Chile, 50 años después de la ignominia El neoliberalismo a punta de metralla

El golpe de Estado contra el gobierno del presidente chileno Salvador Allende, del que este año se cumple medio siglo, cerró, con una violencia brutal, el camino que varios países de América Latina construían hacia un Estado de Bienestar y una soberanía sobre sus recursos naturales. Chile adelantó lo que iría ocurrir en el mundo en los diez años siguientes: la contra ofensiva del imperialismo, especialmente el estadounidense, contra las políticas redistributivas del ingreso, un desarrollo industrial endógeno y la construcción de lo que se llamó el Estado de Bienestar, explica Éric Toussaint, fundador del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (www.cadtm.org) y miembro del consejo científico de la Asociación para la Tributación de las Transacciones Financieras y Ayuda ciudadana (ATTAC) de Francia.

Cincuenta años más tarde, el golpe contra el gobierno legítimamente elegido de Salvador Allende marca un punto histórico: la imposición de un modelo, que conocemos como neoliberal, mediante el uso de una violencia brutal contra las clases populares, agrega en una entrevista concedida a La Jornada.

«El modelo neoliberal, sea versión Pinochet en Chile; Carlos Menem en Argentina, o Carlos Salinas de Gortari en México, desembocó en un fracaso, a pesar de todo el discurso sobre el supuesto milagro económico. Desde una perspectiva histórica, eso representó para América Latina la privatización y la reprimarización  (o sea la regresión de una economía, que después de haber tenido un proceso de industrialización diversificada, va hacia una mayor dependencia con respecto a sus exportaciones de materias primas como el petróleo, el gas, los minerales sólidos, y los productos agrícolas)» de sus economías, apunta Toussaint, crítico de las políticas de los organismos financieros internacionales con respecto a los países del Sur, internacionalista y activista de movimientos como el Foro Social Mundial.

El golpe de Estado contra Salvador Allende impuso un modelo económico contrario a los intereses de las clases populares

Con el régimen dictatorial de Augusto Pinochet, el general que encabezó el golpe contra el presidente Allende, se inauguró la ola neoliberal y la puesta en marcha de un modelo económico y político. Chile fue, según Toussaint, el laboratorio de la imposición de ese modelo, basado, entre otras cuestiones, en reducir la intervención del sector público en la regulación de las actividades económicas, la privatización de los recursos estratégicos y la transferencia a empresas privadas de servicios como la salud o la educación .

En materia de políticas económicas, el golpe militar chileno se desarrolló en un contexto específico, de acuerdo con Toussaint: las décadas previas habían estado marcadas por las políticas de promoción del crecimiento y del desarrollo desde el Estado, puestas en marcha al término de la Segunda Guerra Mundial en los países del Norte. En ese entorno, economistas como Milton Friedman, que formó, en la Universidad de Chicago, a los principales economistas que llevaron a la práctica el modelo económico de la dictadura chilena, o «pensadores reaccionarios, inspirados por la llamada Escuela Austriaca, que esperaban, a inicios de los años 1970, terminar con un periodo de más de tres décadas de «Estado de bienestar» —según las regiones— apoyando el cambio neoliberal que, en el caso de Chile, fue literalmente impuesto a punta de metralleta.»

Las políticas establecidas en Chile, a partir de 1973, «tenían por objetivo acabar con un periodo de alrededor de 35 años, según las regiones, de políticas keynesianas tanto en el Norte como en el Sur  ; políticas que afirmaban, al mismo tiempo, una cierta autonomía frente al imperialismo y ofrecían concesiones por parte de las clases dominantes con respecto a las clases populares. Me refiero a un período que, en América Latina, incluye a Lázaro Cárdenas en México, Juan Domingo Perón en Argentina, y en Brasil, Getulio Vargas seguido de Juscelino Kubitschek y João Goulart. Por lo tanto, vemos que Chile fue un precursor de lo que iba a pasar en los años siguientes al golpe de Estado. Y esa fecha nefasta es un dato histórico porque marca el comienzo de la generalización de la contraofensiva a las políticas keynesianas de promoción del desarrollo desde el Estado y a las políticas de un desarrollo propio desde la región, como planteaba la CEPAL.»

