Una victoria sorpresa y una prórroga frente a RN

El Nuevo Frente Popular (NFP), coalición construida en pocos días por los partidos de izquierda (que se presentaron por separado en las últimas elecciones europeas), acaba de obtener 182 escaños en la Asamblea Nacional, dejando atrás al bando macronista, con 168 escaños y a Rassemblement National (RN) y sus aliados, con 143.

Se trata de una inversión espectacular de la situación [en relación a la primera vuelta de las elecciones] en la que hemos pasado de la amenaza de una mayoría absoluta de la extrema derecha sobre el aparato del Estado a una mayoría relativa de la izquierda en la Asamblea, elegida sobre la base de un programa de ruptura con las políticas neoliberales. Este cambio de tendencia no puede entenderse sin analizar la movilización masiva de las fuerzas militantes del movimiento obrero y democrático frente a la extrema derecha que, en un primer momento, dio lugar a la formación de este Nuevo Frente Popular (con La France Insoumise (LFI), Europe Ecologie Les Verts (EELV), el Partido Socialista, el Partido Comunista y otros, incluido el anticapitalista NPA) y, después, a una gran movilización en las urnas y a una votación muy concurrida para rechazar a la extrema derecha.

Tras haber obtenido el 31,34% de votos en las elecciones europeas del 9 de junio, Rassemblement National obtuvo más del 33% de los votos en la primera vuelta de las elecciones del 30 de junio, y todo hacía pensar que obtendría un número muy elevado de escaños en la segunda vuelta, ya que todos los sondeos le daban más de 200 electos y electas y, posiblemente, incluso la mayoría absoluta de 289 escaños.

En Francia, las y los candidatos se eligen por sufragio universal en las 577 circunscripciones del país. Básicamente, si nadie obtiene el 50% de los votos emitidos en la primera vuelta, hay una segunda vuelta al cabo de una semana, a la que pueden presentarse quienes hayan obtenido más del 12,5% de los votos emitidos en la 1ª vuelta. Las y los candidatos también pueden retirarse espontáneamente en los dos días siguientes a la 1ª vuelta. En la votación del 30 de junio 76 diputados y diputadas resultaron electos en la 1ª vuelta. De las 501 circunscripciones restantes, sólo en 191 se planteaba una segunda vuelta con dos alternativas, ya que el resto quedó por debajo del umbral del 12,5%. Pero en 310 circunscripciones seguían en liza tres o incluso cuatro candidaturas. RN y sus aliados (los Republicanos en torno a Éric Ciotti, Presidente del partido) obtuvieron 39 escaños en la 1ª vuelta y lideraban en las 260 circunscripciones restantes. Por tanto, en caso una segunda vuelta a tres, era muy probable que RN obtuviera una amplia mayoría de estos escaños. La noche del día 30, el NFP anunció con una sola voz que retiraba a sus candidatos allí donde estaba en tercera posición, para evitar la elección de candidatos o candidatas de extrema derecha. Durante toda la noche del domingo y el lunes, el bando macronista vaciló, negándose explícitamente a llamar al desistimiento frente a la extrema derecha, con varias voces, como la del ex primer ministro Edouard Philippe y el presidente de la Asamblea Nacional Yaël Braun Pivet, manteniendo un rechazo paralelo a la RN y la LFI. Finalmente, el martes por la noche, bajo presión, se retiraron 81 de los 95 candidatos de Ensemble clasificados en tercer lugar, lo que elevó a 221 el número total de desistimientos frente a RN.

En los días posteriores a la 1ª vuelta asistimos a un verdadero activismo de las fuerzas militantes, sindicatos y asociaciones del movimiento obrero y democrático, para hacer frente a RN e impedir que llegara al poder. Esto se materializó en llamamientos, manifestaciones y, sobre todo en las redes sociales, en una denuncia espectacular de lo que significa RN, una fuerza de extrema derecha nacida de corrientes fascistas francesas y que desarrolla, al igual que sus colegas europeos del grupo Identidad y Democracia1, una política racista que atenta contra los derechos sociales y democráticos.

