Contra el anuncio de la apertura de relaciones del régimen marroquí con Israel

Por la unidad de la lucha de los pueblos de la región contra los regímenes reaccionarios, el sionismo y el imperialismo.

Declaración de Al Almounadil-a /Marruecos

La declaración del régimen marroquí no es más que el reconocimiento abierto de la formalización de sus relaciones con Israel. En realidad, tiene ya una larga historia de cooperación con Israel desde su complicidad en la migración de los judíos marroquíes en los años 50 y 60. En el año 2000, fue fuertemente cuestionada por una movilización popular que la obligó a cerrar una oficina de enlace israelí en Rabat.

La nueva decisión está en total contradicción con la voluntad de las masas populares marroquíes, que siempre se han opuesto al sionismo y han afirmado su solidaridad con la lucha del pueblo palestino por la emancipación. Esta decisión atestigua el carácter despótico del régimen, la farsa de sus instituciones "electas" (el parlamento con sus dos cámaras, la cámara de representantes y la cámara de consejeros) y su gobierno de fachada.

La normalización con Israel, el enemigo de los pueblos de la región, se llevó a cabo con la excusa del reconocimiento por parte de Trump de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. En efecto, la cuestión del Sáhara ha sido utilizada durante décadas por el imperialismo como instrumento de chantaje para reforzar su influencia, pero también para dictar sus políticas económicas y fijar los papeles en la política regional y en el continente africano, ya sea por la Unión Europea en su conjunto o por Francia, que es el principal partidario habitual del régimen marroquí.

La cuestión del Sáhara también ha sido utilizada durante decenios por el régimen marroquí para construir un "consenso nacional" sobre su despotismo disfrazado y sus políticas de ajuste estructural. Hoy en día, pretende utilizar este reconocimiento que obtuvo vendiendo su postura sobre el pueblo palestino para seguir consolidando su alianza dentro del país y reforzar su política africana.

La profundización de la crisis económica y social y su naturaleza explosiva en el contexto de la pandemia COVID-19 están empujando al régimen en esta dirección. Espera atraer fondos del extranjero (ayudas, inversiones, préstamos) para mitigar los efectos de esta crisis.

El imperialismo estadounidense, por su parte, insiste en acelerar la normalización de las relaciones de los regímenes árabes con Israel para fortalecer su posición en la competencia imperialista por la región del Medio Oriente, rica en petróleo. De hecho, este último sigue siendo una importante fuente de energía y fondos que se invierten en la compra de bonos del Tesoro de los Estados Unidos. El imperialismo estadounidense también pretende frenar a Irán. Esto se suma a los objetivos de Trump de estabilizar su amplia base electoral, crear dificultades para la nueva administración con la esperanza de un retorno a la presidencia en las próximas elecciones, y también para apoyar a su aliado de derechas Netanyahu que está amenazado con acciones legales una vez que deje la presidencia del gobierno israelí.

La cuestión palestina es un asunto de todos los pueblos de la región. Israel es una base destacada para la protección de los intereses imperialistas en Oriente Medio, que es una región estratégica, rica en hidrocarburos y cercana a puntos clave de navegación. Esto es lo que explica el continuo apoyo del imperialismo a Israel, el motivo de las relaciones secretas y reconocidas entre los regímenes reaccionarios dependientes e Israel y la convergencia de intereses de este trío para liquidar de una vez por todas la cuestión palestina y acabar con el proceso revolucionario en la región.

La cuestión del Sáhara Occidental no se resolverá mientras no se respete la voluntad del pueblo interesado, lejos de las ambiciones imperialistas y los objetivos de los regímenes marroquí y argelino. Esta solución democrática es una de las condiciones para avanzar hacia una Unión Magrebí democrática de los pueblos, libre de la dominación imperialista y de los regímenes del capitalismo dependiente. Será esta unión la que podrá satisfacer las aspiraciones de sus pueblos apoyándose en la riqueza material y humana que ahora está siendo saqueada por el imperialismo con la ayuda de las burguesía dependiente.

La lucha de los y las oprimidas de la región entró en una nueva fase con el inicio del proceso revolucionario tunecino hace diez años. Este proceso, con sus fases de ascenso y retroceso, ha confirmado la necesidad de contar con instrumentos de lucha obrera y popular con un horizonte estratégico de confrontación con los regímenes reaccionarios, la entidad sionista y el imperialismo que constituyen una alianza muy fuerte para aplastar los levantamientos populares.

Adelante para la construcción de herramientas de lucha en el centro de las cuales deben estar los partidos obreros socialistas. Estos instrumentos se armarán con las lecciones de las luchas obreras, la autodeterminación de los pueblos, la construcción democrática de una alternativa al capitalismo y basadas en un espíritu de clase y en el internacionalismo.

17 de Diciembre 2020

 

 

 

 

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