De Paquistán a Filipinas, enfrentando la crisis sanitaria y a regímenes autoritarios

Las formas de organización y formas de lucha de movimientos con los que tenemos relaciones regulares en esta parte del mundo varían considerablemente de país a país. Sin embargo, todas están confrontadas con regímenes autoritarios, o incluso dictaduras, que están fortaleciéndose a través de la crisis sanitaria, así como con las nuevas responsabilidades hacia poblaciones cuya condición se ha deteriorado brutalmente como resultado de la pandemia, la negligencia de las autoridades, corrupción, y el desprecio de las élites por las clases trabajadoras. Es por esto, y en relación con la larga resistencia en Birmania, la solidaridad regional se está convirtiendo aún más importante, así como nuestro apoyo.

Respondiendo a la pandemia de Covid-19

En el sur y sureste de Asia (con la excepción muy específica de Tailandia), las autoridades no han implementado nunca políticas sanitarias efectivas en contra del coronavirus. La región completa está ahora viviendo bajo el impacto de nuevas variantes que en su mayoría aparecieron en India, incluyendo a países que se las arreglaron para bloquear o limitar la primera ola.  Actualmente está la variante Delta, pero hay otras que se avecinan, que podrían comprobarse como aún más peligrosas. Las llamadas de apoyo financiero que ahora estamos recibiendo, están enfocadas, en gran medida, a fortalecer la logística necesaria para el despliegue de apoyo multifacético a las víctimas de la pandemia -o víctimas del estado de emergencia decretado por las autoridades: distribución de bienes esenciales (alimento, salud, higiente, etc.) incluso en áreas remotas, a pesar de los confinamientos y toques de queda, informar a la población de las medidas de apoyo prometidas por las autoridades (derechos frecuentemente desconocidos por las personas implicadas); facilitar el acceso efectivo para ayudas oficiales, vacunas y tratamientos, etc.

“Los ricos no tienen nada que temer”

Bangladesh, vecino de India, ha sido golpeado duro. La asociación campesina BKF (hombres) y BKS (mujeres) escribió que:

la situación en el país se ha vuelto muy alarmante. Ya ningún distrito está protegido de la pandemia y ésta es particularmente severa en las áreas fronterizas. Miembros de la BKF-BKS están siendo afectados, especialmente en el norte. Más en general, las medidas de contención que se están aplicando de una forma inhumana, con jornaleros que pierden todo su ingreso (sin recibir ninguna asistencia), incluso vendedores de te a quienes se les prohíbe salir a la calle: ¡sus teteras y tazas son confiscadas por la policía! Los ricos, por otro lado, no tienen nada que temer, ellos pueden ir a dónde quieran y comprar lo que quieran. Este es un momento crucial.”

De hecho, la situación está emporado cada día. La tasa de infección está creciendo en zonas rurales. La preocupación es tan grande porque la estructura de salud rural está dilapidada. En las ciudades, los hospitales están saturados. Muchos de los pacientes mueren por falta de oxígeno. No hay lugares disponibles. Pacientes en condición severa y crítica hacen filas de espera afuera del hospital. Rezan para que pacientes internados en las unidades de cuidado intensivo mueran para que puedan ocupar los lugares disponibles.

El trabajo de Free Women en Indonesia estaba inicialmente enfocado en defender los derechos reproductivos de mujeres trabajadoras en el área industrial de Yakarta. Ya han ampliado su alcance de intervención después de los desastres naturales. Ahora nos informan que:

“Las integrantes de la asociación que actualmente viven en nuestro centro (en el área industrial) están bien, pero otras que han rentado viviendas alrededor de la fábrica están en una situación muy vulnerable. Al menos 15 de nuestras amigas han tenido síntomas y están actualmente en autoaislamiento con sus familias. Su ayuda nos permitirá apoyarlas con paquetes de comida y vitaminas.”

Desde que este artículo fue escrito, la epidemia de coronavirus ha empeorado drásticamente en Indonesia, el archipiélago se ha convertido en uno de los epicentros de la pandemia en Asia y la asociación Free Women ha lanzado un llamado de solidaridad internacional.1

“Vacunas gratuitas para todas”

Además de lo anterior, nuestras compañeras en Paquistán, una amplia coalición de movimientos políticos y sociales, han lanzado una nueva campaña federal llamada “Vacunas gratuitas para todas”, desde marzo pasado y han iniciado un nuevo movimiento que se extiende por todo el país, el Movimiento de los Pueblos por vacunas corona gratuitas. Las paquistaníes están activamente involucradas en llamadas internacionales para levantar las patentes privadas en las vacunas para la Covid-19 y para construir capacidades de producción autosuficiente en el sur. Han contribuido a redes regionales en el sureste asiático y en redes internacionales tales como el Foro de los Pueblos Asia-Europa (AEPF, por sus siglas en inglés). Junto con el CADTM, son parte de un amplio llamado por la cancelación inmediata en los países del sureste asiático, como una medida esencial para el desarrollo de una política de salud efectiva.

