Declaración del Buró ejecutivo de la Cuarta Internacional
1. Antes del amanecer del 24 de febrero de 2022, el ejército ruso comenzó su invasión de Ucrania, bombardeando el interior del país y atravesando las fronteras del norte, el este y el sur del país, en dirección a la capital, Kiev. Esta agresión ya ha provocado muchas muertes, tanto civiles como militares. El ejército y la población ucraniana se defienden, varias ciudades resisten al agresor. Cientos de miles de ucranianos se han exiliado, pero la resistencia continúa. El pueblo ucraniano resiste, con y sin armas.
El reconocimiento por parte del Kremlin, tres días antes, de la "independencia" de las llamadas "repúblicas populares" de Donetsk y Lugansk, y la entrada oficial del ejército ruso en su territorio, no fue más que el preludio de la invasión destinada a la sumisión total del país vecino.
Se trata de una invasión militar del territorio de una antigua nación oprimida por parte de un régimen capitalista oligárquico, autocrático e imperialista cuyo objetivo es la reconstitución del imperio ruso.
2. Putin no ha ocultado su nacionalismo gran ruso y desde 2014 ha dado pasos concretos para atacar la soberanía de Ucrania. Su narrativa chovinista y pseudohistórica, que culpa a la Revolución de Octubre de 1917 de haber constituido "tres pueblos eslavos distintos: Rusia, Ucrania y Bielorrusia, en lugar de la gran nación rusa", no es una invención reciente.
La invasión de Ucrania sigue una gran política chauvinista e imperialista rusa que se ha desarrollado en diferentes contextos y fases desde la desintegración de la URSS: desde la utilización de una "guerra energética" (jugando con los precios y los oleoductos alternativos), hasta la instrumentalización de conflictos de minorías nacionales como en Moldavia (con la formación de la "República de Transnistria" con el apoyo del ejército ruso en 1990-91) y en Georgia (con la formación de la "República de Abjasia" en 1992), y posteriormente la guerra con Georgia por el control de Osetia del Sur (2008); pero también guerras de opresión directa como la guerra de ocupación de Chechenia (1994-1996 y 1999-2009). En todos los casos se trata de preservar los intereses del Kremlin o de apoderarse de un territorio. Pero globalmente, las décadas de Putin (años 2000) correspondieron a la (re)construcción de un Estado fuerte (controlando a sus oligarcas) modernizando su aparato militar, estableciendo una unión económica euroasiática, con sus dimensiones militares. Una nueva fase comenzó en 2014 con la crisis ucraniana y la caída de Yanukovitch (descrita como un "golpe fascista" bajo el paraguas de la OTAN), seguida de la anexión de Crimea y el establecimiento de las repúblicas" separatistas en el Donbás ucraniano, controladas por mercenarios prorrusos. El apoyo militar a Lukashenko en Bielorrusia contra el levantamiento popular en 2020 y la intervención militar (a través de la OTCS - Organización del Tratado de Seguridad Colectiva bajo hegemonía rusa) para "normalizar" Kazajistán en enero de este año hicieron que Putin se sintiera más fuerte en el contexto de la derrota de Estados Unidos en Afganistán y las divisiones abiertas dentro de los miembros de la OTAN sobre cuestiones de energía (gasoducto).
Ucrania es un país independiente que ha conservado un régimen de democracia formal. Rusia tiene un sistema parlamentario autoritario y represivo con miembros de extrema derecha en la Duma. En Ucrania, las fuerzas de extrema derecha y fascistas estuvieron presentes de forma muy visible durante las protestas de Maidan en 2014. La invasión rusa corre el riesgo de reforzar las fuerzas de extrema derecha existentes tanto en Rusia como en Ucrania. Las principales figuras de las fuerzas de extrema derecha y neofascistas a nivel internacional apoyan abiertamente a Putin.
La invasión de Ucrania está claramente dirigida a imponer un régimen títere, servil al Kremlin y a Vladimir Putin.
3. La propaganda de Putin ha intentado justificar la agresión diciendo que la expansión de la OTAN hacia el este pondría en peligro la existencia de Rusia. La OTAN (a la que nos opunemos desde su fundación) es una herramienta del imperialismo estadounidense y sus aliados, construida inicialmente contra la Unión Soviética y la China comunista. Lógicamente debería haberse disuelto con la disolución del Pacto de Varsovia en julio de 1991, pero los sucesivos gobiernos estadounidenses no sólo la han mantenido, sino que han seguido ampliándola. Rechazamos la lógica competitiva de las potencias capitalistas que conduce a la acumulación de armas cada vez más potentes. Esto es lo que motiva la oposición a la OTAN de gran parte de la población en el mundo… y no es lo que preocupa a Putin. Sin embargo, en algunos países, que habían sido colonizados por el zarismo o subyugados por la URSS, la adhesión a la OTAN fue apoyada por sus poblaciones con la esperanza de que protegiera su independencia. Nosotros defendemos, en cambio, la erradicación de las desigualdades y el necesario desarrollo social, medioambiental y democrático como medios para defender la paz.
La lucha contra la extensión de la OTAN al Este pasa hoy por la defensa intransigente de los derechos nacionales y democráticos de los pueblos amenazados por el imperialismo ruso.
Exigimos la disolución de la OTAN, sin embargo esta no es la cuestión que plantea el intento de anexión de Ucrania por parte del imperialismo ruso, que niega la existencia misma de esta nación (Putin afirma que es una pura invención de Lenin y los bolcheviques). El imperialismo estadounidense sólo se beneficia de la precipitación del nuevo zar del Kremlin.
