Construyendo un movimiento global contra el genocidio en Palestina

Un movimiento global de solidaridad ha emergido en respuesta a la barbarie del nuevo genocidio contra el pueblo palestino. A pesar de una represión feroz, este movimiento está reuniendo a millones de personas en todo el mundo.

Desde hace 77 años, los imperialistas intentan destruir y expulsar al pueblo palestino, utilizando el horror del genocidio judío durante la Segunda Guerra Mundial para justificar el despojo, la limpieza étnica y el genocidio. Desde octubre de 2023, Israel intenta destruir la vida palestina en Gaza, replicar la Nakba de 1948 y comprometerse con un genocidio sin precedentes en el siglo XXI. Mientras tanto, los colonos intensifican sus ataques en Cisjordania, los palestinos dentro de la línea verde sufren una discriminación aún mayor que antes, e Israel ha llevado a cabo ataques militares contra Líbano, Siria e Irán.

La participación directa o la profunda complicidad de la mayoría de las potencias imperialistas occidentales es hoy evidente, al igual que la de los países árabes que están “normalizando” sus relaciones con el Estado genocida, mientras que en muchos otros países las clases dominantes hacen críticas formales pero se mantienen al margen de cualquier forma de resistencia real. Todo esto en nombre de un repugnante “derecho de Israel a defenderse”, que intenta presentar al agresor como víctima y a la víctima como agresor.

Resistencia frente a la represión

Afortunadamente, en gran parte del mundo, millones de personas se han movilizado para exigir el fin de las masacres, el levantamiento del bloqueo a Gaza y sanciones contra Israel. Han enfrentado una represión brutal, que incluye prohibiciones, encarcelamientos, ataques policiales y judiciales, y falsas acusaciones de antisemitismo.

La Marcha por Gaza y la Caravana Soumud intentaron romper el bloqueo a Gaza y llevar ayuda al pueblo palestino. La represión que enfrentaron en Egipto y Libia evidenció la espantosa complicidad de esos regímenes. Miles de personas fueron golpeadas, intimidadas, detenidas y deportadas a sus países de origen, con escasa o nula respuesta por parte de sus gobiernos.

Las Flotillas de la Libertad, que transportaban a personalidades de renombre mundial, también intentó —de forma más simbólica— romper el bloqueo. Logró visibilizar aún más el absoluto desprecio del Estado sionista por el derecho internacional, su desprecio por la verdad y por cualquier límite a su jurisdicción, simbolizando así su colonialismo sin restricciones.

En numerosos países, directamente está prohibido expresar solidaridad y levantar reivindicaciones, como en Argelia, donde el gobierno dice apoyar a Palestina pero impide que se exprese la solidaridad.

En Estados Unidos y otros países, las protestas y ocupaciones han sido prohibidas o reprimidas violentamente por el Estado. Docentes universitarios han sido despedidos por apoyar al movimiento. Estudiantes y personas racializadas —especialmente quienes provienen de Medio Oriente— han sido blanco particular de la represión.

La criminalización de las organizaciones solidarias es otra táctica clave. El gobierno británico declaró al movimiento de acción directa Palestine Action como una organización terrorista, y apoyar dicha organización se convirtió en un delito penal: abogados, pastores y otras figuras reconocidas fueron arrestadas durante una acción de protesta inmediata. El Estado francés viene amenazando con disolver Urgence Palestine desde abril, aunque aún no lo ha hecho, quizás debido a una importante campaña internacional de rechazo.

En Alemania, decenas de miles de personas que se han movilizado enfrentan una represión implacable. Se utilizan falsas acusaciones de antisemitismo para prohibir manifestaciones, cerrar medios de comunicación y desacreditar a todo el movimiento. Aunque la instrumentalización del antisemitismo es un problema particularmente agudo en Alemania, se utiliza contra el movimiento en todas partes —incluso contra organizaciones judías que afirman “No en nuestro nombre”.

En el Estado de Israel, si bien una gran mayoría de la población judía apoya la actuación del ejército, existe una reacción contra los crímenes de guerra cometidos contra los palestinos, las acciones de los colonos en Cisjordania y  la política impulsada por el gobierno ultraderechista de Netanyahu, en particular la voluntad criminal de expulsar a la población de Gaza.

La hipocresía es total: los gobiernos atacan y criminalizan cualquier expresión de apoyo y solidaridad con la resistencia palestina, por limitada que sea —como cánticos en un festival de música—, pero se niegan a condenar a Israel o imponerle sanciones.

Pero es, por supuesto, en Palestina donde la represión es más intensa. En Cisjordania, los ataques se han intensificado en los últimos meses, con agresiones diarias de colonos contra palestinos y la destrucción de viviendas. También ha salido a la luz que Israel ha armado y financiado a bandas palestinas y grupos yihadistas con el objetivo de socavar la resistencia en Gaza desde adentro.

Las masacres en Gaza continúan; en un solo mes, más de 600 palestinos fueron asesinados mientras esperaban ayuda alimentaria. Los puntos de distribución de alimentos se han convertido en trampas mortales. Varios estudios sugieren ahora que cientos de miles de gazatíes han muerto en los últimos dos años.

La resistencia palestina es clave para la situación global

El pueblo palestino está resistiendo una segunda Nakba y a la expulsión de su territorio con los medios que tiene a su alcance. Hasta ahora, a pesar de la hambruna, las terribles condiciones de vida y los ataques asesinos, se mantienen firmes, se niegan a desaparecer y se defienden.

El movimiento internacional de solidaridad ha contribuido a visibilizar la realidad y la magnitud del genocidio. Ha movilizado a millones de personas, y la campaña de boicot, desinversión y sanciones, junto con las movilizaciones masivas, puede aislar a este régimen criminal, como ya ha sucedió antes, por ejemplo con el apartheid en Sudáfrica.

Este movimiento no se va a detener

El destino del pueblo palestino está íntimamente ligado al de todos los pueblos oprimidos y a la lucha contra las ambiciones imperialistas globales. Estamos viviendo un período de crecientes contradicciones interimperialistas, pero también de sus límites. Rusia, por ejemplo, no respaldó a Irán cuando Israel lanzó ataques militares contra él. Los ataques israelíes y estadounidenses contra Líbano, Siria e Irán, así como la complicidad de los estados árabes, muestran que las potencias imperialistas, encabezadas por Estados Unidos, buscan reforzar su dominio sobre cada rincón del planeta en un contexto de profunda crisis económica y ecológica. Y Medio Oriente sigue siendo —si no el principal— uno de los campos de batalla estratégicos centrales.

Impedir la continuación de la colonización en Palestina, hacer retroceder a Israel y a Estados Unidos, y liberar a Palestina del imperialismo son puntos clave en el cambio global de la relación de fuerzas que debemos construir para transformar el mundo. Por eso, la Cuarta Internacional llama a redoblar los esfuerzos para construir un movimiento global contra el genocidio y por la liberación de Palestina, a través de la acción de masas y, en particular, de la acción obrera. Trabajaremos para que, con motivo del 7 de octubre de 2025, amplias movilizaciones contribuyan a cambiar la correlación de fuerzas.

¡Palestina libre, Palestina nos liberará a todes!

¡De Ucrania a Palestina, la ocupación es un crimen!

13 de julio 2025

 

 

Buró Ejecutivo