Se espera que, en muchos países de la región, la nueva ola pandémica sea más letal que la anterior, mientras que la crisis social ha empeorado. En general el número oficial de contagios y muertes por población es mucho más baja que en Francia. Obviamente hay un sesgo, pues muchas de las víctimas con origen en la clase trabajadora nunca se hicieron exámenes (que una persona pobre muera es tan normal como irrelevante) o muere primero de desnutrición, lo que evita que las autoridades monitoreen la verdadera evolución de la epidemia. En cualquier caso, también es cierto que el costo humano del Covid-19 ha sido particularmente alto. Los datos oficiales de Francia (sin sobrevalorarlo) arrojan 111,152 muertes confirmadas para el 3 de julio de 2021. Esto es considerable.

Guerra total en las Filipinas.

Después de Birmania, la situación más seria es probablemente en las Filipinas. El presidente Rodrigo Duterte es conocido por haberle dado inmunidad a las fuerzas represivas, que han multiplicado los asesinatos extrajudiciales, a raíz de su elección en 2016 (probablemente unas 20,000 muertes), todo en nombre de la “guerra contra las drogas”, que ha parecido un ajuste de cuentas y una “guerra a los pobres”. La guerra contra la epidemia ha sido parte de la misma lógica represiva. El manejo de la pandemia por parte del gobierno de Duterte ha sido militarizando. Esta lógica se ha acentuado por la adopción de la nueva ley anti-terrorista en 2020, seguida por la criminalización de la oposición política y el lanzamiento de una guerra completa en contra de los “rojos” (reales o supuestos). Después de declarar que habría que dispararle a cualquiera que viole el toque de queda, Duterte ordenó a los soldados que terminen en el sitio con cualquier “comunista” herido durante una confrontación. ¡Sin cuartel!

Iniciativas locales

El país está en recesión. Se estima que para finales del 2020 seis de cada diez hogares han pasado hambre, y que más de 5 millones de filipinos serán empujados a la pobreza si el gobierno no provee de la suficiente asistencia. Frente a la emigración de trabajadores sanitarios, que han pagado un alto precio por la pandemia (siendo desprovistos de protección), no se han tomado medidas para fortalecer el sistema hospitalario. El nuevo presupuesto mantiene la política de trabajos de infraestructura en gran escala, que son fuentes de corrupción y enriquecimiento de los ricos, en vez de invertir en salud y servicios sociales. La política de vacunación es caótica. Centrada en la región de la capital, la epidemia está en ascenso y gradualmente expandiéndose por el resto del país. De hecho, expertos han identificado a Davao (la ciudad de Duterte) como el nuevo epicentro del Covid-19 en el país -una señal temprana que se aplicará un completo manejo de militar en la ciudad como un paso para el control de los resultados de las elecciones el próximo año.

La población debe aprender a hacerle frente a la pandemia sin ayuda de la administración. Iniciativas locales se están multiplicando para organizar comedores comunitarios y asegurar la distribución de comida y ayuda. La coalición Mihands está involucrada, junto con otros, en este movimiento. Con su base en Mindanao, está conformada por unas cincuenta asociaciones, cada una de las cuales tiene su propia especialidad, que coordinan su acción para responder a todo tipo de desastres humanitarios. Esta coalición ha adquirido su propia dinámica y no es el instrumento de ningún partido. Su campo de intervención es vasto. Por ejemplo, frecuentemente tiene ha tenido que responder a un aumento de la tensión en el trabajo en la isla, incluyendo la defensa de los pueblos Lumad en las montañas, cuyos territorios ancestrales están siendo amenazados por lobbies económicos (tala y minería), el ejército y los militantes del Frente de Liberación Moro Islámico (FLMI) en la nueva entidad administrativa de Bangsamoro, que tiene mayoría musulmana. El propio PC (maoísta) Nuevo Ejercito del Pueblo (NPA) ha amenazado a las comunidades que han querido mantener su autonomía y no quieren estar bajo sus órdenes. Negociando la resolución de conflictos, treguas o acuerdos de paz es una emergencia en curso que Mihands trata de atender lo mejor que puede.

