En su hermoso Prefacio a este libro, Daniel Bensaid describía a Livio Maitán como "uno de los últimos mohicanos" de una generación que tuvo que luchar en dos frentes, contra la dictadura imperial del capital y contra el no menos temible despotismo burocrático estalinista. Fue uno de los que necesitaron un "heroísmo de la razón", una voluntad indomable, para resistir a la irracionalidad de la época. Su libro es a la vez un testimonio de la Cuarta Internacional y "la transmisión de un legado": el marxismo revolucionario.
[Livio Maitan in italiano Per una storia della IV Internazionale - la testimonianza di un communista controcorrente Edizioni Alegre, Roma 2006, en inglès Memoirs of a critical communist. Towards a History of the Fourth International, Resistance Books, IIRE, Merlin Press, 2019, en francès Pour une histoire de la Quatrième Internationale - itinéraire d'un communiste critique, Editions La Brèche - IIRE, Paris 2020.]
Afortunadamente, la Cuarta Internacional no tiene "historia oficial". La obra de Maitán es valiosa precisamente porque es un testimonio personal, y el autor no duda en expresar, sobre varias cuestiones, sus puntos de vista personales -que no siempre coinciden con las resoluciones oficiales- y su opinión sobre el papel de distintas personalidades del movimiento.1
Las memorias comienzan con Livio (nombre con el que le llamábamos sus amigos) contando cómo, siendo un joven socialista, se afilió a la Cuarta Internacional en 1948, tras mantener una discusión con Ernest Mandel, y terminan con el XIV Congreso Mundial de la Internacional en 1995 y la muerte de Ernest Mandel2 . Como dirigente del movimiento, desde principios de los años 50 hasta su muerte, aborda las principales actividades de la Cuarta, los Congresos, los debates, siempre en el contexto de los principales acontecimientos históricos, desde la guerra de Corea hasta la caída del Muro de Berlín. Tal y como la describe Livio, aparece como una historia de escisiones y reunificaciones (seguidas de nuevas escisiones), avances y retrocesos, ideas brillantes y discusiones bizantinas, luchas heroicas y graves errores. Pero en conjunto, al menos para la mayoría de sus miembros, nunca dejó de ser un combate permanente por la emancipación obrera internacional. Como es imposible en este artículo discutir todos los Congresos de la Cuarta, y las acciones de sus secciones, trataremos aquí sólo algunos momentos de esta compleja historia.
Si el II Congreso de la Cuarta Internacional en 1948 fue un paso positivo en la refundación del movimiento, los años 50 fueron años de divisiones y escisiones: un gran retroceso. Livio reconoce que la escisión internacional de 1953 fue "desastrosa" para la internacional: "la seguimos pagando hasta principios de los años 70". Aunque su análisis crítico de los motivos de JP Cannon y el SWP estadounidense en 1953 es bastante persuasivo, su planteamiento general sobre la escisión me parece insuficientemente crítico con la dirección de la Cuarta, en particular con las opiniones políticas de Pablo (el panfleto The Coming World Showdown, 1951) y su comportamiento autoritario hacia las opiniones minoritarias. Sorprende especialmente su casi silencio sobre la crisis de la sección francesa: el intento de Pablo de imponer, en nombre de la "disciplina internacional", una línea de entrismo en el Partido Comunista Francés, en contra de la voluntad de la mayoría de los trotskistas franceses, condujo a su ruptura con la Cuarta. Livio sólo menciona, en términos bastante crípticos, que la conexión establecida por Pablo y la dirección de la Cuarta entre la perspectiva de la guerra a corto plazo y el entrismo, tuvo consecuencias negativas: la internacional tuvo que pagar por ello un alto precio en términos organizativos "por ejemplo en el caso francés". Para profundizar en este trágico episodio, la mejor referencia es el libro de Michel Lequenne Le trotskysme sans fard (2005).3
El juicio de Michel Raptis (Pablo) y Sal Santen en Ámsterdam en 1960, acusados de falsificar documentos de identidad para los combatientes anticoloniales argelinos, provocó una ola de solidaridad sin precedentes: J.P. Sartre, Simone de Beauvoir, Isaac Deutscher, Maurice Nadeau, Pierre Naville, Claude Bourdet, Laurent Schwarz y Michel Leiris apoyaron a los líderes de la Cuarta y pidieron su liberación. Nunca antes la Cuarta Internacional había alcanzado tal grado de notoriedad.