Apoyamos el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano y la protección de los derechos de las minorías nacionales del país. Ni Rusia ni la OTAN defenderán estos derechos. Exigimos el desmantelamiento de todas las bases militares fuera de sus países de origen, la liquidación de la OTAN dirigida por Estados Unidos y de la OTSC dirigida por Rusia. La amenaza del uso de armas nucleares debe ser rechazada firmemente a todos los niveles.
En un momento en que la urgencia absoluta a nivel mundial debería ser la lucha contra el cambio climático acelerado, el desarrollo de aventuras militares y de sistemas de armamento cada vez más sofisticados por parte de los imperialistas muestra la necesidad de que los pueblos se deshagan de sus dirigentes irresponsables y cambien el motor de la sociedad: ¡contra la competencia generalizada que impulsa el capitalismo, impongamos la lógica de la solidaridad y de la paz!
4. Mientras que en 1968, cuando Checoslovaquia fue invadida, los valientes opositores rusos a la invasión se contaban con los dedos de una mano, el mismo día en que Ucrania fue invadida, miles de personas salieron a las calles de unas 50 ciudades rusas, desafiando a las autoridades para protestar contra el ataque de Vladimir Putin a Ucrania. "¡No a la guerra! ", corearon los manifestantes, en su mayoría jóvenes, por la tarde y a primera hora de la noche en las calles y plazas centrales de Moscú, San Petersburgo, Novosibirsk, Ekaterimburgo, Krasnodar y Múrmansk.
En 2014, había un amplio apoyo a la anexión de Crimea entre la población rusa, hoy hay contestación incluso dentro del establishment lo que podría llevar a la caída de Putin.
Ciento setenta periodistas y expertos en política exterior rusos han escrito una carta abierta en la que condenan la operación militar de la Federación Rusa en Ucrania. "La guerra nunca ha sido ni será un método de resolución de conflictos y no tiene justificación alguna", escribieron.
Desde el primer día de las protestas, el régimen ha realizado más de 1.800 detenciones y la policía ha maltratado a los manifestantes arrestados. También ha ordenado la limitación del acceso a las redes sociales, acusado de "violar los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como los derechos y libertades de los ciudadanos rusos".
A pesar de la represión, en Rusia sigue desarrollándose un movimiento antibélico. Merece la solidaridad del movimiento obrero mundial.
5. Ante la guerra en Ucrania, es responsabilidad de todas las activistas de l movimiento obrero, los movimientos sociales, y el movimiento contra la guerra, apoyar la resistencia de la nación ucraniana oprimida. Para detener esta guerra, hay que sancionar al régimen de Putin y apoyar a Ucrania en su resistencia a la agresión.
- Retirada inmediata de las fuerzas armadas rusas de todo el territorio ucraniano, incluidas las zonas ocupadas desde 2014.
- Solidaridad y apoyo a la resistencia armada y no armada del pueblo ucraniano. Entrega de armas a petición del pueblo ucraniano para luchar contra la invasión rusa de su territorio. Se trata de una solidaridad básica con las víctimas de la agresión de un adversario mucho más poderoso.
- Apoyo a todas las formas de autoorganización para el apoyo mutuo y la resistencia de la población ucraniana.
- Apoyo a las sanciones contra Rusia, como pide la resistencia ucraniana, que limitan la capacidad de Putin para continuar la invasión en curso y su política belicista en general. Rechazo a cualquier sanción que golpee más al pueblo ruso que al gobierno y sus oligarcas.
- Abrir las fronteras y acoger a las poblaciones que tienen que huir de la guerra proporcionando la ayuda práctica necesaria a corto y largo plazo, sobre todo teniendo en cuenta que la gran mayoría son mujeres y niños.
- Anulación de la deuda ucraniana, ayuda humanitaria directa a las organizaciones civiles, sindicales y populares de Ucrania.
Solidaridad internacionalista
Afirmamos nuestra plena solidaridad con quienes se movilizan contra la guerra en Rusia y con quienes luchan por defender la independencia de Ucrania.
Los intereses de los pueblos, su derecho a la paz y a la seguridad no son defendidos por el imperialismo estadounidense ni por la OTAN, ni por el imperialismo ruso y chino. Estos gravísimos acontecimientos nos recuerdan más que nunca la necesidad de construir una movilización internacionalista para dar a los pueblos una voz diferente a la de los Estados, y en solidaridad con el pueblo ucraniano contra todas las políticas que lo atacan y oprimen. Los gobiernos no iniciarán esta marcha hacia la paz. Debemos organizarla nosotros mismos.
- No a la represión del movimiento antiguerra en Rusia. Debemos construir una solidaridad activa y visible con este movimiento. Llamamos a los soldados rusos a rechazar participar en la invasión y organizamos la solidaridad con ellos, pidiendo su asilo político si es necesario.
- Apoyo a las fuerzas progresistas que luchan por la democracia y la justicia social en Ucrania. Establecer todos los vínculos posibles para desarrollar un diálogo con ellas sobre el camino hacia una paz justa.
- ¡Por la solidaridad internacional con nuestro propio campo social! Construyamos vínculos entre la gente trabajadora y los movimientos populares que luchan por la democracia y la justicia social en Rusia, Ucrania, y otros países de la región, así como a nivel internacional.
- Sólo la clase obrera internacional, luchando junto con todos los pueblos oprimidos y explotados, por la paz y contra el imperialismo, el capitalismo y la guerra, puede crear un mundo mejor.
1 de marzo de 2022