Objetivos de asesinato

Todas las organizaciones que se han comprometido en actividades perfectamente legales y progresistas por años, si no es que décadas, ahora están siendo señaladas como blancos de asesinato por el régimen de Duterte. Este es el caso de los miembros de Mihands, así como de muchos otros. La situación se está deteriorando particularmente rápido en Mindanao, pero incluso en la capital, la Universidad de las Filipinas está señalada por las autoridades como un escondite de izquierdistas, y han amenazado con la ocupación militar, en contra de la libertad académica -algo que no se había visto desde la dictadura de Marcos. Sindicalistas, abogadas, periodistas, líderes de poblaciones en las montañas, defensoras de derechos humanos o ambientales, oponentes políticos… son ejecutadas sin juicio, y otras arbitrariamente encarceladas.

Los movimientos armados clandestinos son también objetivos obviamente, incluso aquellos que no han lanzado acciones ofensivas por años. El Partido Revolucionario de los Trabajadores -Mindanao (PRT-M) y el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) que surgió del CPP-NDF. Rompieron con la dirección central del partido durante la crisis que transformó profundamente al CPP en el cambio de los 1980-1990. Otras estructuras regionales y comisiones nacionales también declararon su independencia en este momento.

Incluso antes de la ruptura, la estructura regional del CPP que fundó el PRT-M/ERP había aprendido muchas lecciones de su experiencia en las comunidades populares tanto en el centro de Mindanao, ya fueran cristianos, musulmanes o Lumad, así como de las purgas paranoicas que desgarraron al Partido Comunista a escala nacional. Cambiaron su programa y estrategia en consecuencia y su evolución continuó después de la ruptura. El PRT-M colocó una perspectiva socialista en la agenda (algo que el CPP nunca hizo). Reevaluó, en un proceso democrático, la naturaleza de su relación con la clase trabajadora en sus áreas de operación, respetando las decisiones tomadas por las comunidades, más que tratando de imponer las elecciones tácticas del partido.

Autodefensa armada

El PRT-M entendió que la lucha armada un era necesariamente, en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia, la “principal forma” del combate revolucionario. Se ha comprometido en diálogos de paz. Estos diálogos nunca se han hecho realidad, no sólo porque se habrían tenido que desarmar, y desarmarse habría significado, dada la situación en Mindanao donde operan todo tipo de grupos militarizados (desde pandillas hasta islamistas radicales), abandonando gran parte de sus zonas de origen y, por tanto, a las comunidades populares donde sus miembros viven y para quienes son una fuerza irremplazable de autodefensa.

El PRT-M y el EPR entonces se colocaron en una postura defensiva en la medida en que su zona de operaciones se convirtió en una zona de relativa paz, en comparación con lo que estaba sucediendo en otras partes de la isla. Fueron capaces de mantener una fuerza armada “no ofensiva” por mucho tiempo, a pesar de las numerosas provocaciones, sin desintegrarse o disgregarse, lo que no es algo fácil de hacer. Esto aseguró que las militantes del PRT-M / EPR no perdieran sus raíces sociales. La experiencia político-militar de este movimiento, muy poco conocido, está lleno de lecciones valiosas.

En marzo de 2021, ante a la guerra sin misericordia del régimen de Duterte, incluso contra comunidades campesinas pacíficas ahora marcadas con rojo, el PRT-M /EPR volvió a cambiar su orientación, llamando a una guerra popular y a reactivar su capacidad militar. Las bases de su política, su justificación, sigue siendo la autodefensa, pero una postura pasiva no puede ya garantizarles la protección de su propia militancia, así como de las comunidades populares o redes militantes que fueron legales pero que ahora están forzadas a la clandestinidad. Este cambio violento en la situación muestra que si el PRT-M / ERP estaba en lo correcto en adoptar una postura defensiva cuando lo hizo, también lo estuvo en no desarmarse.

Actuando a pesar de las amenazas

En ningún país de la región nuestras organizaciones hermanas operan bajo condiciones de seguridad “normales”. Ayudar a los pobres siempre ha enojado a los ricos y poderosos. En Bangladesh, las organizaciones BKF-BKS están luchado por el reconocimiento del derecho de los campesinos a ocupar amplias islas que surgen en los ríos. Algunos de sus dirigentes han terminado con heridas de gravedad en el hospital tras ser atacados por los esbirros de los grandes terratenientes.