Entre las dos vueltas, militantes y dirigentes de RN, confiados en la victoria, se soltaron la melena sin ningún miramiento, y el barniz de respetabilidad que llevaban meses luciendo en los medios de comunicación empezó a resquebrajarse. Aumentaron los comentarios y ataques racistas en ciudades y barrios, RN declaró que su primera batalla sería contra las y los ciudadanos franceses con doble nacionalidad, diciendo que eran inelegibles para ocupar cargos públicos… Por ejemplo, en su opinión, la ex ministra de Educación de Hollande, Najat Vallot-Belkacem, nunca debería haber ocupado el cargo, ya que es franco-marroquí. Del mismo modo, las redes sociales y los medios de comunicación independientes pusieron al descubierto que decenas de candidatos RN exhiben símbolos nazis, son responsables de acciones violentas o hacen comentarios abiertamente racistas.

En pocos días, Gabriel Attal, Primer Ministro saliente, tuvo que dar un giro de 180°. Tras haber pasado la campaña de la primera vuelta estigmatizando al NFP, criminalizando a La France Insoumise, "antisemita que se niega a llamar terrorista a Hamás" y equiparar "los extremos", tuvo que hacer un llamamiento claro pidiendo que se derrotara a los candidatos de RN y a la "amenaza de la extrema derecha" en todas partes.

Al final, se impuso la realidad de que RN es una fuerza que representa un peligro no sólo para los derechos y la seguridad de las clases trabajadoras racializadas, sino también para los derechos y la seguridad de las mujeres, las personas LGBTQ+, las libertades democráticas y todos los derechos sociales. El profundo carácter antisemita y antisocial de RN fue denunciado con contundencia, rompiendo con un clima de resignación y benevolencia destilado en particular por los medios de noticias que están en manos de unos pocos multimillonarios franceses.

Si Macron y sus candidatos hubieran aparecido como la única alternativa a RN, esta oleada nunca se habría producido. Además, Macron ya se estaba posicionando como el presidente heroico que se enfrentaba a un gobierno de RN después de haber creado él mismo la posibilidad de que llegara al poder. La dinámica de rechazo fue posible gracias a la existencia del NFP, que surgió como alternativa a la RN; y su consolidación fue posible gracias a la dinámica del movimiento social, en particular de la CGT. La noche del anuncio de las elecciones legislativas anticipadas, Sophie Binet, secretaria de la CGT, hizo un llamamiento a la creación de un frente popular contra la extrema derecha. Esta movilización social se tradujo en un llamamiento intersindical conjunto (CGT, CFDT, FSU, Solidaires y UNSA) para que la gente votara contra la extrema derecha.

La movilización del voto contra las y los candidatos de RN el 7 de julio superó todas las previsiones y sondeos de opinión; los desistimientos no provocaron un descenso de la participación y las transferencias de votos perjudicaron ampliamente a RN. La extrema derecha sigue siendo masivamente rechazada en el país, y una mayoría de votantes no estaba dispuesta a dejarles llegar al poder político.

Pero incluso bajando a 143 diputados, el bloque de RN ha conocido, sin embargo, una progresión significativa: logra 50 escaños más, lo cual está por debajo de su peso electoral al tener sólo el 25% de los escaños tras haber obtenido el 33% de los votos.

El Nuevo Frente Popular es, pues, el primer grupo de la Asamblea Nacional, y representa, junto con los distintos partidos de izquierda, alrededor de 190 escaños. Sin embargo, nada está decidido.

