Las elecciones presidenciales: un indicador de la crisis política francesa

La campaña para las elecciones presidenciales del 10 y 24 de abril es un nuevo indicador de la crisis política francesa. A juzgar por las encuestas, ni el PS ni los republicanos, los dos grandes partidos que se alternaron en el poder bajo la Quinta República, deberían superar el 10% de los votos. Esta situación es el resultado de una crisis de representación, que se manifiesta en una creciente desconfianza hacia la clase política y los grandes medios de comunicación. Lejos de permitir un despertar de la conciencia de clase, está producida por un gran confusionismo, que alimenta la derechización del campo político.

Esta se hace en primer lugar en beneficio del presidente saliente, Emmanuel Macron. Exministro de François Hollande, Macron fue elegido en 2017 en una línea social-liberal, antes de convertirse en la encarnación francesa de un supuesto thatcherismo. Su programa es el de una gran ofensiva contra la clase obrera: paso de la jubilación de los 62 a los 65, supresión en la educación nacional de la condición de funcionario, rearme militar, condicionamiento de las ayudas sociales a los desempleados al ejercicio del trabajo obligatorio, etc. . Situado actualmente en torno al 27-28% de los votos, a Macron se le supone vencedor en la segunda vuelta, lo que le ha llevado a negarse a participar en cualquier debate durante la campaña, una estrategia que le ha resultado rentable por el momento.

Durante la campaña, la extrema derecha emergió como la principal alternativa a Macron, mientras la candidatura de Zemmour la desafiaba. Columnista de Le Figaro, un periódico de la burguesía francesa, Zemmour fue impulsado por una fracción de la clase media alta, en particular por el multimillonario Vincent Bolloré, dueño de un imperio mediático. Su candidatura pretendía ofrecer a la extrema derecha un candidato creíble, con posibilidades de llegar al poder, superando el rechazo provocado por Marine Le Pen, candidata histórica de la extrema derecha. Para atraer al electorado de Le Pen, Zemmour encabezó una campaña abiertamente racista, que encontró una gran resonancia en los círculos de extrema derecha. Le Pen, sin embargo, supo aprovechar la radicalización de Zemmour para dar credibilidad a su propia candidatura. Situada hoy entre el 20 y el 22% de las encuestas, aventaja en 10 puntos a Zemmour y debería llegar a una segunda vuelta frente a Macron. En esta hipótesis, se le atribuye en torno al 45% de los votos, nivel que le otorga pocas posibilidades de ser elegida, pero suficiente para que no se descarte la hipótesis de su llegada al poder.

Durante estas elecciones, la izquierda se ha visto reducida a un nivel históricamente bajo, reuniendo solo del 25 al 30% de los votos dispersos en torno a una multitud de candidatos. También ha tenido dificultades para resistir los vientos de derecha, como el Partido Comunista, que buscó oponerse a la candidatura de Jean-Luc Mélenchon, presentando a su secretario general, Fabien Roussel. Para desbancar a Mélenchon, Roussel encabezó una campaña populista de muy bajo nivel, que tuvo poco eco y desacreditó un poco más al PC en los círculos militantes. Dejando en un segundo plano sus posiciones soberanistas y populistas de más diferenciación, Mélenchon ha logrado consolidarse como el candidato del reagrupamiento, ly uego como el del voto útil de la izquierda, desarrollando un programa de izquierda lo suficientemente moderado como para parecer creíble. Partiendo del 8%, ahora ronda el 15% de los votos, lo que parece insuficiente para permitirle llegar a la segunda vuelta.

La izquierda revolucionaria nunca ha podido ocupar un lugar importante en estas elecciones. Candidata de Lutte Ouvrière, Nathalie Arthaud lideró su habitual campaña por el comunismo y se le atribuye el 0,5% de los votos. Dirigida por Philippe Poutou, la candidatura del NPA tuvo grandes dificultades para superar el obstáculo antidemocrático de patrocinar a 500 funcionarios electos. Privada durante mucho tiempo del acceso a los medios, también se ha topado con la subida del voto útil a Mélenchon, lo que hoy la lleva a situarse en el 1 o el 1,5% en las encuestas. No obstante, la campaña de Poutou ha recibido verdadera simpatía, como lo demuestran la afluencia que suscitan sus mitines. Permite que el NPA atraiga a una nueva generación de activistas, así como el pequeño eco necesario para estimular un reagrupamiento de activistas anticapitalistas, que pueda hacer frente a los ataques que sufrirán las clases trabajadoras después de esta elección.

4 de abril de 2022

Traducción fourth.international

Laurent Ripart