Poco después, la Cuarta y el SWP estadounidense empezaron a encontrar puntos en común, apoyando ambos la Revolución Cubana, que en 1960 había dado un giro hacia la vía socialista. Esto condujo al Congreso de Unificación, en 1963, en el que la mayoría de la Cuarta unió sus fuerzas con el SWP (ahora bajo la dirección de Joseph Hansen) y varias otras organizaciones. Pero a esto siguieron otras escisiones: Posadas (una figura que sufría, según Livio de "autoexaltación patológica" y sus seguidores en América Latina), y más tarde, el propio Michel Pablo, que fundó la Alianza Marxista Revolucionaria. Algunos de los seguidores de Posadas, como el brillante historiador argentino-mexicano Adolfo Gilly, regresaron más tarde a la Cuarta, y Raptis, en sus últimos años, tuvo la misma intención.
Otro tipo de escisión se produjo en 1964, cuando el LSSP, sección de la Cuarta en Ceilán, y uno de los mayores partidos del movimiento trotskista, se unió al gobierno burgués de la Sra. Bandaranaike; cuando los dirigentes de la Cuarta criticaron esta medida, rompieron con ella. Unos años más tarde (1971), este gobierno, que aún incluía a dirigentes del LSSP, asesinó a miles de jóvenes insurgentes guevaristas del movimiento JVP.
Mayo de 1968 fue, por supuesto, el punto culminante de la Cuarta Internacional en el siglo XX. Por primera vez desde sus orígenes, señala Livio, la internacional había sido capaz de salir de su relativo aislamiento. Y también por primera vez, una de sus organizaciones, la JCR (Juventud Comunista Revolucionaria), tuvo un impacto real en los acontecimientos revolucionarios de un país imperialista (Francia). En los años siguientes, el movimiento alcanzó un crecimiento sin precedentes, tanto en Europa Occidental como en Estados Unidos.
Livio tenía un gran interés por América Latina y realizó varias "misiones" para la Cuarta al continente. En un viaje a Bolivia en 1964 describe una visita a los mineros trotskistas de Catavi: "Casi se me saltan las lágrimas al ver, en casa de un camarada, entre sus pocos libros, una antología de Hegel": ¡incluso entre los trabajadores superexplotados de Bolivia era posible encontrar "herederos de la filosofía clásica alemana"! Este comentario nos dice mucho de Livio como persona de cultura, y sensibilidad humana.
Confieso que no estoy de acuerdo con la crítica de mi amigo Daniel Bensaid a la discusión de Livio sobre América Latina: "Los comentarios sobre las polémicas en torno a la lucha armada en América Latina pueden parecer incompletos y parciales a muchos de nosotros". Por el contrario, estas páginas me parecen de las más vivas e interesantes de las Memorias. El proyecto de Livio sobre la lucha armada, presentado en el 9º Congreso Mundial, provocó, como él mismo escribe, "momentos de máxima tensión y apasionado interés", tanto entre los delegados latinoamericanos como entre los demás4 . Reconoce que priorizar la guerrilla rural fue un error, pero explica que esas eran las opiniones de nuestras principales organizaciones en el continente, en Bolivia y Argentina. Hay unas páginas muy emotivas sobre Roberto Santucho, el principal dirigente del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), la sección argentina de la Cuarta hasta 1973, tanto criticando sus puntos de vista equivocados (la ilusión de que, abandonando la Cuarta, conseguiría armas de los "camaradas soviéticos") como rindiendo homenaje a un revolucionario intransigente que dio su vida por la causa.
Debo comentar ahora un capítulo decepcionante de la historia de la Cuarta: la incomprensión de la naturaleza del régimen de Pol Pot en Camboya, que cometió un genocidio contra su propio pueblo. Cuando Vietnam invadió Camboya (1978), la Cuarta pidió "negociaciones para resolver los problemas entre los dos países". Como reconoce Livio, "nuestra primera reacción fue restar importancia a la represión (en Camboya ML)... Parecía difícil aceptar la cifra de 3 millones de muertos". La minoría (SWP) apoyó la operación vietnamita para derrocar a Pol Pot, mientras que Mandel se opuso. Los argumentos empleados por ambos bandos eran (en la humilde opinión de este crítico) bizantinos: Mandel creía que Pop Pot pretendía la "destrucción de la propiedad privada", mientras que Clark, del SWP, sostenía que el jemer rojo pretendía preservar el sistema capitalista... Una discusión puramente economicista, mientras se producía un genocidio en nombre del "socialismo". Livio reconoció que "el jemer rojo llevó a cabo una de las peores masacres del siglo XX", pero su crítica a la posición de Cuarta en aquel momento es muy tímida...
