No a la amenaza imperialista contra Venezuela. No al golpe de Trump-Guaidó. En defensa de la soberania de la nación y del pueblo bolivarianos

En una más de sus maquinaciones bélico-mediáticas al servicio del gran capital estadunidense, Donald Trump se vale de la nueva relación de fuerzas gubernamentales en Latinoamérica – donde el péndulo político se ha volcado hacia la derecha –  para llevar a sus títeres más entusiastas, Duque, de Colombia, y Bolsonaro, de Brasil, a encabezar una ofensiva política, con chantaje militar, para derrumbar al gobierno de Venezuela. Los objetivos no podrían ser más evidentes: retomar para las grandes petroleras de Estados Unidos y del Ocidente el control de las más grandes reservas de petroleo y gas del planeta, hoy en manos soberanas del estado venezolano, cerrando de esa manera, con violencia, el ciclo chavista en el país de donde salió el llamado por el socialismo del siglo XXI. Es decir también el objetivo de reafirmar el control y subordinación de los países que considera su patio trasero a los intereses imperialistas de EU. Mensaje ominoso contra cualquier tentativa de insubordinación, aunque fuera mínima y reafirmación de su zona de influencia en la disputa con otros poderes imperialistas.

Lo que pasa en Venezuela y Sudamérica en estos momentos, en particular desde el 24 de enero, cuando Juan Guaidó, presidente de la Asemblea Nacional, bajo el patrocinio de Trump, se autoproclamó presidente en desafío a los poderes constituidos, es mucho más que un simple intento de golpe de Estado —que la triste Historia de la región conoce a decenas—. Se trata de una maniobra intervencionista imperialista, que amenaza la soberanía de Venezuela y la paz en el continente. Por lo dicho, una intervención militar imperialista en Venezuela incendiaría la región en una amplia guerra civil y, si tuviera éxito, la pretensión de derrocar por esta vía al gobierno venezolano provocaría una cambio en la relación de fuerzas a nivel continental y constituiría una amenaza nueva e inminente contra otros países latinoamericanos, aquellos que tienen situaciones diferentes a las de aquellos que ya están gobernados por títeres proyanquis o ulraderechistas.
 

Provocación en las fronteras y bloqueo económico

Como títeres de Trump, los gobiernos de Bolsonaro y Duque han hecho que tropas colombianas y brasileñas se ubicaran en sus fronteras con Venezuela para forzar el ingreso de una supuesta "ayuda humanitaria", con el claro objetivo de provocar una reacción que diera pretexto a un conflicto abierto.

Seguro que a Trump y a sus halcones, en razón del poder bélico inigualable de Estados Unidos, les resultaría más fácil y rápido intervenir directamente. El problema es que no tienen la correlación de fuerzas interna en su país como para otra aventura tipo Irak o Afganistán. La estrategia imperial es así la combinación del chantaje de la intervención militar externa de la mano de sus aliados regionales y del golpe de Estado desde dentro para restaurar un gobierno y régimen abiertamente neoliberales.En esa estrategia, la dimensión ideológica de la propaganda intervencionista es fundamental. Se trata de conquistar en

favor de su operativo en Sudamérica los corazones y las mentes de los pueblos del mundo, en particular de los latinoamericanos, con el arma cínica de la “ayuda humanitaria” al sufrido pueblo de Venezuela.

Ayuda humanitaria, en su concepto original, nada tiene que ver con fines políticos y militares específicos. No están autorizados moralmente a utilizar la expresión “ayuda humanitaria” los que vienen ayudando, desde la Administración Obama (que declaró Venezuela una amenaza y ha prohibido la exportación al país de productos fundamentales para la economía local, como medicamentos, maquinaria y materias primas para la producción) a profundizar la crisis económica y social del país. Nada tienen de “humanitarios” los mismos cínicos que, desde del 24 de enero, se dedican a apretar las tuercas económico-financieras en contra del Estado venezolano, impidiendo que vendan el petróleo que les sobró en el mercado internacional y vetándole al gobierno venezolano el acceso las divisas de Citgo —subsidiaria de PDVSA en Estados Unidos—.

Los intervencionistas y “humanitarios” de hoy son como mínimo corresponsables de la situación que ha hecho adelgazar 8 kg en promedio al ciudadano de Venezuela en los últimos años, que ha reducido a una comida al día su dieta o que ha forzado a millones a la emigración.
 

Un país en emergencia

Por lo menos desde la crisis global del 2008, la caída de los precios del crudo ha castigado profundamente a la economía venezolana y al gobierno de Nicolás Maduro, que ha dado seguimiento al modelo de profunda dependencia frente a la industria petrolera. Maduro tampoco ha tomado medidas de protección elementales en contra del endeudamiento y la dependencia frente a los centros de las finanzas mundiales.

El resultado de la política económica de los últimos años, combinado con el bloqueo de las exportaciones estadounidenses hacia Venezuela ha sido una caída de la actividad económica al nivel similar al de una guerra (alrededor del 40%), el colapso de los servicios de salud, la reducción de la alimentación general, desempleo y emigración masiva. Es una situación de emergencia humanitaria, que solamente ahora, bajo la inadmisible presión de la intervención, Maduro empieza a reconocer.

Al compás de la pérdida de apoyo popular en razón de la agudización de la crisis, Maduro vino coartando libertades sindicales, partidarias, electorales, de expresión y manifestación —incluso con prisiones y uso de la fuerza armada contra protestas—. Los mecanismos democráticos de participación popular en la toma de decisiones sociales y la autonomía de las organizaciones vecinales y obreras bolivarianas han sido sofocados.

Por esas razones, junto a la lucha contra la amenaza de intervención y en contra del golpe de Guaidó-Trump, la IV Internacional defiende el derecho de la clase trabajadora, los sectores populares, así como el conjunto del pueblo venezolano, a recuperar su nivel de vida y la plenitud de las condiciones democráticas.
 

Contra toda injerencia e intervención imperialista en Venezuela

La Cuarta Internacional se suma a la lucha por el levantamiento del bloqueo y para que la “ayuda humanitaria” se ajuste a las convenciones internacionales en acuerdo con las instituciones que controlan el Estado venezolano. Al mismo tiempo, es necesario que Nicolás Maduro reconozca la existencia de la emergencia humanitaria, especialmente en materia alimentaria y de salud (suministros médicos), para concretar la aplicación de mecanismos efectivos de solidaridad y cooperación internacional. También consideramos indispensable interrumpir inmediatamente el pago de la deuda, una de las precondiciones para mejorar el aprovisionamiento de comida y medicamentos.

La Cuarta Internacional llama a todas las fuerzas democráticas y progresistas de América Latina y del mundo a rechazar absolutamente la injerencia de Trump, del “Grupo de Lima” y las provocaciones militares de las fuerzas de Brasil y Colombia en las fronteras de Venezuela. Al mismo tiempo que rechazamos el golpe de Guaidó y a cualquier agresión política o militar contra la soberanía de Venezuela, llamamos los pueblos y organizaciones sociales y políticas mundiales a que se movilicen por la suspensión de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y otros gobiernos al país sudamericano.

Rechazamos cualquier solución o superación de la crisis que suponga una amenaza para la paz o que se dé desde afuera de los marcos constitucionales de la República Bolivariana de Venezuela.

Cuarta Internacional