El Nuevo Frente Popular reivindica legítimamente el derecho a obtener el Primer Ministro [y formar gobierno], ya que el Presidente de la República debe, de acuerdo con la práctica institucional desde 1958, nombrar a un representante del grupo que haya resultado vencedor en las elecciones legislativas. Esto no debería ser cuestionado, pero, como siempre, Macron no quiere reconocer sus fracasos políticos, y argumenta que el NFP no tiene mayoría absoluta en la Asamblea, ya que la izquierda sólo cuenta con 190 escaños, y maniobra para impedirlo. Sin embargo, él mismo ha gobernado desde junio de 2022 con una mayoría relativa de 250 escaños, imponiendo sus políticas con decretos y artículos 49-3 que evitaron el voto en la Asamblea.

Así pues, los macronistas querrían interponerse en el camino del NFP al gobierno actuando como si ellos mismos tuvieran mayoría, intentando construir, ex nihilo, a partir de retales, una nueva coalición ficticia, de geometría variable según las diferentes hipótesis planteadas por los dirigentes de Ensemble: una alianza de Ensemble (163 escaños) con el pequeño grupo de LR (Les Républicains, 66 escaños), o también la hipótesis de un frente de centro-derecha e izquierda sin LFI, con socialistas y ecologistas, aliado con los macronistas.

Evidentemente, hoy en la Asamblea Nacional hay un bloqueo de Macron, pero también un problema más general, debido al funcionamiento institucional de la V República francesa, creada para evitar coaliciones parlamentarias y soldar campos mayoritarios en torno al presidente, a partir del escrutinio uninominal. Desde 1958, el sistema gaullista rechaza las alianzas parlamentarias con las que funcionaba la IV República, imponiendo mayorías construidas en torno al partido presidencial. Después, a partir de 1986, el sistema tuvo que evolucionar, aceptando cohabitaciones entre un presidente de izquierdas o de derechas y mayorías parlamentarias opuestas. Pero el sistema nunca ha permitido coaliciones formadas por varios partidos que negocien en torno a un programa de gobierno, relegando al Presidente de la República a un papel secundario. Además, Macron sigue imaginando organizar una pseudo mayoría en la que él seguiría siendo el director de la orquesta. El lunes por la mañana, volvió a nombrar Primer Ministro a Gabriel Attal. Tras haber perdido cerca de 100 escaños, una pérdida que habría sido mucho mayor sin desistimiento de votos de la izquierda en la segunda vuelta, Macron querría aparecer victorioso en estas elecciones sin reconocer su propia derrota. Veremos cómo se desarrolla este tira y afloja en los próximos días.

El Nuevo Frente Popular resiste

Hasta ahora, los partidos del NFP han resistido a las fuerzas centrífugas que llevaron a la ruptura de la NUPES hace un año, como fruto de la presión del movimiento social y de la amenaza de RN. A pesar de todos los esfuerzos de los medios de comunicación al servicio del poder de Macron, los representantes de los cuatro partidos que forman la columna vertebral de la coalición llevan quince días hablando con una sola voz y evitando cualquier iniciativa discordante. Está claro que en los próximos días se va a ejercer la máxima presión sobre los dirigentes del PS, EELV e incluso el PCF, y sobre figuras de LFI como François Ruffin, para intentar romper este frente.

Hasta ahora, los dirigentes tanto del PS como de EELV han comprendido que ceder a los cantos de sirena del social-liberalismo o a un dudoso acuerdo con Macron significaría volver a caer en los surcos que hicieron florecer a la extrema derecha y llevaron a la crisis a varios partidos Verdes a nivel europeo.

