Ningún otro Día de la República India ha sido testigo de estos niveles sin precedentes de reivindicación pública de lo que debe ser la nación. Las calles de Delhi se animaron con marchas espontáneas de cientos de miles de campesinos que querían tener peso y voz en la Res Publica, en los asuntos públicos. En el abanico de excusas poco convincentes para detener la marcha campesina, una ha sido particularmente irónica. Que esta manifestación era una «conspiración» para difamar a la India ante el mundo con un desfile de tractores en la capital el Día de la República. Los campesinos en lucha han demostrado que alzaban la bandera de la «democracia más grande del mundo» mientras que el actual régimen está empeñado en pisotear y acabar con los valores democráticos que sobreviven en el país.
Antes, en un giro interesante de la historia, el 20 de enero el gobierno de la Unión propuso suspender las tres leyes agrícolas en cuestión durante un año y medio y establecer un comité conjunto para discutir la legislación en la décima ronda de conversaciones con los sindicatos de agricultores. Sin embargo, el movimiento campesino Samjukta Kisan Morcha rechazó la oferta al día siguiente. Afirmó la continuación del movimiento hasta que las tres leyes contra los agricultores sean completamente derogadas. El AIKSCC también estaba decidido a realizar su Desfile de Tractores el día de la República.
Hace unos días, la Corte Suprema había expresado su intención de suspender la implementación de las controvertidas leyes agrícolas y proponía formar un comité independiente presidido por un ex presidente del Tribunal Supremo para «resolver amistosamente» el enfrentamiento entre los agricultores y el gobierno. Por supuesto, hubo serias dudas sobre la “independencia” del comité, sin embargo, los primeros signos de concesión fueron obvios.
El Gobierno obligado a dar un paso atrás
Dada la actitud beligerante y antagónica del actual gobierno, más aún tras ser elegido por segunda vez en 2019, el anuncio del Ministro de Agricultura de la Unión, Narendra Singh Tomar, podría haber parecido un poco inusual pero no del todo sorprendente. El gobierno esperaba que este anuncio obligaría a los sindicatos, decididos a realizar una concentración de tractores el Día de la República, a repensar su agitación de meses y acabar dócilmente con su bloqueo de la capital nacional. Varias medidas han sido adoptadas y probadas anteriormente, incluidas amenazas e intimidación, para disuadir a los agricultores, pero todo ha sido en vano. En un intento de desacreditar la agitación, un sector de la clase dominante lanzó acusaciones de infiltración en el movimiento de elementos separatistas sikh. Este juego sucio se les volvió en contra y los ministros del gobierno a cargo de las negociaciones con los sindicatos de agricultores no tuvieron más opción que desmentir las acusaciones y lavarse las manos.
La continua agitación de los sindicatos, el carácter inminente de las protestas del Día de la República y la negativa del tribunal supremo de prohibirlo fueron las razones que obligaron a una fórmula de compromiso. Se trata de un esfuerzo desesperado para contener esta creciente agitación, que potencialmente puede extenderse a otras partes del país, con más vigor. La organización matriz de la coalición fascista, es decir, el RSS, también estaba nerviosa por la continuación indefinida de esta bien organizada protesta. Suresh “Bhaiyaji” Joshi, el número dos de Sangh Pariwar, expresó su temor sobre la estabilidad del gobierno ante un desafío tan decidido, en una entrevista con el Indian Express.
¿Puede calificarse esto como un avance parcial? Sin duda. ¿Hay motivos para celebrarlo? Por supuesto que sí. Si bien es importante abstenerse de sentirse eufórico o dejarse llevar, hay suficientes razones para sentirse confiado en esta acción colectiva que ha hecho retroceder al gobierno. Ciertamente, el mérito es de millones de campesinos indios que han luchado sin descanso con la espalda contra la pared. El campesinado está claramente luchando por el control de su propio destino (vidas y sustento) contra el control empresarial de la agricultura impulsado por este gobierno. Ni la profunda crisis agrícola que envuelve al país desde las últimas tres décadas y que ha llevado a más de 300 mil agricultores a suicidarse por su severo endeudamiento ni la angustia rural crónica que obliga a miles a dejar sus aldeas para migrar hacia los centros urbanos en busca de un incierto futuro se puede revertir tan fácilmente. Seguramente necesitamos una batalla política más amplia para ello, pero la lucha actual abre una vía seria en esa dirección. Ha infundido esperanzas en las mentes de millones de personas que quieren luchar contra este régimen fascista y recuperar el alma democrática de la nación. Ha infundido esperanzas en las mentes de millones que quieren luchar contra este régimen fascista y recuperar el alma democrática de la nación.
Las recientes leyes agrícolas así como los nuevos códigos laborales son intentos de llevar a cabo reformas sin precedente que den a la gran burguesía un cheque en blanco para dirigir la economía. Sin duda están respaldando las reformas con mucha fuerza. Si bien los códigos laborales son un intento de flexibilizar el empleo y otorgar a los propietarios el derecho de ’contratar y despedir’ a sus empleados y eliminar las garantías legales mínimas para los trabajadores, son también una respuesta a la crisis agraria de la derecha. Están hábilmente respaldados por los medios de comunicación y un grupo de conocidos economistas, tan impresionados por las nuevas leyes agrícolas, que intentan crear una opinión pública favorable a las nuevas leyes. Hasta el punto de anunciar estas leyes como algo que revolucionará el sector agrícola indio. Afortunadamente, los granjeros hacen oídos sordos a un consejo tan ilustrado.
