castigar a todos los individuos y grupos implicados en crímenes de guerra. Un mecanismo así habría podido desempeñar un papel crucial para frenar los actos de venganza y la escalada de tensiones confesionales.

Pero, por supuesto, Ahmad Al-Shara y sus aliados en el poder no tienen ningún interés en que un mecanismo de justicia transicional vea la luz, por temor a ser ellos mismos señalados y juzgados por sus propios crímenes y abusos contra la población siria.

El reciente protocolo de acuerdo entre el gobierno de Damasco y la autoridad autónoma del Noreste de Siria, dominada por las fuerzas kurdas del PYD, así como los intentos de acercamiento con algunos sectores de la población drusa de la región de Suwayda, reflejan la necesidad del nuevo régimen de reforjar su legitimidad, fuertemente sacudida por las ejecuciones masivas, tanto a nivel nacional como regional e internacional.

Sin embargo, estas iniciativas son ampliamente insuficientes, frágiles y limitadas frente a la magnitud de los desafíos. La autodeterminación de los pueblos de Siria, la libertad de las mujeres y la convivencia fraternal entre las diversas confesiones y etnias requieren hoy en día una herramienta política: un bloque democrático y progresista capaz de construir un contrapoder y de resistir a toda forma de dominación.

Sabemos que solo la autoorganización de las clases populares que luchan por demandas democráticas y progresistas abrirá el camino hacia una emancipación real. Solo la autoactividad de los trabajadores, de las mujeres y de la juventud de todas las comunidades podrá romper las cadenas de la opresión y construir una Siria libre, democrática, social, pluralista y laica.

19 de marzo de 2025

Cuarta Internacional