La presencia de François Hollande como diputado del NFP no le ha hecho más de izquierda. El programa del NFP, sin ser un programa de ruptura con el capitalismo, se centra en las reivindicaciones sociales sobre salarios, precios y servicios públicos, en particular, que son una prolongación de las movilizaciones de los últimos años y corresponden a las reivindicaciones del movimiento social y a las necesidades de las clases trabajadoras frente a los estragos causados por el capitalismo liberal. Esto es lo que han entendido la gran mayoría de los componentes de este movimiento social y sindical, incluso sus componentes más radicales, y es también el sentido que da el NPA l’Anticapitaliste a su participación en el NFP, con la candidatura de Philippe Poutou en el Aude. Por razones de identidad, grupos como Lutte Ouvrière, el POID, Révolution Permanente y el NPA Révolutionnaire se han situado al margen del movimiento en las últimas semanas, pero esto no se corresponde con una postura generalizada en los círculos militantes, incluso en los círculos radicales, que comprendían la situación de emerrgencia y no mezclaban las etapas. Este fue el caso, por ejemplo, de la postura de la Union Communiste Libertaire.

El NFP ha afirmado que, si llega a formar gobierno, sus primeras decisiones serían aumentar el salario mínimo interprofesional (SMIC) de 1.400 a 1.600 euros netos, aumentar un 10% el salario de las y los funcionarios, indexar los salarios a los precios, y derogar la reforma de las pensiones que situaba la edad de jubilación a los 64 años impuesta por Macron hace un año, así como introducir la congelación de los precios de primera necesidad y aumentar un 10% el subsidio de vivienda. Evidentemente, esto sería un paso positivo.

Nadie puede predecir lo que nos depararán las próximas semanas en términos de gobierno o de nuevos giros.

En cambio, algunas cuestiones son importantes, empezando por el mantenimiento del Nuevo Frente Popular como coalición política unificada en torno a un proyecto político y a un programa de ruptura con el sistema, aunque este programa sea limitado en sus propuestas de desafío al sistema (nada, entre otras cosas, sobre la propiedad pública de sectores clave de la economía). Del mismo modo, no habrá avances sociales ni resistencia a todos los bloqueos que pondrán en marcha las fuerzas liberales si el NFP no se amplía más allá del marco electoral hacia un agrupamiento, un frente político, en las ciudades y en los barrios, sobre todo allí donde RN aparece a los ojos de sectores de las clases trabajadoras como defensor de sus condiciones de vida. El movimiento social también tendrá que seguir desempeñando un papel político directo y ayudar a construir un frente común de fuerzas políticas y sociales capaz de frustrar el avance de RN.

Por supuesto, se ha frenado el avance de RN en la Asamblea, pero eso no significa que su influencia en la sociedad haya disminuido. La acción antifascista, la movilización antirracista y la denuncia de la verdadera naturaleza de RN son esenciales en los próximos meses; desarraigar a RN de su base popular exigirá construir un proyecto político y social basado en las necesidades sociales para combatir las ideas del capitalismo liberal y las políticas liberales, securitarias y racistas de las que se nutre la extrema derecha en Francia y en Europa; un proyecto que se haga escuchar y que hay que organizar. Si una alternativa antiliberal y anticapitalista no se hace oír entre las clases trabajadoras, no habrá barrera duradera frente a Rassemblement National.

9/07/2024

 

  • 1El 8 de julio, Rassemblement National -que cuenta con 30 eurodiputados, la primera delegación de representantes electos en Estrasburgo- se unió al grupo Patriotas por Europa, que reúne a: Fidesz del primer ministro húngaro Viktor Orban, al ultraderechista austriaco FPÖ (Freiheitliche Partei Österreichs), al PVV (Partij voor de Vrijheid-Parti pour la liberté) de Geert Wilders, ANO (Akce nespokojenych obcanu-Action des citoyens mécontents, ANO significa Sí en checo) liderada por el ex primer ministro checo Andrej Babis, Vox de Santiago Abascal (España), Chega de André Ventura (Portugal), el Partido Popular Danés (Dansk Folkeparti), el partido independentista flamenco Vlaams Belang y la Lega de Matteo Salvini. Jordan Bardella es Presidente de Patriots for Europe. El grupo tiene 84 eurodiputados, el PPE 188 y el grupo socialdemócrata 136 (Al'Encontre).

Léon Crémieux