El golpe de Estado de Pinochet fue «el inicio de un viaje hacia el infierno neoliberal», que tuvo otra etapa con la llegada al poder de Margaret Thatcher en el Reino Unido, en 1979, y de Ronald Reagan a la Casa Blanca, en 1980. «Se trata de un cambio histórico, la imposición de un modelo económico mediante el uso de una violencia brutal contra las clases populares y los movimientos de izquierda, como también ocurrió en Uruguay y Argentina». Y agregó «que fue un periodo terrible en cuanto a la represión en América Latina. Así que por eso hablamos de un modelo económico, el modelo neoliberal, con una dimensión política muy clara, conservadora y acompañada de una represión masiva, realizada por las fuerzas armadas en Chile y Argentina».

El golpe de Estado de Pinochet fue «el inicio de un viaje hacia el infierno neoliberal»

Éric Toussaint remarca el hecho de que el golpe de Estado en Chile estuvo apoyado no sólo por Estados Unidos, su ejército y sus organismos de inteligencia y espionaje, sino también por instituciones financieras internacionales tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

-¿Cuáles fueron los intereses económicos que crearon las condiciones o respaldaron el golpe contra el presidente Allende?

–Una de las razones del derrumbe del gobierno de Allende fue la nacionalización del cobre. Eso afectó a grandes corporaciones estadounidenses que presionaron al gobierno de Estados Unidos y alentaron a los militares de la derecha chilena. Después, se comenzó a implantar el modelo a partir de las privatizaciones masivas, de la «reprimarización» de la economía, de la liberalización de las inversiones y del aumento de la deuda externa. Todo con la idea de que para atraer las inversiones había que privatizar y aprobar leyes para «proteger» esas inversiones contra cualquier nacionalización. Con el paso de los años, los responsables de la política económica de muchos países de América Latina llegaron a afirmar que no había otra vía más que la prosecución de esas políticas económicas.

América Latina privatizó sus economías y se convirtió en un exportador neto de materias primas, a pesar de que, en las décadas precedentes al golpe de Estado, un proceso de industrialización se estaba desarrollándose en varios países
«Yo diría que no había otro camino hacia el infierno. Recorrerlo estuvo acompañado de una fuerte propaganda sobre el supuesto milagro del modelo chileno, como luego hubo propaganda sobre el supuesto milagro de Salinas de Gortari, a comienzos de 1990, en México. Pero todos estos modelos fracasaron. En Chile, hubo una crisis generalizada de los bancos, bajo la dictadura de Pinochet, y tuvieron que ser rescatados, como en México, Ecuador y otros países. América Latina privatizó sus economías y se convirtió en exportador de materias primas o sede de maquilas, a pesar de que en las décadas previas al golpe había un proceso de industrialización en marcha en varios países. (Las maquilas son fábricas donde se realizan solamente montajes con piezas importadas, por ejemplo el caso de automóviles cuyas piezas se fabrican en otros países, y en la maquila se hace el montaje con obreros y obreras infrapagados y con escasa formación, cuyo destino es la venta en países desarrollados. Nota de Éric Toussaint)

–¿Qué ocurre ahora con esa forma de pensar la política económica?

–El rechazo masivo a las políticas neoliberales por la mayoría de las clases populares de los países de América latina comenzó a expresarse claramente después de las dictaduras y la crisis de la deuda de los años 1980. Se pueden citar la rebelión en Venezuela en 1989 (conocida como el Caracazo), movimientos como el de los zapatistas en México (a partir de 1994) y las elecciones de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, y Evo Morales, en Bolivia, entre finales de los años 1990 y el inicio de este siglo. Su estrategia en común era retomar el control de los recursos naturales como el petróleo y el gas. Recientemente podemos citar las victorias electorales de Andrés Manuel López Obrador en México, Alberto Fernández en Argentina, y más recientemente, las de Gabriel Boric, Gustavo Petro y Lula, en Chile, Colombia y Brasil, respectivamente.

Hay una nueva ola de gobiernos progresistas, pero no se ve una ruptura con el modelo económico
Hay una nueva ola de gobiernos progresistas, pero no se ve una ruptura con el modelo económico. Lo que hacen es poner en marcha políticas de asistencia y de ayudas públicas para los sectores más pobres de las clases populares que, sin duda, son medidas importantes, pero no existe una voluntad real de aportar un cambio estructural.

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Fuente: Diario mexicano La Jornada, del viernes 1 de septiembre de 2023.

Revisión: Griselda Piñero Delledonne.

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