El Parlamento de la Unión Europea fue reelegido el pasado domingo, lo que provocó un aumento de los partidos de derechas en el seno del PPE y, sobre todo, un incremento significativo de las listas de extrema derecha en varios países.
Los 720 miembros de este Parlamento son elegidos por sufragio universal directo. En la práctica, la autoridad de este órgano es débil, a pesar de ser el órgano legislativo oficial de la UE, que ahora comprende 27 Estados europeos, tras la salida de Gran Bretaña en 2020. El verdadero poder político de la UE reside en dos órganos. El primero es la Comisión, que es el "gobierno" de la Unión. Su ejecutivo está formado por 27 miembros, cada gobierno nacional nombra un comisario para este órgano, y tiene poder para redactar y presentar leyes al Parlamento Europeo. El otro órgano importante es el Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado o Primeros Ministros de cada Estado miembro. Este órgano establece las principales prioridades de la UE, incluida su política exterior.
Durante décadas ha disfrutado de una mayoría estable entre el partido conservador de derechas PPE, el partido socialdemócrata S&D y, más recientemente, el pequeño grupo centrista y liberal Renovemos Europa. Estos tres partidos reúnen 403 eurodiputados en el nuevo Parlamento.
Esta amplia mayoría garantizará la continuidad del apoyo a las políticas ultraliberales, la erosión de los derechos sociales, las regulaciones que crean precariedad laboral y la destrucción de los servicios públicos. Estas políticas van acompañadas de una política racista e inhumana hacia los migrantes, el apoyo a la política criminal de Israel y su guerra genocida contra el pueblo palestino, y el aumento de las políticas armamentísticas militaristas con el pretexto de apoyar a Ucrania.
Pero más allá de la aparente estabilidad de la mayoría liberal, estas elecciones al Parlamento Europeo han revelado cambios en el panorama político de la Unión Europea. En Francia y Alemania, los Estados más importantes de la UE, se ha producido un descenso espectacular de las listas que apoyan a los gobiernos en el poder y un ascenso de la extrema derecha. La primera consecuencia, en Francia, es el inicio de una crisis política duradera. En 17 de los 27 países de la UE, la extrema derecha está en alza, tras varias elecciones nacionales.
En varios países, la extrema derecha está claramente en cabeza: el RN en Francia con más del 30%, el FPÖ en Austria con el 25,4%, duplicando su número de diputados, y los Fratelli d'Italia en Italia con el 28,6%. El PVV de Geert Wilders obtuvo 6 escaños en los Países Bajos y la AfD 6 en Alemania, con un claro liderazgo en los Länder orientales. En Bélgica, Portugal y España, estas fuerzas de extrema derecha consolidan sus posiciones (aunque en Portugal, Chega sólo obtuvo la mitad del porcentaje que en las elecciones generales de marzo).
En total, los dos grupos que agrupan a los partidos reaccionarios nacionalistas y de extrema derecha, CRE e ID, obtuvieron 13 escaños más, con lo que suman 131 en total.
Por el contrario, el grupo centrista Renew Europe (que incluye al VVD holandés, Open VLD, el partido del dimitido primer ministro belga Alexander De Croo, el FDP alemán y el partido de Macron) perdió 21 escaños. Del mismo modo, el grupo de Los Verdes perdió 19 escaños, con caídas significativas en Alemania y Francia. En varios países, los partidos Verdes no lograron distinguirse lo suficiente de las políticas proausteridad y antiambientales de los principales partidos gubernamentales.
Estas tendencias se producen en un momento en que la extrema derecha está en el gobierno en varios países, como Italia, Hungría y los Países Bajos, y forma parte de coaliciones en Finlandia, Eslovaquia y Suecia. En la actualidad, cada vez hay más vínculos entre la derecha conservadora europea y la extrema derecha, sobre todo en materia de políticas migratorias y tendencias autoritarias. Desgraciadamente, las fuerzas de izquierda no han logrado hasta ahora construir en toda Europa una alternativa a las políticas de gestión liberal de la socialdemocracia, capaz de movilizar al electorado popular. Así pues, lo que está en juego en los próximos meses es crucial.
Para la izquierda anticapitalista europea, organizar una lucha unida contra la extrema derecha es una tarea central. Para ello, promovemos estructuras de frente único a escala nacional y local, basadas en la autoorganización y las luchas locales como elemento clave del frente único. Es vital y urgente construir esta respuesta de frente único al ascenso de la extrema derecha, que va de la mano del ascenso de gobiernos autoritarios y racistas, y encontrar la mejor manera de derrotarla en el escenario electoral.
En este sentido, la creación en Francia del Nuevo Frente Popular es un mensaje de esperanza y de responsabilidad, en un momento en el que, en una maniobra suicida, Macron ha decidido, tras su derrota, disolver la Asamblea Nacional, extendiendo una alfombra marrón para la llegada del Rassemblement National y de la extrema derecha que, en sus variantes, acaba de reunir casi el 40% de los votos. Derrotar el avance de la extrema derecha, en las movilizaciones y en las elecciones, es una tarea central de este periodo histórico. El ascenso de la extrema derecha es un síntoma de un capitalismo en profunda crisis. Derrotar a la extrema derecha requiere la unidad de la clase obrera, pero también la ruptura con un capitalismo destructor, ecocida, autoritario y racista.
el 16 de junio 2024