Las elecciones del pasado día 30 de Enero en Portugal dieron la mayoría absoluta de los diputados al Partido Socialista. La izquierda sufrió una derrota importante, arrastrada por el fantasma de una bipolarización anunciada en los sondeos y que se reveló falsa. La derecha tradicional tuvo otra derrota, fallando la concentración de los votos y abriendo camino a la nueva y a la vieja extrema-derecha, Chega y la Iniciativa Liberal.
Ante los sondeos de los últimos días, con el PS y el PSD en empate técnico, y con el PSD seduciendo a Chega (extrema-derecha populista y racista) y a Iniciativa Liberal (derecha liberal radical), proclamando el fin del salario mínimo nacional y otras barbaridades, el pueblo de izquierdas corrió a votar al PS. Personas que descubrieron el domingo, asustadas, que finalmente la diferencia era de 13 puntos y que se habían hecho parteras de una mayoría absoluta, resultado que el PS solo había conseguido con José Sócrates, en 2005. El resultado quedó marcado por trasvases electorales de última hora y por la polarización del electorado de centro detrás de Costa.
A pesar de estar viviendo aún los últimos días de la pandemia, con el 10% de la población en aislamiento, hubo un aumento de la participación electoral (58% de votos en el total nacional, con una participación aún mayor en algunos casos, como el 62% en Lisboa). El PS subió 350 mil votos, la izquierda pasó de cerca de 900 mil a bajar a poco menos de 500 mil. En esa disputa, el voto útil resultó fatal: el Bloco perdió la mitad de su base electoral y pasó de 19 a 5 diputados; el PCP tuvo su peor resultado de siempre en votos y escaños (perdió la mitad de los diputados, algunos de los cuales eran referencias importantes). Los ecologistas del PEV (satélite de la coalición comunista) y el CDS (derecha conservadora tradicional) desaparecieron del parlamento. El PAN (partido animalista y de la ecología liberal) quedó reducido a una diputada (tenía 4) y Libre (verdes federalistas) mantuvo un escaño.
El parlamento queda con menos izquierda y con menos partidos. Así, para el Bloco, el nuevo ciclo será de una oposición de izquierda a la mayoría absoluta, movilizando las luchas sociales que responden a la fractura del país, en la salud, en el precariado, en la igualdad, en la transición climática. Luchar por el protagonismo de una oposición parlamentaria sólida es tan fundamental como siempre, pero el enfrentamiento social gana nuevos perfiles, pues en estos cuatro años tendrá que movilizar más base social y militante. Esa será la forma de enfrentar la mayoría absoluta.
Habrá quién se apresure a ver en estos resultados una bancarrota retroactiva del "modelo portugués" (que, siendo portugués, nunca quiso ser modelo), de un apoyo parlamentario autónomo sin participación en el gobierno. Para que el debate sea riguroso, es preciso señalar que ese acuerdo parlamentario fue realizado en 2015 y terminó en 2019. En las elecciones de ese año, el Bloco mantuvo los 19 diputados. Pero al día siguiente, el Partido Socialista rechazó un acuerdo con la izquierda y acabó con la "jeringonça". Es en este contexto, tras dos años de oposición, en los que el Bloco votó contra dos presupuestos del Estado (el PCP solo votó contra el último), en el que se verifica esta derrota electoral.
Estas elecciones han ocurrido tras un mandato en que el PS rechazó acuerdos parlamentarios en nombre de avances en la salud, en la ley laboral o en la respuesta a la crisis, buscando subyugar a la izquierda. La intransigencia que llevó al rechazo de los Presupuestos del Estado, y a la crisis política artificial que originó, fue una estrategia exitosa hacia la bipolarización y el "voto útil" contra la derecha.
En la derecha, el mapa cambió. Es cómodo para Chega y para IL usar este impulso en la oposición, sin que sus políticas sean probadas: la mezcla de propaganda y agresividad tiene así un campo abierto. El cambio de orientación y de liderazgo del PSD se verá influido por este nuevo mapa, lo que hace más probable una aproximación a estas extremas derechas, la vieja y la nueva. La derecha sigue hacia la derecha, es la Ley de Trump.
El ciclo de la mayoría absoluta para los próximos cuatro años es un peligro, sobre todo en dos áreas: en los servicios públicos, considerando el antagonismo entre el PS y la escuela pública o su empeño en proteger el sistema privado de salud; y en la economía, considerando que el PS blinda los negocios de grandes empresas y usa el sistema fiscal para transferir recursos para el capital, como lo podrá volver a hacer, por ejemplo, para compensar el aumento del salario mínimo. La inflación, aunque aún baja, ya corroe los rendimientos del trabajo, en muchos casos también penalizados por el aumento del coste de la vivienda. Por eso, será otra vez en el terreno social en el que se jugará la supremacía o el desgaste de esta mayoría absoluta. Llegado al culmen de su poder, Costa tiene ahora enfrente todas las dificultades que creó, que ignoró, o que agigantó. Por nuestro lado, la izquierda construirá su fuerza en la claridad y energía de su movilización contra la mayoría absoluta.
1 de febrero 2022
Francisco Louça es economista y miembro del Bloco de Esquerda, de cuyo grupo parlamentario formó parte hasta 2012.
Fonte viento sur