Haciendo balance de las cuatro décadas transcurridas desde la fundación de Cuarta, Livio plantea la difícil pregunta: ¿por qué nuestro movimiento no ha conseguido desempeñar un papel de liderazgo en ninguna parte? Entre las razones: las escisiones destructivas, el papel negativo de dirigentes autoritarios, centralistas, incluso "bonapartistas" (la lista de nombres es demasiado larga), actitudes propagandistas y voluntaristas y, para algunos, un enfoque dogmático, basado exclusivamente en la experiencia rusa de 1917 y en citas de León Trotsky. Pero el factor principal era objetivo: la fuerza de atracción de la URSS, China, Cuba. El castrismo tenía un poder de atracción especial para la izquierda radical, y esto llevó a la última escisión, cuando el SWP (bajo la dirección de Jack Barnes) rompió con la Cuarta (en 1990), abandonó el trotskismo y adoptó acríticamente la línea del gobierno cubano.
Durante todos estos años Ernest Mandel jugó un papel decisivo, en términos intelectuales y políticos, en la historia de la Cuarta. Livio sentía una gran admiración por él, al tiempo que criticaba su voluntarismo y su excesivo optimismo. Fue el principal autor de dos documentos clave de Cuarta: "Dinámica de la revolución mundial hoy" (1963) , sobre las interconexiones dialécticas entre las revoluciones proletaria, colonial y política, y "Dictadura del proletariado y democracia socialista" (1979), una declaración pionera, que se encontró con la feroz oposición de algunas figuras "ortodoxas".5
El primer y único momento en el que Livio consideró renunciar a sus funciones de liderazgo en la Cuarta fue en 1978, cuando una figura de dudosa reputación, el nicaragüense (anti-FSLN) Fausto Amador fue admitido, bajo fuertes presiones de la minoría del SWP, en la Cuarta. Un año más tarde, el SWP cambió por completo su política y apoyó plenamente al gobierno del FSLN en Nicaragua6 .
La narración de Livio termina con el 14º Congreso de la Cuarta (1995), donde sintió "un pesado aire de desencanto", basado en la "percepción de nuestro debilitamiento". Unos meses más tarde moría Ernest Mandel, y Livio le dio el último saludo en el funeral en el cementerio de Père Lachaise. Problemas de salud le impidieron continuar sus Memorias.
En su introducción a las ediciónes inglesa y francesa, Penelope Duggan, miembro clave de la dirección de Cuarta en la actualidad, describe brevemente los acontecimientos posteriores a 1995, y los siguientes Congresos de Cuarta, en los que estuvo representado un número cada vez mayor de países. La historia de Cuarta continúa, y su presencia en el mundo es ahora mayor que en el pasado. Como cantaban los jóvenes rebeldes en mayo del 68, "ce n'est qu'un début, continuons le combat !" (¡Es sólo el comienzo, continuemos el combate!).
Enero de 2020
Traducido por fourth.international
- 1En las primeras fases de la redacción del libro, Livio discutió conmigo el plan general. Le hice algunas modestas sugerencias, que él tuvo en cuenta.
- 2El libro trata de su experiencia como dirigente de la IV Internacional. Desgraciadamente, el autor no dice nada sobre sus compromisos políticos antes de 1947.
- 3Lequenne había abandonado la Cuarta con la mayoría francesa, pero pronto entró en conflicto con Pierre Lambert, cuya orientación consideraba profundamente negativa. Se hizo marxista independiente y unos años más tarde regresó a la Cuarta.
- 4Livio señala que entre los latinoamericanos había un delegado (cuyo nombre no se menciona en el libro) del Partido Operario Comunista (POC) de Brasil, que estaba en proceso de ingresar en la Cuarta. Este delegado era el autor de la presente reseña... El POC, después del asesinato en 1971, bajo tortura, de uno de sus jóvenes dirigentes, Luis Eduardo Merlino, prácticamente desapareció.
- 5Nahuel Moreno publicó, bajo el excéntrico seudónimo de "Darioush Karim", un violento panfleto contra Mandel, bajo el título La dictadura revolucionaria del proletariado (1979): en una especie de caricatura del comunismo de guerra civil en la URSS, afirmaba que la democracia era admisible "sólo para el proletariado industrial y los obreros revolucionarios".
- 6En 1978 fui enviado por la Cuarta a Costa Rica, donde vivía Fausto Amador, para investigar su caso. Pretendía criticar al FSLN desde una perspectiva "trotskista". Pero sólo unos años antes había aceptado una misión menor en la embajada nicaragüense (¡somozista!) en Bruselas. Le pregunté por qué había aceptado un puesto tan vergonzoso, y su respuesta fue: no por razones políticas, sólo porque era la única manera de que mi padre (amigo de Somoza) me enviara un coche a Bélgica sin pagar impuestos... En mi informe aconsejé encarecidamente no admitir a Amador en la FI. Livio consideró su admisión "una página oscura en la historia de nuestro movimiento".