La fuerza y el prestigio de este movimiento de protesta provienen del coraje y el ingenio táctico de un movimiento que tiene una base económica real. Es un respaldo al hecho de que la agenda neoliberal, internalizada por todos los partidos políticos en la India, incluidos sectores de la izquierda mayoritaria, sigue siendo resistida desde abajo. La resistencia mostrada por los campesinos, en su mayoría de Punjab y Haryana, y sus organizaciones son ejemplares y, francamente, mucho más radicales que la política de los partidos de izquierda existentes.
La crisis de la izquierda
La crisis de la izquierda explica en parte la relativa inercia de los sindicatos y del movimiento obrero en general a la hora de manifestar su pleno apoyo a las protestas actuales. Ha habido pequeños intentos por parte de los trabajadores de unirse a los agricultores en sus protestas y hay que temer que estén desperdiciando una oportunidad de oro para lanzar ofensivas similares, por sus propios intereses, justo cuando el hierro está aún caliente.
Desafortunadamente, los principales sindicatos del país están controlados por uno u otro partido político. En ausencia de una organización genuinamente independiente, estos sindicatos, en lugar de actuar como auténticas expresiones de la clase trabajadora, funcionan como correas de transmisión de sus “organizaciones matrices”. Quizás, este partido-sindicalismo explica la débil respuesta de la clase trabajadora al actual movimiento campesino. ¿Se puede revertir la situación? ¡Difícil, pero no imposible! ¿Vale la pena intentarlo? ¡Sí, no tenemos otra opción! Sin la auto-organización de la clase, ya se han hecho demasiadas concesiones, como evidencia el escenario actual y nuestra herencia histórica también.
Este movimiento es muy importante para la izquierda. Si bien cualquier intento de interpretarlo como un levantamiento campesino para hacerse con el poder estatal sería absurdo, tampoco es meramente «un movimiento de campesinos ricos», como pretenden ciertos sectores de la izquierda o, más precisamente, algunos partidarios de la revolución socialista por etapas. Los agricultores luchan por su supervivencia inmediata y a largo plazo. Sería criminal que la izquierda se hunda en un sectarismo profundo y desperdiciar esta oportunidad para formar una oposición fuerte al régimen de Hindutva, manteniéndose en sus capullos ideológicos desgastados por el tiempo. Debemos aprovechar el momento y hacer todos los esfuerzos para transformar estas protestas en luchas populares más amplias contra el régimen fascista y darle un carácter anticapitalista. El impulso actual puede profundizarse al incluir las demandas de distintos sectores de la población trabajadora. Las reivindicaciones de creación de empleo, seguridad y soberanía alimentaria, entre otras, servirían para reforzar el atractivo y la fuerza de este movimiento entre las masas de diferentes regiones. Luchar por estas reivindicaciones no solo ayudaría al movimiento a ganar apoyo entre los trabajadores, sino que también empujará a los representantes de los sectores del campesinado rico a los márgenes. Hay la necesidad urgente de construir solidaridad con las luchas de la clase trabajadora en otros lugares.
Posdata
La lucha actual también nos ayuda a arrojar luz sobre otra cuestión importante. ¿Se pueden derrotar a las fuerzas fascistas formando coaliciones electorales o es mejor hacerlas frente con poderosas movilizaciones de masas desde abajo? Si bien no descartamos por completo posibles avances electorales, debemos abalizar con atención la evolución de las elecciones indias y la trayectoria de la derecha. Sangh Parivar y otras fuerzas Hindutva han mantenido una orientación de ultraderecha consistente desde la década de 1950 sin verse frenadas por derrotas electorales ni por alianzas de fuerzas «laicas». Basta recordar el optimismo de un sector liberal cuando la extrema derecha se unió al Partido Janata (BJP) para formar gobierno en 1977. Con Vajpayee como ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete de Morarji Desai, muchos creyeron que el proyecto Hindutva sería contenido, domesticado y civilizado. La historia ha desmentido tal optimismo. Ninguna derrota electoral es suficiente para marginar esta agenda de extrema derecha y cualquier batalla genuina contra el proyecto Hindutva debe reconocerlo. Un proyecto político a largo plazo para hacerle frente debe basarse en la lucha de clases. Y la búsqueda del mal menor, es decir, de aliados burgueses relativamente «inofensivos», será un serio obstáculo ante las oportunidades de agitación de clases y movimientos de masas.
La lucha de los agricultores y su avance parcial nos ha mostrado el camino. Movimientos fuertes desde abajo pueden servir potencialmente para enfrentarse al gigante Hinduvta que las alianzas electorales de último momento. ¿Cuál será el destino de este movimiento de agricultores dentro de seis meses? No lo sabemos, pero vale la pena recordar el antiguo proverbio chino: «un viaje de mil millas debe comenzar con un primer paso».
Traducción : Enrique García