Paquistán en estado de violencia permanente

El escenario político de la izquierda paquistaní se ha estado recomponiendo por años, con cambios generacionales, reagrupamientos y nuevas formas de convergencias de luchas. Nuestro “linaje” histórico es parte de un legado no sectario del Partido Paquistaní del Trabajo (LPP). Sus cuadros fueron al exilio o a la clandestinidad durante las dictaduras militares, pero esto sólo fue temporal. La violencia religiosa (fundamentalismo islámico), social (en las empresas y el campo), de estado (servicios secretos, ejército) y política es una constante en la realidad paquistaní. Estas formas de violencia se pueden combinar, como en Okara, donde el terrateniente es el ejército. Cuando los campesinos se movilizaron por sus derechos, fueron objeto de bloqueo militar por meses, sus líderes encarcelados, torturados y condenados por terrorismo y recluidos en una prisión de máxima seguridad. Tomó muchos años de movilización para obtener su liberación -así fue para Baba Jan, figura popular en Gilgit Balistan en las faldas del Himalaya, o en el noroeste con MP Ali Wazir.

Paquistán es un país geográficamente fragmentado donde el regionalismo es fuerte y también lo es el nacionalismo (Baluchistán), y donde en ocasiones las fronteras están en disputa. Este es particularmente el caso de Cachemira, que está dividida entre la administración paquistaní e hindú (por no hablar de la presencia China). El país es un estado permanente de guerra alrededor de la línea fronteriza y la situación sólo está empeorando con las ambiciones territoriales del Primer Ministro Modi en India y la extrema derecha hindú.

Uno de los más grandes logros de la izquierda militante en Paquistán es que haya sido capaz de desarrollar un sentido de solidaridad que rompe con las divisiones tradicionales en el país. Ha enfrentado a la represión con movilizaciones democráticas de masas y con la habilidad de hacer campaña en defensa de activistas encarcelados. Están mostrando un destacable dinamismo en una situación que se mantiene incierta.

Lucha regional sobre Birmania

No teníamos contactos en Birmania hasta que el país se sumergió en su mayor crisis tras el golpe de estado del 1 de Febrero y el anuncio de la fallida “transición democrática”. Desde entonces, el número de personas asesinadas por el ejército se acerca al millar y la resistencia armada se está esparciendo gradualmente a través de las regiones bajas y no solo en los territorios casi inhabitados por las minorías étnicas.

Resistencia multifacética

La población también está enfrentando una nueva ola de Covid-19, trabajadores sannitarias se han desvinculado del ejército y el programa de vacunación del gobierno civil se ha paralizado. Como en muchos países, la pandemia es una oportunidad para que la junta intente fortalecer su mordaza en la sociedad a costa de la efectividad de las políticas de salud- como en muchos otros regímenes con más o menos tendencias autoritarias (incluyendo Europa). Actualmente, no hay vacunación en el país, empujando a gobiernos extranjeros y embajadas a procurarse de sus propias vacunas para su personal y sus connacionales viviendo y trabajando ahí.

Los gobiernos de los vecinos de Birmania apoyan a la junta en el gobierno: la India de Modi, los generales de Tailandia, la China de Xi Jinping… Esta alianza de regímenes reaccionarios se ha encontrado con la solidaridad de movimientos progresistas en la región. Todas nuestras camaradas en la región consideran que el resultado del conflicto birmano, que ahora está prefigurándose como largo y difícil, tendrá profundas consecuencias geopolíticas y que la resistencia birmana debe de beneficiarse de la más amplia solidaridad internacional.

La situación hoy en Birmania es tan compleja como fluida, particularmente en los estados de minorías étnicas. Sin embargo, se han dado importantes pasos adelante con la formación del Gobierno de Unidad Nacional y las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF) entre muchas resistencias armadas locales descoordinadas. Gracias a nuestra red regional de camaradas que ahora puede dar seguimiento a los acontecimientos de cerca, podemos hacerles llegar apoyo financiero a grupos de resistencia activos.

La crisis climática

Una última palabra sobre las consecuencias coordinadas de la crisis climática, que son particularmente serias en la región, y la activación del anillo de fuego del Pacífico, que ha llevado a un incremento y mayor frecuencia de tifones violentos, erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis, especialmente en los archipiélagos filipinos o indonesios, que también están siendo amenazados por el aumento en el nivel del mar. Gran parte de Bangladesh podría estar bajo el agua mañana. Por distintas razones, la capital indonesia de Yakarta está lentamente hundiéndose y un barrio tras otro se estará sumergiendo.

Al sureste asiático no se le perdona nada. Los desastres humanitarios (ya sean causados por guerras, desastres naturales, etc.) se están acumulando y están multiplicando sus efectos en detrimento de los pueblos. Los movimientos de activistas deben de responder a la crisis global multifacética que sólo puede empeorar. Necesitan de nuestra ayuda para responder.

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